¿Hay una crisis de valores en Cuba?

Rogelio Manuel Díaz Moreno

Negocios. Foto: Juan Suárez
Negocios. Foto: Juan Suárez

HAVANA TIMES — Con frecuencia escucho o leo sobre una presunta crisis de valores de nuestra Cuba contemporánea, y generalmente me producen las mismas náuseas. Repasemos algunos hechos bobos que meritan, por lo menos, repensar un poco las alternativas.

En el Archivo Histórico de la ciudad de Trinidad, el documento más antiguo que se conserva es el de un proceso penal. En las primeras décadas tras la colonización de Cuba por España, cierta autoridad fue acusada de corrupción, contrabando y ese tipo de actividades sin autorización del Rey, que nos resultan tan familiares.

Una serie de personajes célebres de la época de la Colonia, que han sido llamados patricios, prohombres y fundadores de la Patria, eran connotados dueños de esclavos. En este saco caen Francisco de Arango y Parreño, Domingo del Monte y unos cuantos notables más. Según algunos estudiosos, esos personajes pudieran haberse inventado la famosa obra fundacional de la literatura cubana, el Espejo de Paciencia. Con toda tranquilidad, la epopeya narrada en este Espejo soslaya cuidadosamente los reflejos de relajito y contrabandeo que se gastaban los vecinos de Bayamo –otra de las primeras Villas del país.

Una de esas Católicas Majestades calculaba, al contar los dineros gastados para elevar las fortificaciones habaneras, que tan onerosos edificios debían verse desde su balcón, en el palacio en Madrid. Administradores, ingenieros, constructores, se conchababan alegremente para engordar los bolsillos. Otra vez sucedió que un rey de aquellos envió a un hombre de su confianza para poner orden. El serio personaje llegó, y los súbditos fieles  le regalaron –o sea, los más potentados que hicieron la ponina– un ingenio azucarero con toda su dotación de esclavos, con el nombre propicio de Amistad.

Memoria de la Vagancia en la isla de Cuba se titulaba una obra destacada de aquellos tiempos. José Antonio Saco sugería en ella, remedio para las “enfermedades morales” como el juego y el alcoholismo. De paso, el ilustrado criollo llamaba a poner coto a la “desgracia” que le suponía que creciera una clase de personas de piel negra, con cierta prosperidad por sus emprendimientos en artes y oficios.

En fin, en eso pasaron las guerras de independencia, la intervención, y se fundó una República, con sus avances… y sus “problemitas”. El segundo presidente, el general José Miguel Gómez, era conocido con el sobrenombre de Tiburón. Se baña, decían sus muchos admiradores, pero salpica. Así daban a entender que el popular caudillo le permitía a sus seguidores que imitaran, a menor escala, sus trapacerías con el dinero público.

Poco después de que el edificio del Capitolio fuera terminado, una mano misteriosa robó el diamante que marcaba el kilómetro cero de los caminos del país. La identidad del ladrón nunca fue descubierta, pero la célebre joya “apareció”, solita, en un despacho de un funcionario.

En la tarde. Foto: Juan Suárez
En la tarde. Foto: Juan Suárez

Un proxeneta se convirtió, durante varios años, en un personaje de gran popularidad de aquella sociedad. Alberto Yarini encarnaba los ideales del macho, del próspero emprendedor, de la fama y el glamour, con sus dominios -para nada subterráneo- sobre prostitutas y otros negocios turbios. Tras resultar asesinado por un rival, recibió honras fúnebres multitudinarias.

El Partido Comunista en aquella época era –como tantos de Latinoamérica– socio fuerte del Comintern. Y tuvo unas ideas antológicas. Por ejemplo, el más famoso y aborrecible de los dictadores que habíamos tenido hasta el momento fue derribado por una huelga general. El Partido no la había convocado ni dirigía su mayor parte. Sin embargo, durante el apogeo de dicho levantamiento le ofreció, al tal dictador, aplacar el proceso, a cambio de la legalización y el reconocimiento político.

En cuanto a los prejuicios sociales, los avances no ocurrían sino muy lentamente. Entre las personas se establecían injustas diferencias, a partir de factores como el género, el color de la piel, la orientación sexual y la religión que se practicaba, entre otras. Tales discriminaciones eran aceptadas ampliamente por aquella sociedad que tan frecuentemente se nos quiere poner como una referencia a rescatar.

