La campaña que busca ocultar la triste realidad en Cuba

Captura del videoclip con el que el oficialismo promociona el verano en Cuba / Canal Caribe/YouTube

En el «modo verano» oficialista, la gente no se apalanca en sus casas con una vela o una planta eléctrica para sortear el apagón.

Por Yoani Sánchez (14ymedio)

HAVANA TIMES – Antes todo olía diferente. El aroma que nos llegaba durante los meses de julio y agosto era el de los siropes de los granizados que refrescan y empalagan, la fragancia del dorador de coco para broncearse en la playa y el aroma de los chicharrones en los kioscos del carnaval. Ahora, La Habana apesta por todos lados y ni siquiera la campaña oficial «modo verano» logra tapar esos hedores de humedad, aguas negras y angustia.

Este domingo, una montaña de basura en la esquina de las calles Neptuno y Campanario sintetizaba parte de la esencia de una ciudad hundida en la crisis y las miasmas. Entre los residuos que desbordaban la acera y obligaban a los transeúntes a compartir espacio con los viejos taxis colectivos que pasan por la céntrica avenida, resaltaba la caja de un ventilador de baterías, un objeto codiciado en un país donde ya nadie se ilusiona con el fin, a corto o mediano plazo, de los indeseados cortes eléctricos.

En el «modo verano» los adolescentes bailan sin preocupación, aunque en las barriadas habaneras los padres aconsejan a sus hijos no salir de noche

A pocos centímetros del envase del electrodoméstico, un cartón con la marca mexicana Richmeat recordaba uno de los alimentos más consumidos por las familias en esta Isla. Un picadillo «mixto condimentado» de escaso valor nutricional y dudosa composición que ha venido a reemplazar en muchos platos cubanos a la inalcanzable carne de res, al carísimo cerdo, el inestable pollo o el desaparecido pescado. Otra caja vacía, que una vez tuvo yogures importados, sobresalía en la loma de desperdicios y completaba una parte dolorosa de nuestra cotidianidad: la de aquellos productos que solo pueden consumir quienes tienen divisas o familia en el extranjero que se los compre.

Una pestilencia que lo llena todo, que se pega a la ropa, se mete en la nariz y la llevamos a casa metida en nuestro cabello y unida a nuestra piel / 14ymedio

No podía faltar, en ese puzzle hecho a partir de los tufos y los despojos, el buzo que hurgaba entre las bolsas y los restos para tratar de salvar algo que revender más adelante. Tanto el pobre recolector con su saco deshilachado y su cuerpo en extrema delgadez, como los vecinos que pasaban y sorteaban las piltrafas de la vida doméstica, terminaban impregnados con el olor de tanta cochambre. Una pestilencia que lo llena todo, que se pega a la ropa, se mete en la nariz y la llevamos a casa metida en nuestro cabello y unida a nuestra piel.

Nada de ese hedor parece llegar hasta las escenas idílicas de arena, mar y diversión que por estos días transmiten los medios oficiales como preámbulo del verano. En el tema musical que sirve como banda sonora de las vacaciones escolares, la alegría se desborda, los jóvenes no arman la balsa de la desilusión para lanzarse al mar, el cantante fantasea con tomarse a la orilla del mar «una cervecita buena», sin aludir a que un acto así le costaría toda una semana de pensión a un jubilado, y todo exhala el perfume de la esperanza.

Todo huele a recién estrenado en esa realidad paralela que nos invitan a creer

En el «modo verano» los adolescentes bailan sin preocupación, aunque en las barriadas habaneras los padres aconsejan a sus hijos no salir de noche a la calle porque «en cualquier esquina te espera una puñalada»; la obsesión nacional no es comprar un boleto para volar a Managua y el júbilo lo llena todo, desplazando al hartazgo popular que no se cuela por ninguna parte en esa escenografía montada para engañar a los ingenuos y a los desinformados.

En el «modo verano» que difunde la televisión nacional mi ciudad no apesta, la gente no se apalanca en sus casas con una vela o una planta eléctrica para sortear el apagón, y un hombre desgarbado y de mirada perdida no explora la mugre en busca de algo rescatable o de un poco de comida para llevar a la boca. Todo huele a recién estrenado en esa realidad paralela que nos invitan a creer. Tiene el aroma de una colonia para bebé que trata de tapar la peste del colapso.

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