La Política de Che Guevara: teoría y práctica

Para muchos jóvenes rebeldes de todo el mundo, Che Guevara es visto como un líder clave de la Revolución Cubana… y el único que practicó con coherencia lo que predicó. Para algunos, incluso, son mucho más atractivos los valores personales del Che: la honestidad política, el igualitarismo, el radicalismo, así como la disposición a sacrificarse por una causa, incluida su posición de poder en Cuba. Para muchos de los rebeldes contemporáneos activos en los movimientos anticapitalistas, el Che no es solo un oponente radical e intransigente del capitalismo, sino también un revolucionario que comparte sus propios ideales en pos de la política revolucionaria y antiburocrática. Eso es lo que hace que sus ideas y prácticas sean importantes, y que este estudio sea relevante en el mundo de hoy. “(Introducción, xvi-xvii)

Por Sheyla Hirshon

HAVANA TIMES — Este delgado volumen de 120 páginas, titulado La Política de Che Guevara: teoría y práctica, por Samuel Farber* ha permanecido a mi lado, en el escritorio, durante algún tiempo – la mirada familiar e implacable del Che me observaba desde la ilustración de la portada. La inevitable pregunta me ha estado atormentando: ¿por qué leer otro libro sobre Che Guevara? Ahora esta se une a otras interrogantes urgentes: ¿qué hizo o dejó de hacer la izquierda para llevarnos a la coyuntura oscura actual?,  ¿podría la Revolución Cubana haber evolucionado de manera diferente, y qué habría significado para la historia del mundo?, ¿qué visión tiene todavía el Che para ofrecer?

Estamos en el 2017 y el planeta parece haberse oscurecido para aquellos de nosotros que creemos en un mundo más amable, más justo. Sin embargo, la imagen del Che persiste: ese retrato negro sobre una bandera roja, evocando resistencia, compromiso, fuerza de propósito, amabilidad, incluso el doloroso conocimiento del precio que se paga por la victoria, esperanza en el futuro. Él se ha convertido en una figura tan empapada en nuestras propias mitologías que se vuelve casi irreconocible.

A medida que el mundo adopta ideologías que yo creía habían sido enterradas por la historia, siento la necesidad de echar un vistazo a los ideales y a los héroes de los que alguna vez estuve tan segura: ¿fueron sus ideas o la errónea aplicación de esas ideas las que condujeron a los desastres actuales?

Así que cojo este libro una vez más.

Anteriormente encontré a Samuel Farber como un excelente maestro: erudito, minucioso y reflexivo; él expresa sus ideas de forma clara y asequible, las documenta por completo y revela sus propias opiniones con plena conciencia de que inevitablemente matizarán sus conclusiones. Por lo tanto, tomé su texto más reciente con todas las expectativas de encontrar claridad y perspectiva con ocasionales sacudidas incómodos a mis ideas preconcebidas.

No me decepcionó. En esencia, su argumento es el siguiente: las dificultades que han envuelto a Cuba no son fundamentalmente debido al bloqueo o la hostilidad de lo Estados Unidos, aunque ese país impuso “graves limitaciones tanto externas como internas”. Más bien, son el resultado de las decisiones hechas por los primeros líderes, específicamente el Che y los hermanos Castro, para conformar a la Isla en un sistema de Partido único de arriba hacia abajo, en el cual la participación de los trabajadores y los ciudadanos se limita al asentimiento y a la obediencia.

Farber mira directamente al desempeño del Che en todo eso. “El propósito de este proyecto es presentar un retrato político centrado en el pensamiento y la política práctica de Guevara y las diversas situaciones en las que él actuó y, en el proceso, ayudar a disipar muchos de los mitos comunes sobre esa figura” (xxv-xxvi). El autor construye su tesis examinando la escritura, los discursos y las acciones de Guevara, confiando generalmente en fuentes primarias.

Ernesto Che Guevara (izq.) y Gualo Garcia en el camino a Guatemala en 1954.

El libro se divide en cuatro capítulos sustanciosos: Los orígenes bohemios de la política de Che Guevara, La política revolucionaria de Che Guevara: ideas y prácticas, Che Guevara en el poder,  y  La economía política de Che Guevara. Existe una cronología muy útil al principio, pero el libro en sí evoluciona de manera temática, moviéndose hacia el pasado en algunos casos para mirar al mismo período de tiempo a través de un lente diferente.

