La calidad se lleva por dentro

Mercedes González Amade

HAVANA TIMES — Tengo un niño de 11 años el cual es el centro del mundo para mí; se llama Carlos Adriel y le encanta el deporte. De pequeño le gustaba el béisbol y quería practicarlo en serio, pero el uniforme y los implementos para este deporte son demasiado caros (110 a 130 usd). Inalcanzable para mi menos que modesta economía.

Entonces lo convencí de que practicara uno más barato y se decidió por la lucha greco. De un pantalón le hice un mallo y así empezó. Ya lleva varios años entrenando duro y ya empieza a recoger frutos.

Hace unos días tuvo una competencia provincial y como es lógico Carlos Adriel quería ir como el resto de los niños, con sus rodilleras y zapatillas originales. Quería pero no podía.

Entonces metí mano por aguja e hilo y con un pedazo de tela, uno de esponja y un elástico le cosí unas rodilleras que nada tenían que envidiarle a las que usé de modelo, aunque por supuesto, no lucían tan espectaculares.

Por eso cuando llegó la competencia Carlos Adriel estaba como inseguro, se sentía en desventaja, pero lo superó, a la hora del cuajo se puso las zapatillas del profesor y a la batalla. Resultado: medalla de plata.

Su entrenador y yo estamos muy contentos y orgullosos. Porque además, algunos profesores de escuelas deportivas de más rigor se han interesado por él, piensan que tiene futuro en este deporte.

A lo mejor algún día llegue a ser medallista olímpico o entrenador… Quién sabe. Lo cierto es que con su corta edad ya ha dado una lección a grandes y chiquitos: lo que vales no depende de lo que llevas puesto sino del empeño y la bomba que le pongas.