Los hombres de negocios estadounidenses mejor recibidos eran los Santos Trafficante, Mayer Lanski y sus colegas mafiosos, con sus ofertas de prosperidad e inversiones en garitos de lujo. El último partido político de aquella época en ganar cierto prestigio, el Partido Ortodoxo, tenía como emblema una escoba. Con ella, evocaba la idea de barrer con todo el desprestigio del resto del cuerpo político.

La Revolución de 1959 generó muchas novedades. Y entonces encontramos otros fenómenos. Demasiadas familias permitieron que la política –más bien, la conveniencia– rompiera lazos que hubieron de valorarse mejor. El miedo en algunos casos, pero también el oportunismo en otros muchos, llevó a numerosos creyentes a disimular espiritualidades compartidas por Frank País y José Antonio Echeverría [1].

Al pasar algunos años llegó otra época, recordada con nostalgia hoy en día, por cierta prosperidad material que llegó a insinuarse en la sociedad cubana, y relativamente mejor repartida que en tiempos anteriores. Aquella abundancia estaba basada en los pilares, totalmente endebles, de los masivos subsidios soviéticos. Lo de ser reacio o reacia a trabajar y producir tampoco ocurrió tan recientemente como dicen: en aquel entonces, se inventó lo de traer tomates de Bulgaria y cosas parecidas.

Por disfrutar de las partes más gordas de aquellas vacas, se alimentaban instintos sumamente bajos. Con verdaderas cacerías de brujas a lo McCarthy, pero contra el lado contrario. ¿Se acuerdan, de cómo se denunciaba la “debilidad ideológica”? La imagen de la corrección político-social era prácticamente la misma que la de los burguesitos pacatos de occidente, temerosos de los hippies y aborrecedores de la música rock. De esa misma época fueron ciertos sonados escándalos de fraude masivo en importantes universidades, con ribetes de películas de artes marciales. Eso, si no consideramos que el fraude mayor era el promocionismo practicado masivamente, por indicaciones superiores y subordinados acomodaticios. Si esos fueran los valores que hemos perdido, pues vayan con viento fresco.

En aquella época también se robaban los recursos del Estado, pero se controlaba muy poco y siempre los rusos mandaban más. Así que pasaba inadvertido y, además, ¿para qué arriesgarse a algo ilegal? Simplemente, muchas veces se coordinaba con el jefe correspondiente adecuado y este mismo los regalaba a sus conocidos. Por cierto, en cuanto a artículos de uso y consumo, tampoco había tanto que robar, y se podía adquirir con cualquier salario que te dieran por hacer como que trabajabas.

En fin, que hoy la ciudadanía humilde cubana hace lo que ha podido hacer siempre, sobrevivir y tratar de pasarla bien, de las pocas maneras que ha aprendido a hacerlo o están a su alcance. Sin preocuparse mucho de la moral de las élites, desde que aquellas solo se preocupan de que dicha moral se les aplique a los demás, como mismo han hecho siempre.
—–

[1] Líderes del movimiento revolucionario, caídos durante la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista.

 

19 thoughts on “¿Hay una crisis de valores en Cuba?

  • bueno, como pagina de relajo y divertimento, pasa…como mensaje etico-politico es una loa al Hombre nuevo, a la nueva sociedad basado en el “todo vale masivo” . Es un tratado al antihistoricismo, contra la lucha del hombre y las sociedades por irse elevando desde las cuevas a las sociedades modernas, donde la regla sea la ley y su cumplimiento, el hacer diario. !! Lo triste es que, al parecer habla en serio !

  • Bueno, pues que siga el relajo ya que las buenas costumbres son solo de las “elites”. Sigan usando a las esposas para captar turistas, sigan haciendo el sexo en pleno San Rafael mientras que la gente dispara sus celulares para preservar el momento, sigan robando los bienes publicos, molestando a los vecinos con la musica alta, tirando la mierda en cartuchos desde los balcones, soltando palabrotas sin ton ni son, pidiendo paredon a las Damas de Blanco, olvidandose de decir gracias o por favor, robandose entre familias. Por suerte aun en Cuba queda muchisima gente que aunque no pertenece a “la elite” sabe valorar aun las buenas costumbres y modales.

