La contrainteligencia cubana: ejemplo del bloqueo interno
Por Elías Amor Bravo (14ymedio)
HAVANA TIMES – El gobierno cubano responsabiliza al embargo/bloqueo de todos los males que ocurren en Cuba, pero saben que ese argumento no es cierto. Por el contrario, existe un bloqueo interno del régimen sobre el pueblo cubano que impide a este alcanzar los niveles de prosperidad y bienestar que desea. Un bloqueo interno mucho más dañino y letal. Hay muchos ejemplos de ese desgaste histórico. Curiosamente, la información la ofrece Granma en el artículo titulado “La historia de la Contrainteligencia Militar es la historia de la Revolución”.
Aquí tenemos un magnífico ejemplo de ese bloqueo interno que atenaza la vida de los cubanos: la contrainteligencia militar, que acaba de cumplir 60 años. No es extraño que Raúl Castro por medio de una emotiva carta, haya abandonado su retiro dorado para presidir lo que denomina Granma “el acto político y ceremonia militar en ocasión del aniversario 60 de la fundación de la Contrainteligencia Militar, constituida el 7 de noviembre de 1962, y cuya historia es, por muchas razones, la historia de la Revolución misma”.
Pues eso. La historia de la revolución, el modelo de organización social, económica y política que ha convertido a Cuba en seis décadas en uno de los países más pobres del mundo. ¿Y por qué esta contrainteligencia es un ejemplo de bloqueo interno? Por muchos motivos, pensemos para empezar en el coste económico, organizativo, funcional de los miles de jefes, oficiales, suboficiales, cadetes, sargentos, soldados y trabajadores civiles de la contrainteligencia.
Miles de personas ocupadas en tareas improductivas e ineficientes, que tan solo responden al objetivo de vigilancia, control y represión del régimen. Por desgracia no existen datos para apuntar esta afirmación, pero el empleo en la rama de Administración pública, defensa y seguridad social, donde se incluye el aparato del estado, alcanzó en 2021un total de 316.500 personas, el 7% del total, más que en la construcción y casi la misma cifra que en la Industria manufacturera, y además, desde 2017 registró un crecimiento del 6% mientras que el empleo total se redujo un -0,89%.
Lo que parece evidente es que esta gente ocupada en las tareas de la contrainteligencia no está para producir alimentos o fabricar productos, su trabajo solo se plasma en un instrumento principal del bloqueo interno, que es la información para eliminar de raíz cualquier iniciativa social que pueda estar enfrentada a los objetivos de la llamada “revolución”.
Raúl Castro en la carta confirmó el interés personal de la cúpula dirigente del país en que los miembros de este órgano continúen preservando, “con la profesionalidad y honradez que los caracteriza, la seguridad de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y de la obra de la Revolución”. Digamos que si esa supuesta profesionalidad y honradez se dedicase a cosas más productivas y necesarias para el bienestar de los cubanos de a pie, dicho argumento podría estar justificado, pero dar seguridad a la revolución ya cansa y el esfuerzo dedicado a esta tarea es tan enorme, que buena parte de la energía del país se pierde en esta actividad que la contrainteligencia desempeña de forma magistral.
Y al parecer no solo Raúl Castro quiere que esta organización siga funcionando y bloqueando al pueblo cubano. El discurso de algún dirigente de las nuevas generaciones de oficiales reconoció que, aun cuando mucho se ha trabajado, los desafíos que están por delante son todavía mayores. Y añadió, “para los revolucionarios no hay descanso, tenemos que estar unidos y trabajar por continuar consolidando las conquistas alcanzadas” un mensaje que refuerza ese carácter improductivo de la contrainteligencia, más basado en la confianza que la dirección de la revolución deposita en ella que en el aprovechamiento del trabajo de esas miles de personas en pos del bien social de todos los cubanos.
Los 60 años de existencia de esta organización han estado dependiendo de unos presuntos planes de ataque del enemigo interno y externo. Unas creencias que, a base de ser repetidas una y otra vez, se acaban convirtiendo en un dogma, pero en realidad, esos ataques nunca se han producido. Lo que suele ocurrir es que el régimen, para bloquear al pueblo, identifica una protesta social legítima, como el 11J como un ataque a la soberanía nacional y encarcela a miles de personas, con largas condenas por ejercer un derecho ampliamente reconocido en todos los países del mundo. Eso es bloquear internamente a la población.
¿Hay privilegios de formar parte de esta organización? En sentido general, puede que sí pero no parece que los empleados que se dedican a estas actividades tengan salvo casos muy contados, unas condiciones de vida mejores que la media. Han vivido con un credo inexistente durante 60 años y curiosamente se aprestan para un futuro incierto, en el que, una vez la nación elija el camino hacia las libertades y la democracia, el bloqueo interno que ejerce la contrainteligencia, desaparecerá para siempre.
Desaparecerá como en la famosa película “La vida de los otros” en la que el protagonista, un espía de la contrainteligencia de la Alemania comunista, se encuentra ante su nueva realidad ajena a la que había vivido en el período de dictadura. Lo más probable es que en Cuba la democracia haga desaparecer toda la historia de la contrainteligencia, la historia de sus “fundadores, héroes y mártires” porque a diferencia de lo que dice Granma, de ellos no vamos a heredar nada, salvo mucho sufrimiento, represión, vidas destruidas y bloqueo interno, y ello, por supuesto, a unos costes inasumibles para cualquier estado.
Y como no parece que vaya a ocurrir, el régimen comunista que rige los destinos de los cubanos, el mismo que creó la contrainteligencia hace 60 años, no va a asumir la responsabilidad histórica de transformar la organización para que sirva realmente a los intereses del pueblo y deje de ser un bloqueo interno. No lo harán. Ni siquiera con esa reflexión o análisis crítico de lo que dice Granma, que hacen. Muchas de esas actuaciones ayudan a entender el bloqueo interno que niegan los comunistas cubanos, aunque existe y es especialmente grave, sobre todo en estos momentos en que el pueblo empieza a despertar y se da cuenta de lo que se está perdiendo.