Farber comienza con los años de Ernesto Guevara antes de Cuba. Algunos de los antecedentes son familiares: la influencia de su madre y del asma en su formación como un lector voraz y pensador independiente; su decisión de iniciar un viaje por toda América del Sur; el impacto de su testimonio del derrocamiento en 1954, apoyado por la CIA, del presidente democráticamente electo de Guatemala, Jacobo Árbenz, y su trascendental encuentro con el joven Fidel Castro y los exiliados cubanos en México.

Farber agrega, igualmente, algunos detalles de su antecedente familiar que son menos conocidos. “La madre del Che, Celia de la Serna, quien se dedicaba al culto de la creatividad, llevaba a casa todo tipo de gente colorida procedente de una amplia variedad de orígenes sociales, desde pintores itinerantes que trabajaban de lustradores, hasta poetas extranjeros vagabundos y profesores universitarios que se quedaban durante un periodo de tiempo determinado… Celia también alentó a sus hijos a llevar vidas completamente no estructuradas y desordenadas y a mantener amistades con niños de todas las clases sociales “(p.2). Sin embargo, debido al lugar seguro que tenían ambos padres en el medio social argentino, el estatus familiar nunca sería cuestionado. La familia tampoco estaba involucrada en cuanto a lo político.

Con ese antecedente, el Che de 25 años de edad, despectivo de la formalidad, extremadamente instruido y con un intelecto combativo, sale de Argentina en 1953. A pesar de su título en Medicina, todavía se describe como “ciento por ciento aventurero”. Sus experiencias posteriores moldearían al comprometido Che de los posters y los libros de Historia. Sin embargo, Farber argumenta que esas primeras experiencias colorearon su pensamiento de varias maneras.

Muchas de las ideas y acciones que caracterizaron la vida política del Che Guevara se remontan a su historia personal al crecer en un ambiente privilegiado, en la próspera Argentina de la primera mitad del siglo XX. Entre ellos destaca su énfasis en el igualitarismo y la oposición al privilegio; la promoción del sacrificio individual por el bien de objetivos colectivos concebidos en términos ascéticos únicos; un profundo voluntarismo -la idea de que la voluntad y la conciencia humanas pueden superar por sí solas cualesquiera obstáculos objetivos y materiales, y una sordera político que no logra reconocer la especificidad de las situaciones políticas y de las coyunturas “(p. 11-12).

Los tres capítulos siguientes describen la política revolucionaria del Che, sus acciones mientras está en el poder y sus escritos sobre economía política. Retornan a esos hilos, en creciente yuxtaposición a las tácticas y creencias de Fidel y Raúl Castro.

Che y tropas ante la batalla de Santa Clara a finales de 1958.

Farber traza la evolución del “comunismo idiosincrásico” de Guevara desde sus primeros contactos con la izquierda guatemalteca. También narra los conflictos tácticos que surgieron durante la lucha guerrillera de dos años en Cuba y el desarrollo de la relación del Che con el PSP (Partido Socialista Popular, el tradicional partido cubano pro-marxista) durante la lucha guerrillera y más allá. Así mismo dedica espacio a las áreas en las que el Che coincidió y tuvo puntos de diferencias con la línea ortodoxa de la Unión Soviética, y con los hermanos Castro.

A medida que pasaba el tiempo, el Che llegaría a considerar la guerra de guerrillas basada en la lucha de las masas campesinas como el único camino hacia la revolución internacional. El libro Guerra de Guerrilla, que publicó en 1960, resume su teoría de la estrategia guerrillera y las condiciones para llevar a cabo ese tipo de contienda. El Che a ese tenor concluiría que esa era la mejor manera en la que él mismo podía contribuir.

Farber ve la creciente hostilidad de Estados Unidos como un factor en esto: “Cuando Guevara escribió Guerra de guerrilla, Fidel Castro aún no había declarado el carácter “socialista” de la Revolución, tampoco había sucedido la invasión a Cuba por parte de Estados Unidos en abril de 1961 ni la Crisis de los Misiles de octubre de 1962. Las relaciones diplomáticas de Cuba con todos los países de Lationamérica, todavía no se habían evaporado bajo la presión de Washington. Tampoco había ocurrido aún la grave crisis económica que comenzó a afectar a la Isla a principios de los años sesenta, en parte como resultado del bloqueo económico estadounidense. Pero a medida que todos esos acontecimientos comenzaron a ocasionarse, crearon cierto grado de ansiedad y urgencia, incluso una sensación de desesperación política que los llevó, incluido Guevara, a querer pelear en cualquier lugar, independientemente de las circunstancias “(p.38).