  • en Cuba NO hay una crisis de valores, en Cuba hay simplemente UNA CRISIS GENERALIZADA QUE TOCA Y ENGULLE 60 AÑOS DE INVOLUCIÓN.

  • No entendí el sentido de este post.Y si es para recordarnos que históricamente hemos sido un relajo como nación, no me parece que aporte nada.
    Peor, suponer un determinismo histórico para no cambiar me parece reaccionario.

  • Para rebatir todo este artículo, desde la inicial mayúscula al punto final, lo único que hay que hacer, es salir a la calle. Es más, un artículo como este es prueba de esa misma crisis de valores que su autor no quiere ver. Más de una vez he dicho que lo peor que le puede pasar a una sociedad, es que llegue a ver lo absurdo como lo normal. Eso desgraciadamente ha sucedido en Cuba.

  • El propio post es una demostracion de la crisis de valores.

  • Todo lo contrario al antihistoricismo, es un alerta ante el pensamiento facilista y fetichista que clama que todo lo anterior fue maravilloso. Comprendiendo la complejidad del proceso histórico que desembocó en la sociedad de hoy es que se puede tener alguna pista realista sobre cómo trabajar para tratar de hacer avanzar las mejores alternativas.

  • Marlene, te propongo que lo veas no como la justificación del relajo o de las cosas que no nos gustan que hay hoy, ni menos para justificarlas con determinismos en los que no creemos. Míralo como un reclamo de la necesidad de dejar la criticadera (facilista y también fácil, para ser honestos) estéril de lo actual, que tantas veces no es otra cosa que la justificación para no hacer nada por arreglarlo.

  • Señor si se analiza el resultado que ha dejado éste “proceso histórico”, -el que se inventaron los iluminados- creo que se pudiera decir, que todo lo anterior fue maravilloso, porque en honor a la verdad, en Cuba no ha habido algo peor de lo que se ha visto y de lo que se está viendo, ah y de lo que falta por ver.

  • La crisis de valores ya está dada por el mero hecho de que expresiones tales como: por favor, con su permiso, señor (ra), muchas gracias al parecer se fueron de Cuba quién sabe con que destino. Por lo que escribe el señor Rogelio en Cuba de 1492 para acá todo ha sido pura mierda (tal vez hasta los siboneyes tenían tremendo relajo formáo, pero no hay registros históricos del desparpajo). Rogelio , a mi forma de ver en Cuba después de 1959 se instruyó a la población pero se obvió educar, o al menos mantener normas de convivencia que existían; sabe usted por qué? , porque los buenos modales se achacaban a rezagos burgueses, así hoy tenemos ingenieros, médicos, artistas (Kcho), que más que saber hablar rebuznan. Yo he visitado países pobres, del tercer mundo, repletos de analfabetos, pero en los cuales puedes dejar tranquilamente en la puerta de tu casa cualquier material (ladrillos, cemento, madera,etc) y nadie se lo roba, países super violentos pero que la gente te dice: buenos días, con permiso. Que tenemos hoy en Cuba?, marginalidad extendida y aplaudida; doble,triple y cuádruple moral (empezando por la élite), entendida en que los menos favorecidos la utilizan para obtener migajas y sobrevivir, mientras los de “arriba” la usan para con sus discursos demagógicos seguir pidiendo a los de “abajo” que se sacrifiquen y se jodan, mientras ellos están viviendo la vida sabrosa. Así van las cosas en Cuba, qué le parece?

  • Asi es, habria que recordarle a Rogelio que lo normal en Cuba era que te ponian la leche en la puerta de la casa y no se “perdia” un litro, las gallinas brincaban de patio en patio y no se “perdian”, y habian pobres.; pero alguien decidio usar la marginalidad como herramienta de represion y solto los demonios.

  • Pero si todo lo que se está viendo es digno de la criticadera, no hay nada por donde se les pueda meter el diente. Los que estamos verdaderamente contra esa dictadura, jamás entorpeceremos nada que sea en beneficio de la libertad de Cuba, la cual tienen secuestrada desde el ’59. Los que hacen cualquier tipo de justificaciones para que aquello no se arregle, son los que tienen el “compromiso” con régimen, los que obtienen beneficios, Nosotros no.

