La Cuba imposible de Rodolfo Rensoli

Rodolfo Rensoli. Foto: Revista El Estornudo

HAVANA TIMES – Rensoli murió; ya acá escribieron sobre eso: yo hablaré de cosas probablemente poco conocidas. El Rensoli, que es Rodolfo, a quien amistades y camaradas llamaban «El Fofi», se ahogó en una playa cubana, mientras intentaba bucear en solitario.

Intentó bucear en solitario aquel, quien, junto con otrxs bohemixs de la Generación X cubana, hizo lo imposible en los 1990: nunca en solitario, siempre en compañía: compañía en su sentido primitivo, donde hay compañeros, en el sentido gremial-artesanal, francmasónico, de negocios, o hasta militar.

La compañía de Rensoli siempre fue una especie de Fellowship of the Ring, de Tolkien, que enfrenta a Sauron. Pero cuando Rensoli supo que unxs cosplayers querían reenactuar la trilogía de Tolkien en Cuba, dijo que para hacerlo tendrían que pedirle permiso al güíje: pequeño espíritu travieso de las leyendas campesinas cubanas; y esa simple referencia al campo hace derribarse el mito de la «música urbana», que Rensoli promovió, pero jamás la definió así.

«Lo alternativo» fue el grito de guerra de Fofi. Esa consigna, ecuménica y rupturista, subversiva a barreras entre géneros e instituciones, nunca canceló la impronta de sus ancestros francmasones (en cuyo honor dijo firmar aquella carta de los primeros 2000, defendiendo la pena capital a tres muchachos que secuestraron la lancha de Regla), ni la de su breve paso por lo militar (del que heredó indumentaria y algunos hábitos rusos), ni la de la Iglesia Adventista.

Contra viento y marea, mediando complejísimas negociaciones institucionales y el apoyo de Harry Bellafonte, fundó «desde abajo» en el popular barrio habanero de Alamar el Festival Cubano de Rap: género entonces conocido por pocxs y despreciado por muchxs, marginalizado y racializado. «Es que en Alamar muchos rapean, porque entra bien la FM del Norte» – justificaba Fofi con sus amigxs la elección del sitio, «ciudad dormitorio» casi vacía de «cultura» en aquel entonces. Y sus amigxs creyeron en él. La cultura Hip-Hop hacía entrada oficial a Cuba.

Más que Hip-Hop

Rensoli nunca fue «rapero» en sentido estricto. Más bien se reconocía friki-rockero de los ’80, como muchos de sus colegas en la organización del Festival. Pero notó las señales de los tiempos e hizo abrir puertas al nuevo género del Hip-Hop, para el cual más que creador, fue árbitro y promotor.

La «música alternativa» para Renso era básicamente la ejecutada originalmente en idioma inglés, con sus derivaciones a otros universos lingüísticos. Excluía por tanto los géneros «hegemónicos» cubanos de la canción popular bailable, la trova, y la décima guajira, a cuyos buenos cultores Rensoli admiraba, pero también deseaba que dejaran más espacio para lo «alternativo». Alternativo que para Fofi eran las tres R: rock, reggae y rap.

De hecho, el reggae nunca tuvo en Cuba espacio similar a los otros dos. Renso, que era Rasta, y también adepto de la organización budista Soka Gakkai, luchó contra los prejuicios racistas que pretendían segregar esos géneros por color de la piel. Más bien imaginó una «casa común» alternativa, de la cual el Festival de Rap sería su primera etapa.

También soñó con un «género sintético», que agrupara las tres R, al que quería dedicar su talento después de la etapa organizativa. Su pieza «Saeta» queda como testimonio de tal género.

Iba a ser una «música psicotrópica», como con la que soñaron ciertos rockeros soviéticos, según cuenta el antropólogo Alexéi Yurchak.

Los fracasos

La burocracia conspiró contra el Festival de Rap, cuyo Comité Organizador, llamado GrupoUno, fue constituido por Rensoli “desde abajo”, y lo sustituyó por otro, nombrado “desde arriba”, después de varias ediciones del evento. De nada valieron protestas y cartas. Cada año, Rensoli soñaba con que se hiciese justicia, y le “devolvieran” el Festival a GrupoUno, pero nunca ocurrió. El Primer Congreso de la Asociación de jóvenes creadores cubanos “Hermanos Saíz” (AHS) en 2001 decidió crear una Agencia Cubana de Rap, y otra de Rock, que sin embargo no serían de la Asociación, sino del Ministerio de Cultura. Cuba probablemente es el único país del mundo donde el Estado tiene una agencia de rap. Después, expulsaron masivamente a los raperos de la AHS, porque “no cumplían con los requisitos artísticos”, por haber salido de la calle y no de escuelas de música.

Pero ese no fue el mayor fracaso de Rensoli. El mayor fracaso de Fofi no fue obra de él, pero seguramente lo sintió con dolor en su corazón. Cuba fue invadida por un género sintético y psicotrópico que mezcla Rap, rock y reggae, pero su carácter es totalmente opuesto a como lo veía Rodolfo. Se trata del reguetón, y sus derivados, agrupados acá bajo el nombre «Reparto». Lo que proyectan los reparteros no tiene nada que ver con las ideas y sueños de Fofi.