Dos convicciones centrales formaron la opinión del Che con respecto a la guerra de guerrilla: en primer lugar, que el campesinado, no la clase obrera organizada, era la fuerza impulsora; en segundo, que una pequeña vanguardia debía dirigir y la gente la seguiría. Esa receta llevaría a Guevara a la desastrosa misión del Congo en 1965. Aunque él mismo escribió sobre esa tarea en un panfleto titulado La historia de un fracaso, más tarde iría a su última y fatal expedición en Bolivia sin haber cambiado sus convicciones medulares.

La oficina de Che Guevara al comienzo de la revolución en San Carlos de la Cabaña.

En Che Guevara en el poder Farber retorna a los primeros años de la Revolución Cubana. Narra las acciones del Che en sus sucesivas funciones como jefe de la instalación militar en La Cabaña, como jefe del Departamento Industrial del Instituto Nacional de Reforma Agraria, como presidente del Banco Central y Ministro de Industria, todo ello en el espacio de los primeros años -desde 1959 hasta 1965.

Farber describe “sus inflexibles puntos de vista comunistas con respecto a las “libertades burguesas”, lejos de la filosofía “humanista” que se le atribuye” (p.72). Su obra escrita más acabada, El socialismo y el hombre en Cuba, expone su visión del hombre nuevo: desinteresado, idealista y heroico, dispuesto a sacrificarse por el bien común. Si bien es un modelo inspirador y austero, Farber siente que eso resultó en una creciente explotación de los trabajadores cubanos, ayudando a reprimir en lugar de satisfacer las necesidades materiales de los cubanos.

Mientras tanto, el Che también defendió un partido formado por una pequeña dirigencia, hasta el momento en que “las masas hayan alcanzado el nivel de desarrollo de la vanguardia”, aunque no esboza cuándo ni cómo podría suceder eso. En mayo de 1960 fue uno de los líderes clave que ayudó a establecer un sistema de medios de comunicación políticamente monolítico que sigue existiendo hasta hoy en día.

Incluso la frase tan citada sobre el amor es desmentida aquí, como señala Farber: “Unas cuantas líneas [después de esta frase] dice: ‘Nuestros revolucionarios de vanguardia deben idealizar su amor por el pueblo…  no pueden descender con pequeñas dosis de afecto diario, a los lugares donde los hombres comunes ponen su amor en la práctica’”.

Las ideas del Che sobre la economía política, como se describe en el capítulo final, estaban bien alineadas con lo que Farber denomina: “La política ortodoxa con una inflexión del Tercer Mundo”. El libro cubre el “gran debate” cubano sobre la economía desde 1963 a 1965, una cuestión que los cubanos promedio no conocían. El Che era un firme partidario de los incentivos morales contra los materiales, de un presupuestario y centralizado sistema de financiamiento, y necesitaba alterar la aplicación de la Ley del Valor. La historia, por supuesto, no lo ha vindicado aquí ni Cuba ha seguido su ejemplo.

Farber evita el enjuiciamiento, pero varios temas son señalados una y otra vez. Uno de ellos es lo que ha denominado “sordera político” del Che, una dependencia excesiva en los ideales o principios en lugar de circunstancias concretas al tomar decisiones. Él contrasta eso con el desempeño y las fortalezas de los tácticamente astutos y los organizacionalmente dotados hermanos Castro. Sin embargo, concluye: “A pesar de las diferencias que Guevara tuvo con los hermanos Castro y los comunistas cubanos pro Moscú, compartió con ellos, hasta el final, el mismo proyecto para derrocar al capitalismo y construir una sociedad socialista nueva. Esa aspiración compartida se basó en la creación de un nuevo sistema de clases basado en el colectivismo, una forma de propiedad en la cual el Estado posee y controla la economía y una burocracia política central “es dueña” del Estado “(p.119).

Como un proyecto académico sencillo que documenta el pensamiento de Che Guevara a partir de fuentes primarias, La Política de Che Guevara es un libro placentero y accesible, con mucha historia provocada por el pensamiento y el análisis. El texto me dejó una imagen más clara de los acontecimientos con los que estaba ampliamente familiarizada, aunque ocasionalmente consternada por el desmantelamiento de mis propias ilusiones.