    Y no te me achicopales Rogelio, que no están sólos en esta inmundicia, porque falta de valores no es, Es inmundicia, la que genera el socialcosadesa que se inventó el Sabiondo-en-jefe, Mandó un montón de sus especímenes para allá en Venezuela, y ya tienen la misma pérdida de valores que uds, como vez Rogelio, seguir echando la basura para abajo de la cama, no da buenos resultados.

  • Hasta yo he perdido mi dignidad leyendo este articulo tan opaco y falta de valores.

  • Me parece muy oportuno y atinado el comentario de Rogelio en su esencia. Claro, no se trata de la “indagación del choteo”, de J. Mañach, pero esto es un diario personal, no una publicación especializada ni académica. Cada cual en su medio.

    En lo particular, me queda claro que el actual bajón en la escala de valores que experimenta el cubano de a pie viene en esencia sustentada por las condiciones materiales en que viven muchos de nuestros compatriotas, desde hace ya más de dos décadas. La imposibilidad de ganar un sustento adecuado como resultado del trabajo honrado no sólo constituye una aberración económica, sino que desmoraliza por completo al que sufre esta situación. Y son muchos.

    Por otra parte, entiendo que a estos paisajes llegamos como resultado de una república que nació y creció entre máculas. Tras la retirada de los interventores extranjeros y de la eliminación del apéndice platitsta, las clases vivas que debían liderar la construcción del país sucumbieron por regla general al irrespeto a la institucionalidad y a la carencia generalizada de honradez administrativa. Desde luego que hubo muchas excepciones y hasta conseguimos una de las constituciones más progresistas de sus tiempos, pero con la civilidad siempre en vilo. Todo eso condujo al vació político que encontró la Revolución a su triunfo. En fin, que a día de hoy seguimos en la infancia de lo que algún día será la república con mayúscula.

  • Lo de siempre, imposibilitados de rebatir un simple hecho de una larga relación, una buena opción, descuartizar al mensajero.

  • Me parece muy bueno que el autor pueda ver los comentarios y comentar él también.

    Rogelio, ¿crees que los actos de repudio entran en esa lista de valores perdidos?

  • Isidro, yo creo que la crisis saco a relucir lo que se estaba madurando anteriormente. Que todo el mundo en una fabrica, desde el director hasta el limpia pisos se pongan de acuerdo para robar, e incluso con la complicidad de la policia parada en la esquina, requiere mas que pobreza para llegar a eso. Tiene que haber un tipo de moralidad generalizada que los autocomplasca.

  • Desde luego, Luis V, aquí hay problemas subyacentes que requerirían de una investigación más a fondo, que no es el perfil de esta página, como ya aclaré al comenzar mi comentario.

    Pero a mi modesto juicio, nuestros problemas enraizan mucho antes de la etapa “socialista”. Ya en ocasiones previas he traido a colación en HT ejemplos concretos acaecidos en mi ámbito familiar, para no andarme por las ramas. Cuando el candidato liberal (ala izquierda) a la presidencia Alfredo Zayas Alfonso (El Chino) aspiraba a la primera magistratura, en la campaña de 1921, le ofreció a mi abuelo paterno, por aquel entonces delegado del Partido Conservador por Pinar del Río (y, por tanto, oponente a los liberales) un cheque en blanco (invitándolo a escribir la suma de dinero a su gusto) para que le vendiera los votos de su circuito electoral, a lo cual mi abuelo se negó. Ojo, que estamos hablando del Chino Zayas, quien luego fue el cuarto presidente de nuestra república, y por cierto, con mucha fama de progresista, pues eliminó la censura de prensa y se proclamó campeón de la causa femenina. Pero así funcionaba el sistema. Y si eso ocurría en la cúpula, saca cuenta cómo sería en los fondos…comparado con esa tendencia, lo de la fábrica es cuento de niños….En resumen, que cierta liviandad criolla viene de atrás…

  • Yo pienso que es la moralidad del ciudadano comun la que define la moralidad de la epoca , usar las excepciones para sostener tu punto de vista sobre algo tan general como la moralidad no me parece logico.

Comentarios cerrados.