Hay que ser gil

Por Francisco Acevedo
HAVANA TIMES – Las destituciones de Alejandro Gil, ministro de Economía y Planificación de Cuba, la de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, y de Industria Alimentaria, además de la presidencia del Banco Central, trajeron cola esta semana.
Evidentemente la cara más visible e importante es la del primero, cuyo apellido es igual a un apelativo que se usa en Cuba para describir a los inocentes, los tontos, y que hace furor actualmente en las redes sociales.
En particular, llamaron la atención unas palabras de María Victoria Gil, hermana de Alejandro, que se hicieron virales en las redes.
Según declaró, se siente dolida y defraudada con el desgobierno y la desvergüenza, como dijo en sus propias palabras. Alejandro ha entregado la vida a un sistema corrupto, fracasado, errado hasta la médula, pero que cuando hay alguien que molesta lo desaparecen. Esto último es bastante dudoso, porque jamás se le vio ni siquiera incomodar al sistema con el peliagudo tema de las mypimes. Todo el tiempo fue un tracatán que repetía la misma letanía y las mismas mentiras una y otra vez, y ni siquiera se le vio avergonzado en ninguna de sus intervenciones públicas.
No creo que los dos hermanos piensen igual, pero si así fuera, dudo que Alejandro se atreva a reconocerlo públicamente. Todo el sacrificio que según María Victoria hizo el ex ministro fue en vano, porque la economía cubana está peor que cuando él asumió el cargo. Puede estar muy dolido y decepcionado como dice ella, pero no coincidimos en el hecho de que no se lo merece, porque realmente hizo todos los méritos para terminar cesado y es fácil cuando pierdes los privilegios soltar un poco la lengua. Quizás el dolor es más por haber tenido que mentir a sabiendas, por haberse prestado de vocero de lo absurdo y no sentirse recompensado por su guataconería.
“¿Qué se va a esperar de una dictadura?”, se preguntó la expresentadora de televisión. Eso debiste decirle a tu hermano antes que asumiera el cargo. El sabía perfectamente lo que estaba haciendo y lo que tendría que hacer en los años siguientes, así que nada de paños tibios, ahora debe asumir que engañó al pueblo de forma completamente consciente, porque si de verdad sabe de economía estaba bien claro que todo eso que pregonaba era falso y el sacrificio que pedía al pueblo es realmente criminal.
A lo mejor en conversaciones privadas le hablaba de ideas propias y no la propaganda que siempre defendió públicamente, pero el solo hecho de no haber emigrado en su caso es símbolo de contubernio con el régimen.
Inocentemente ella cree que su hermano fue capaz de pararse delante de la cúpula dirigente y se opuso a la dictadura. ¡Lo que hay que oír!
Nuestro entrañable Miguel Díaz-Canel les mandó a todos los cesados un agradecimiento por las redes sociales y agregó que todavía les quedan “tareas” por hacer. Esto hace levantar sospechas en el sentido de que quizás no vino de él la orden de mandarlos a su casa. Ahí lo dejo.
El propio Gil respondió a este mensaje diciendo que fue un orgullo y un honor trabajar con Díaz-Canel. “Estoy a la orden”, le puso, así que todo parece indicar que quienes ven una mano diferente moviendo los hilos no están muy lejos de la verdad, y mucho menos que esté decepcionado como dice la hermana.
Casualmente estuvo de cumpleaños en estos días y la cuenta oficial del Ministerio de Economía y Planificación de Cuba le envió una felicitación pública, no sé si desafiando al mayor de los Castro porque de alguna manera esto es como decir que Gil es muy buen trabajador y no se merece el despido.
A este lo veo como a muchos otros explotados militantes del Partido Comunista de Cuba (PCC) pensando aprovechar la técnica del corcho, que siempre flota, y en este caso significa reinventarse como director de cualquier empresa, que pasados un par de años se van a Miami a vivir la dulce vida como si nada hubiera pasado y el arrepentimiento es suficiente para que lo reciban con los brazos abiertos aprovechando la desmemoria y la desidia, sin reparar en que cada tuerca de este barco retrasa cada vez más su hundimiento, y eso no debe tener perdón.
Todo aquel que haya seguido defendiendo la Revolución después del histórico 11 de julio de 2021 no puede ser perdonado, porque solapadamente está apoyando la condena de todos los presos políticos que vinieron a continuación. Eso para no ir para atrás en el tiempo.
No hace falta ser del Ministerio del Interior (MININT) y las Fuerzas Armadas (FAR) o la Seguridad del Estado para tener las manos manchadas de sangre. Es posible incluso que algún militar esté más limpio que estos otros criminales de cuello blanco que maquillan la dictadura desde sus posiciones aparentemente académicas y extienden el sufrimiento del pueblo.
Estos lamebotas que terminan todos en plan piyama y viviendo de su mísero salario fueron peones en la maquinaria represiva, aunque no lo quieran ver. Con sus intervenciones públicas en la Mesa Redonda pidiendo sacrificios se transforman en testaferros del régimen.
Ni el inefable programa Con Filo ni el Noticiero Nacional de Televisión ven en las destituciones un problema, ellos están más preocupados por la “prepotencia de las naciones desarrolladas”, la pérdida de identidad de muchas culturas y otros temas profundos.
Se dice que habrá más cesados, pero sin mencionar nombres, y eso también puede ser estrategia de la propia dictadura para que el resto de los ministros pongan sus barbas en remojo. No querrán ser el próximo gil de la película.