Sin embargo, como dije al principio, el tema y los tiempos nos empujan fuera de lo meramente académico y la obra literaria va más allá de la documentación. Quizás Farber, como yo y otros lectores de Havana Times, estaba lleno de especulaciones que lo guiaban más allá del terreno de la objetividad histórica: ¿Habría sido la historia de Cuba (y la nuestra propia) diferente si el Che hubiera pensado de otra manera? Y -¿Cómo habría sido el mejor camino?

Su respuesta a tales interrogantes se extiende a través de las páginas como una especie de melodía de contrapunteo en una pieza de música, al comenzar de manera directa en la introducción: “En medio de  mi perspectiva se encuentra una visión de democracia socialista en la que las instituciones basadas en el poder de la mayoría controlan las principales fuentes del poder económico, social y político a nivel local y nacional ” (xvii). Ese tema alternativo casi nostálgico persigue al texto, a veces apenas perceptible en unas pocas oraciones, en ocasiones elevándose por encima de la melodía principal por unos pocos párrafos antes de retroceder, y en último lugar llega a la suya propia en el final.

El libro concluye con un “Epílogo” que declara el carácter inevitable de revolución, porque “incluso las reformas más bienvenidas y auténticas no pueden provocar más emancipación y liberación” (p.120) y la declaración de Farber de que dicha Revolución solo puede llegar a su resultado final a través de un proceso que una al socialismo, la democracia y la Revolución.

Como lectora, terminé con dos ideas sobre ese contrapunteo. Por un lado, el propio Farber es muy claro de que la participación democrática nunca fue parte de la política del Che, y a veces los pensamientos añadidos sobre lo que podría haber sido parecían apartarse de la tesis. Por el otro, sin embargo, el Che simplemente se ha asomado demasiado en nuestros ideales y aspiraciones para notar de manera simple el espacio entre el mito y sus palabras reales y sus acciones.

Por lo tanto, en lugar de una distracción, los lugares donde Faber señala que faltaron oportunidades para desarrollar la lucha de los trabajadores cubanos o en los que habla de la importancia de las libertades civiles en el contexto de una revolución social en un país menos desarrollado, sacaron al libro de lo meramente histórico para señalar esas calientes cuestiones que me hicieron abrirlo de todas maneras. Al final, a medida que nuestra visión del Che cambia de héroe adorado hacia la realidad sobria, es esa melodía de contrapunteo la que yo estaba más agradecida de escuchar, llevando consigo un débil, posiblemente melancólico nota de esperanza.
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* Farber, Samuel, La Política de Che Guevara: teoría y práctica, en inglés, Haymarket Books, Chicago, Ill. 2016.

 

12 thoughts on “La Política de Che Guevara: teoría y práctica

  • Siempre me llamó la atención sobre el argentino Guevara su sentido de Cuba y sus habitantes como posesión, como pertenencia, como propiedad, como botín de guerra… cuando en una entrevista en Argelia en 1965 dijo con total descaro: “Tenemos un país para experimentar; nos equivocamos pero seguiremos experimentando, hasta que aprendamos”.
    (Y ahí tenemos la evidencia inequívoca en 2017: nunca aprendieron. Casi 60 años de experimento tras experimento en manos de estos destructores delincuentes).

  • con el permiso de la autora y de Farber : en que fue exitoso el Che Guevara, aparte de s mision de verdugo ?? Por lo demas,fue una victima de Fidel Castro, como lo fue Camilo, Hubert, Osvaldo Sánchez,Paya, Ochoa… en fin todos los que se pusieron en su camino de Egocéntrico en jefe !!

  • Quizá el Che tendría algunas diferencias con los hermanos Castro y otros dirigentes “históricos”, pero no en lo relativo a que “Tenemos un país para experimentar; nos equivocamos pero seguiremos experimentando, hasta que aprendamos”.
    Sin embargo, lo curioso de este espíritu experimentador es la creación paulatina de un pequeño grupo privilegiado con el que no se experimenta, por ejemplo, quitándoles los privilegios y haciéndoles vivir como el resto del pueblo, para que puedan “pensar como viven” (ajustándose a ese principio del materialismo dialéctico de que “el ser social etc”) y así disponer de todas las condiciones para tener la conciencia social del proletariado que representan, como vanguardia de la misma que son.
    Muy por el contrario crean una casta, una especie de nobleza feudal o patriciado bastante intocable que no es una burguesía propiamente dicha, porque no ejerce legalmente la propiedad privada sobre los medios de producción y todos los demás medios del país, pero los hace funcionar a su antojo y conveniencia.
    Y no satisfechos con regir el mundo material, también se empeñan en regir el de las ideas que debe tener la gente según unos principios que muchas veces ellos mismos no siguen, pero que la gente no los observe adecuadamente puede resultar peligroso. En fin… no me atrevo a llamar a ese grupo CLASE por respetar el concepto marxista, pero realmente son ¡una clase de HachePes!

