La propaganda sigue en Dubai
Por Francisco Acevedo
HAVANA TIMES – En septiembre tuvimos en Cuba la Cumbre del Grupo de los 77 países menos industrializados más China, y luego existieron otras similares, como la que esta semana tuvo lugar en Dubai, específicamente la COP28, con la presencia de nuestro entrañable Miguel Díaz-Canel, quien una vez más utilizó la plataforma política internacional para extender la propaganda de su gobierno.
Ante cámaras y micrófonos que multiplicaron su mensaje, el mandatario antillano repitió que la mayoría de los cubanos apoya a su país, cuando en realidad se refiere a que los apoyan a ellos como Gobierno.
Ya de por sí es más que discutible la sentencia, porque habría que ir a las urnas a ver si es verdad, pero es que, de entrada, cuando habla de la mayoría y no pone en el otro lado de la ecuación a él como dirigente o al partido Comunista de Cuba (PCC) que representa ya entramos en discordia.
No me imagino a ningún brasileño que no apoye a Brasil, o un mexicano que no apoye a México. Ah, pero si hablamos de Luis Inacio Lula da Silva o Andrés Manuel López Obrador, ya el apoyo no es unánime. De hecho, aunque no sea total, fuera de las fronteras de sus países el respaldo a ellos fue mayoritario, porque los emigrados de esas naciones tuvieron derecho a ejercer su sufragio en sus respectivos comicios presidenciales; nada que ver con los cubanos.
De entrada, ese derecho de elegir al presidente no lo tuvimos ni los cubanos que vivimos en la mayor de las Antillas, mucho menos quienes se encuentran radicados fuera permanentemente.
Todas las votaciones cubanas, incluyendo el proyecto de Constitución y Código de Familia, tomaron en cuenta solamente a los residentes en la isla y a los miembros de delegaciones en el exterior, léase embajadas y misiones oficiales (salud, deporte, etc.).
Volviendo a Canel, cada vez que se reúne con cubanos en el Primer Mundo o en otros lugares es siempre con quienes lo apoyan a él, o al menos no se le oponen. Aclaro esto último porque son matices diferentes.
Una cosa es apoyarlo y otra es no oponerse frontalmente. Las consecuencias que trae esto último (básicamente que no puedan regresar a visitar a sus familiares) es lo único que les hace sentarse a escucharlo hablar y hacer como que le respaldan. En el fondo, si no tuvieran a sus familiares de “rehenes” otro gallo cantaría.
¿Acaso los que lo quieren a él fuera del poder no quieren lo mejor para Cuba? ¿No quererlo a él es odiar a Cuba? Según su criterio, esos no son “cubanos de verdad”, aunque todos aboguen por detener la separación familiar, la miseria y la agonía que sufren sus conciudadanos.
Su discurso aboga por la inclusión, pero es una inclusión con condiciones, “el que defiende a Cuba”, que en su concepción es quien defiende al PCC y condene el bloqueo de Estados Unidos; es lo único que les importa de la emigración, que les ayude a acabar con el bloqueo para tener más recursos para mantenerse en el poder haciendo y sobre todo deshaciendo a su antojo, sin reparar en consecuencias.
Apenas unas horas antes de partir hacia Emiratos Árabes Unidos, Canel estaba vestido de verde olivo en plena Operación Baraguá, recibiendo instrucciones de Raúl Castro y su camarilla de militares.
“El que defiende a Cuba” es quien puede sentarse a la mesa a hablar con ellos, no el que quiera la libertad de los presos políticos ni elecciones generales, porque al parecer estas demandas son anticubanas.
En plena Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático para 2028, más comúnmente conocida como COP28, empezó recordando que existe un genocidio en Palestina (en Cuba no), el incremento de la temperatura global (para criticar a las naciones desarrolladas) y otros de los mensajes comunes en este tipo de cónclaves.
La historia es la misma siempre: los desarrollados deben financiar a los subdesarrollados en base a responsabilidades históricas, incluso a Cuba, que se niega a funcionar como funciona el resto del mundo. Es como la fábula del pescador, que en este caso se niega a aprender a pescar y prefiere que le regalen el pescado toda su vida.
El acontecimiento de la semana en la Isla
Dentro de la isla lo que más sonó en la semana fue la crisis creada tras la sanción a seis médicos del Hospital Provincial de Granma, sentenciados a dos y tres años de prisión por la muerte de un paciente derivados de un accidente de tránsito en 2021.
Lo que no contó la prensa oficial fue que estos especialistas batallaron por salvarle la vida a esa persona sin contar con los recursos necesarios, que cada vez escasean más en todas las instituciones de salud cubanas.
En el caso específico, en el salón no había levín, aspiración, ni sonda vesical ni instrumental de sutura, y el tomógrafo estaba roto, circunstancia bastante común en las salas quirúrgicas del país.
Una de las acusadas, Yoandra Quesada, explicó en detalle lo ocurrido y denunció que los fiscales no conocen sobre lo que sucede dentro de un salón de operaciones en Cuba y por tanto los acontecimientos no fueron bien analizados desde la perspectiva médica.
Tal fue el despropósito que fue destituida la primera secretaria del PCC en Granma, Yanaisi Capó, una muestra evidente de la fuerza de la protesta, aunque sea virtual. No se dijo que fue por este motivo, por supuesto, pero demasiado sospechosa la medida, muy poco habitual, tras el revuelo causado.
Cuando estamos en medio de las celebraciones por el Día de la Medicina en Cuba fue un verdadero escándalo que tomen a los médicos como chivos expiatorios, cuando prácticamente están haciendo magia para salvar vidas sin los recursos necesarios.
Por eso muchos galenos piden la baja, pues están expuestos a que familiares de algún fallecido tomen represalias con ellos cuando las soluciones escapan de sus manos.
Claro que de esto Canel no dijo una palabra, ni de las denuncias casi diarias sobre fallecimientos en instalaciones hospitalarias por mala atención y falta de medicamentos e insumos. La propaganda sigue en Dubai, en París o en Nueva York, y lo peor es que seguirá.