Una extraña coyuntura de un establishment cultural favorable (y contrario a la alternatividad contestataria del Hip-Hop y el Rock’n’Roll), un hábil mercadeo masivo pequeño-burgués y consumista, y la desunión entre raperos, aseguraron la hegemonía arrasadora del reguetón en Cuba.

Para completar la ecuación, el establishment cultural inventó el concepto espurio de «género urbano», dentro del cual en los festivales los raperos compiten contra reguetoneros, y tienen todas las de perder.

Rodolfo Rensoli. Foto: puentealavista.org

Jonás, «queso con cemento » y FranOmUno

Rensoli no se rendía. Cada vez que veía una estrella fugaz, decía: ¡es señal de Jah: se hará la justicia!

La táctica elegida se basó en el libro bíblico de Jonás: ser engullido por la ballena de la institución sin resultar digerido por ella. Una versión menos tradicionalista hablaba de alimentar al establishment con trozos de queso con cemento dentro. Rensoli, aún en su justa rabia, siempre se opuso a un choque frontal con la oficialidad. Más bien, quería repetir la experiencia original de GrupoUno.

De tales experimentos nació el Proyecto Jonás, punto de partida de los Observatorios Críticos: espacios de debate de jóvenes intelectuales cubanos. En el origen siempre estuvo el evento teórico del Festival de Rap.

Otra visión consistía en articular una alianza entre varios proyectos y espacios alternativos. En su origen, se llamó FranOmUno; Rensoli diseñó una bandera para ella, que estuvo colgada en una pared de la Galería de Alamar. La alianza no prosperó debido a una diferenciación en rutas políticas, pero el Festival Poesía sin Fin, organizado por el colectivo performapoético OMNI-Zona Franca fue testimonio perdurable de tales empeños.

El crear una «institución nuestra», frente a la «de ellos», es una consigna que permanece.

Las utopías de Rensoli

En los últimos años, Rensoli soñaba mucho. Cerrar la entrada de Alamar y organizar un megaconcierto entre sus dos puentes. Rescatar el Festival de la Canción de Varadero. Ocupar el sótano de un edificio multifamiliar y hacer un centro cultural ahí. Todo ello se quedó en planes, algunos bastante detallados.

El Hinterland de Rodolfo Rensoli

La patria chica de Rensoli no lo fue Alamar, ni Guanabacoa, ni el Reparto Bahía, tierras que amó y donde amó. Rodolfo Rensoli decía pertenecer al gran Hinterland al Este de La Habana, que se extiende desde su Bahía hasta la frontera con Matanzas, con  Guanabacoa y Hershey al sur y Playas del Este y Santa Cruz en el Norte. Esta peculiar percepción geopolítica local quizás se deba a influencias de su hermano, notable historiador habanero.

Estos intereses en lo geográfico e histórico local probablemente fueron los que llevaron a Rensoli a estudiar en San Gerónimo, colegio universitario habanero dedicado a temas patrimoniales y fundado por el último Historiador de la Capital Eusebio Leal, donde Fofi se graduó, poco antes de dejarnos. También se dedicaba a hacer fotografías de la bandera cubana, que documentaba en diversas locaciones, para una galería virtual.

¿El último intelectual bohemio cubano de Generación X?

Fofi no fue nunca «intelectual de academia», como, en cambio, sí lo son quienes tributaron a hundir el Festival Cubano de Rap en 2000-2001, y ahora ocupan puestos en el «top echelon» del establishment cultural cubano.

Fofi fue un intelectual bohemio. De ese medio que hizo posible el milagro cultural de los 1990s cubanos, cuando surgieron hechos significativos aún por valorar históricamente.

En medio de la penuria material, en los ’90s hubo en Cuba una revolución cultural. Surgieron hechos culturales absolutamente nuevos. No se repitió después, cuando había más medios materiales.

Ya se nos fueron, de la cohorte de aquella época, con muy diversas visibilidad y reconocimiento, el gran trovador Santiago Feliú, Plátano el fotógrafo, Mauricio el ganja, el gran poeta de Alamar Juan Carlos Flores, Polina Martínez la escritora cubano-rusa, Yesenia Selier en NY, y algunxs más.

Rodolfo cierra la fila, por el momento… de una Revolución que prometió vivir.

Marcaron con luces la oscuridad de los apagones en la Cuba de los 1990s, por lo que, aún en su oscuridad eléctrica, no fue un país apagado, como acaso sí lo está la Cuba de hoy.

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One thought on “La Cuba imposible de Rodolfo Rensoli

  • Yasser Castellanos

    Muy interesante artículo
    No recuerdo bien si cuando Belafonte tuvo su primer contacto con raperos cubanos aún tenía Grupouno la posibilidad de organizar festivales. Quizás no
    La idea del mega concierto alternativo venía rodando al menos desde comienzos de la década del 2000

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