  • Samuel Farber es un estudioso serio y riguroso.Veo por la breve reseña que critica los tres pilares erráticos del Che Guevara como político. Su maoísmo en economía, su voluntarismo y elitismo vanguardista(los pueblos no saben), y su ausencia de realismo en la política económica y política sobre las cuales disertó. Será fundamental este libro, seguramente.Yo ya había llegado a las mismas conclusiones explicando en clases en la Universidad de la Habana su errático análisis económico y su “vanguardismo” que conduce a “la nueva clase” en el poder de Milovan Djila.
    Lo que sucede es que la ignorancia mata a los pueblos y si el sistema cubano desinforma y brutaliza a la población, sólo un estudioso que vive fuera de Cuba puede hacer un libro de este tipo. Ojalá sea alguna vez publicado en Cuba, pero lo dudo mientras subsista la política de la desinformación en Cuba en todos los medios masivos de comunicación.

  • Sí,sí… el Che era todo eso y también tremendo asesino, que incluso reconoció cuanto le tomó el gusto a matar.

    Es escalofriante que todos estos libros, estudiosos y teóricos olviden siempre este “particular”.

  • “El grupo de vanguardia es ideológicamente más avanzado que la masa; ésta conoce los valores nuevos, pero insuficientemente. Mientras en los primeros se produce un cambio cualitativo que les permite ir al sacrificio en su función de avanzada, los segundos sólo ven a medias y deben ser sometidos a estímulos y presiones de cierta intensidad; es la dictadura del proletariado ejerciéndose no sólo sobre la clase derrotada, sino también individualmente, sobre la clase vencedora.” Ernesto Guevara.
    Primero el calificativo: Asesino. Después vendrá el diagnóstico: Sociópata y esquizoide. Poco a poco vamos llegando a la verdad.

  • Estimado Parque Temático:

    el tema me toca en primera persona pues estamos hablando del asesino de mi padre, por lo que comprenderá que no tengo paciencia alguna al esperar que finalmente se le juzgue no solo como “ser mítico” sino también por lo que fue en realidad, por las personas que asesinó, por la huella de sangre y odio que dejó tras de sí.

  • Le comprendo… la justicia en este mundo, por desgracia, suele tardar y a veces no llega… ahí tiene usted que después de tanto daño, el otro posiblemente también se va a morir en su cama…

  • Falta decir que el sujeto era arrogante. Su manual de lucha guerrillera, que lei de joven, pues quería ser como el, está compuesto de una sarta de tonteras.

  • Parece que usted y Ernesto Guevara opinan lo mismo acerca de la ignorancia del pueblo. El origen de la ignorancia es diferente pero la conclusión suya y de Guevara es la misma: Los pueblos son ignorantes.

  • Ni me acordaba de este argentino. Mi hijo de 9 años no es capaz de identificarlo ni lo ha oido mencionar. Bueno, tampoco recuerda los tipos de las fotos de su aula de preescolar en Cuba. Y la verdad que ¿para qué se los voy a mencionar?

  • Che Guevara fue un joven inadaptado que se graduo de medicina 1953 y al año siguiente comenzo su aventura latinoamericana hasta que 1955 conocio a los Castro en Mexico y donde me imagino que oyo hablar de Cuba por primera vez. En 1956 se enrolo en otra nueva aventura pero esta vez para matar cubanos de una isla que jamas habia visitado.

    Por Dios alguien puede alegar seriamente que una persona con tal prontuario pueda escribir un libro sobre economia o cualquier otro tema. Cual era la experticia de Che Guevara? Cual fue su legado para Argentina, Cuba y el resto de la humanidad, que no sea el de asesino despiadado y creador de los odiosos e inutiles trabajos voluntarios.

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