Incertidumbre y riesgos con las nuevas regulaciones aduanales

Alberto N Jones

Aduanas de Cuba. Foto: cubadebate.cu

HAVANA TIMES — Algunos textos describen la función de la Aduana, “Como la primera barrera defensiva del país, encargada de impedir la entrada de agentes nocivos”,  a la vez que  “permite y estimula el libre flujo de comercio y el desarrollo entre los países”. Conciliar ambas funciones, aparentemente antagónicas, no parece ser tarea fácil.

El grave desabastecimiento histórico de Cuba, es responsabilidad directa y exclusiva de las entidades encargadas de la adquisición, distribución y venta de productos a la población.

Estos, me parece, no han tomado su función con la debida seriedad y responsabilidad que el pueblo  merece, al abusar de sus sentimientos revolucionarios, expresado durante décadas mediante la aceptación, en silencio, de crudas ineptitudes e incapacidad de los patéticos planes anuales de producción.

La devastación causada por varios ciclones en el año 2008 agravaron severamente el desabastecimiento existente en el país, motivando que la Aduana y otros organismos  relajaran las regulaciones existentes. Esto propició el ingreso de millones de toneladas en alimentos, artículos personales, insumos, artículos duraderos, medicinas, suministros médicos y otros, paliando lo que era para escépticos y fatalistas, una situación irreversible, terminal.

Este hecho, tocó el corazón de miles de cubanos radicados en el exterior, que habían ignorado a sus familiares en Cuba y habían jurado nunca más regresar a la patria. Ante la devastación y el dolor humano que pretendía devorar el país, antepusieron la familia y la nación  a sus sentimientos personales, lo que se expresa claramente en los más de 400,000 visitantes a Cuba el año pasado.

La Aduana de Cuba, durante años, aterrorizó a los viajeros cubanos confiscándole bienes y aplicándoles tarifas onerosas. Ella fue el mayor causante de la ansiedad, hipertensión,  diarreas y excitabilidad de los que visitaban el país, especialmente los ancianos.

Sin embargo, en 2008, modificó su conducta hostil, y exoneró de cobro a los alimentos y las medicinas, y nuestros familiares, amigos y vecinos en Cuba, vieron suplementados sus raciones con productos y fármacos inexistentes en el país, mitigando sus necesidades, aliviando la pena del prójimo, reconstruyendo los lazos familiares y amor patrio, que se había afectado como producto de  una larga separación.

Oportunistas de toda laya, busca-vidas, pillos, bribones  y muchas personas honestas, sobre todo ancianos con ingresos fijos, desempleados o algún que otro estudiante tratando de suplementar su matrícula universitaria o como su único recurso para visitar a sus seres queridos, se convirtieron en mulas, transportistas clandestinos, e ingresaron al país enormes cantidades de bienes materiales sin abonar los debidos aranceles. Ellos corrompieron, con su acción, a algún que otro funcionario venal con prebendas, y el país dejó de ingresar en sus arcas, millones de dólares por dicho concepto.

¿Cómo se explica que, para un mal que reclamaba a gritos fuese corregido, modificado y adecuado a los intereses de todas las partes, la solución que se encontró fue el macanazo cruel, impensado, demoledor, que ha creado víctimas indefensos entre ancianos, niños y enfermos, que pudieran verse privados de alimentos, medicinas o equipos médicos vitales?

¿Por qué botar al bebé con el agua sucia de la palangana?

Muchos países, aun aquellos en cuyos mercados existen todos los recursos materiales que su población requiere, disponen de tarifas arancelarias con un gradiente por tipos de artículos, sean estos básicos, alimenticios, personales, duraderos o suntuarios, en base al cual, aplican una tarifa diferenciada y no se auto-incriminan por impedir la llegada de un producto determinado a ninguno de sus ciudadanos.

El Caribe, al igual que el resto de los países del Tercer Mundo, mantiene un intenso comercio de paquetería marítimo y aéreo entre las personas residentes en los países del llamado Primer Mundo y sus familiares en sus respectivos países de origen.

Tipifica, como pocos, este profundo vínculo familiar/cultural en nuestra región. Jamaica, Dominica, Santa Lucía, Trinidad y Tobago, Barbados, Haití, República Dominicana, Honduras, Méjico y otros son atendidos por decenas de compañías y navieras de cabotaje dedicadas exclusivamente a este servicio especializado, quienes recogen y entregan puerta a puerta, millones de toneladas en productos que constituyen un aliento, una transfusión vital para millones de personas empobrecidas  y un perenne fortalecimiento de sus lazos morales y afectivos.

Cuba, durante la década de los 80’s cobraba la astronómica suma de $30.00 la libra por artículos personales. Esto fue decreciendo  paulatinamente hasta llegar a $10.00 la libra de los artículos personales, y $6.00 la libra de alimentos y medicamentos.  Aunque este servicio continúa siendo el más caro del mundo, ha motivado una proliferación de agencias y un masivo envío de productos a nuestros familiares y amigos en Cuba, así como la introducción del primer servicio marítimo directo entre ambos países en medio siglo, que pudiera convertirse en un parto distócico con las nuevas regulaciones imperantes.

Si al igual que los demás países de la región, la Aduana de Cuba aplicara un procedimiento racional, lógico, humano,  consecuente con las necesidades y el dolor de nuestro pueblo; ¿cuántos más alimentos e insumos ingresarían al país, paliando aun más, problemas sociales existentes, en tanto triplicarían o más, los ingresos actuales, al aumentar el número de viajeros y remesas?

Aunque la distancia entre la República Dominicana y Miami duplica la distancia entre esta última ciudad y Santiago de Cuba, sus empresas de paquetería recogen y entregan puerta a puerta paquetes conteniendo hasta 70 libras por $55.00 o $65.00, en dependencia de la dirección del destinatario, en lugar de los $700.00 que costaría un envío similar a Cuba.

¿Cómo suponer que la grave crisis económica que aflige y neutraliza el desarrollo de Cuba, y para el cual se necesitarán cientos de billones de dólares para ponerlo sobre sus pies, pudieran obtenerse mediante el escandaloso aumento de un 250% sobre la escasa e inestable disponibilidad de productos vendidos en CUC o mediante el irracional aumento de los aranceles aduanales, en tanto, enormes recursos económicos potenciales, languidecen y permanecen ignorados a lo largo y ancho del país?

Pero mucho más grave será, la mancha indeleble con que la nueva regulación de la aduana de Cuba estigmatizará la historia de Cuba, al equiparar esta acción, con las brutales medidas del Bloqueo, OFAC, Torricelli y la Helms-Burton.

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