Ferrer no da marcha atrás

Ferrer fue excarcelado el jueves luego de tres años y medio en prisión, aunque su condena realmente expiró en diciembre pasado.
Por Francisco Acevedo
HAVANA TIMES – La liberación gradual de decenas de presos que ocurrió esta semana marcó sin dudas el acontecer de Cuba, sobre todo la del más emblemático de todos: el opositor José Daniel Ferrer, fundador de la Unión Patriótica de Cuba (Unpacu), quien se encontraba en prisión desde el 11 de julo de 2021.
Lo primero es que su salida forma parte de un grupo de 553 personas que cumplían condenas disímiles, y que según el Gobierno se dio tras la intermediación del Vaticano, especialmente el mensaje más reciente del papa Francisco en el que pidió gestos de clemencia al mundo.
Ferrer fue excarcelado el jueves luego de tres años y medio en prisión, aunque su condena realmente expiró en diciembre pasado. Horas después, expresó al diario español El Mundo que sentía vergüenza del convenio entre el gobierno estadounidense, la Iglesia Católica y el régimen.
«Hoy liberan a 553 y dentro de tres meses encarcelan cinco mil más, incluyendo a muchos de los que acabamos de salir. Y entonces, dentro de tres años vuelven a liberar a 500, 200, a los que sean…”, explicó a medios de prensa.
El líder de la Unpacu explicó que se negó a firmar la libertad condicional porque es inocente de los cargos que le imputan y antes de aceptar esas condiciones exigió quedarse en prisión, pero lo obligaron a salir.
En un mensaje público, la Cancillería antillana aseguró que el hecho no tenía nada que ver con la salida de la nación caribeña de la lista de países que patrocinan el terrorismo y la suspensión del Título III de la Ley Helms-Burton, y lo atribuyeron a las gestiones eclesiásticas, que no son de ahora, sino se sabe que son frecuentes, aunque sin éxito la mayoría de las veces.
El secretario de Estado vaticano, el cardenal Pietro Parolin, declaró el miércoles que es un signo de gran esperanza y abogó por que el año 2025 continúe en esta dirección
Ésta es la primera excarcelación de presos en Cuba desde 2019, cuando las autoridades indultaron a dos mil 604 reclusos, y la anterior fue en 2015, cuando tres mil 522 salieron de prisión antes de la visita del máximo representante de la Santa Sede.
Sin embargo, se hicieron virales declaraciones de la máxima autoridad de la Iglesia Católica en Cuba, el cardenal Juan de la Caridad García, en las cuales dijo que no sabía de mediación del Vaticano que contemplaba la liberación de presos.
“Me acabo de enterar ahora”, dijo el cardenal a Martí Noticias el martes, tras ser consultado sobre el anuncio. “No sé si va a haber liberación de presos porque esas gestiones se han hecho a lo largo de muchos años, algunas veces con éxito y otras no”, comentó, añadiendo que es algo que se le ha pedido al Sumo Pontífice muchas veces.
La administración del presidente saliente Joe Biden dio marcha atrás el martes pasado a una decisión tomada en 2017, durante el primer mandato del republicano Donald Trump, que regresará a la Casa Blanca el 20 de enero.
Además, en una sesión con periodistas, un funcionario estadunidense anticipó que esas medidas traerían un “rápido” alivio a los cubanos arrestados tras las protestas del 11 de julio, así que no hay que ser muy ducho para saber que sí hubo una negociación política detrás y no fue una obra de caridad como se quiere vender.
Volviendo a Ferrer, a lo largo de estos casi cuatro años sufrió todo tipo de chantajes, agresiones en prisión (el 9 de diciembre de 2022 lo golpearon delante de su hijo menor mientras estaba esposado), y en distintas oportunidades realizó huelgas de hambre porque entre otras cosas, estuvo casi dos años sin comunicación con su familia. Desde su arresto fue confinado en una celda de castigo, tecnológicamente preparada para su aislamiento, algo que humanamente no está concebido para más de una semana.
El deterioro físico del recluso fue confirmado en su momento por Monseñor Dionisio García, quien logró visitarlo en septiembre pasado en la cárcel de Mar Verde, en Santiago de Cuba, y reportó su estado preocupante.
Relató que los dos últimos meses los pasó junto a seis presos comunes, uno de ellos le robaba los alimentos y otro constantemente hacía armas blancas de cualquier cosa.
Sin embargo, lejos de doblegarse, se mantuvo firme y nada más salir su mensaje fue:
“No tengan miedo de enfrentarse a la dictadura. La tiranía no me iba a intimidar con matones”, dijo el santiaguero de 54 años.
Su figura es vista con admiración dentro de los propios opositores, muchos de los cuales lo ven como futuro líder en una Cuba democrática. Varias veces ha recibido ofertas del régimen de Miguel Díaz-Canel para abandonar el país y su posición ha sido inconmovible: “Prefiero morir en prisión que abandonar el país”.
Si bien no le falta razón en el sentido de que esta liberación es simbólica y en cualquier momento lo vuelven a arrestar (por estos días fueron castigados con hasta cinco años dos jóvenes que publicaron críticas al Gobierno y sus dirigentes en redes sociales), el tiempo que esté fuera puede ser una voz importante en la conciencia de los cubanos dentro de la Isla, temerosos de la represión.
Siguen en el aire las dudas sobre el trasfondo de esta iniciativa, pero al igual que en su caso, la nueva administración estadounidense puede dar marcha atrás en cualquier momento y volver a colocar a la Isla en la lista de Estados patrocinadores del terrorismo.
Esta misma semana, Marco Rubio, a quien el presidente electo escogió como secretario de Estado, esbozó el rumbo que tomará la política exterior de Estados Unidos en los próximos cuatro años, especialmente de cara a América Latina.
Durante una audiencia ante el Senado, que deberá aprobar su nombramiento, el hijo de inmigrantes cubanos que llegaron a Estados Unidos antes de la Revolución de Fidel Castro afirmó que la isla merece pertenecer a esa relación.
“Cuba se está derrumbando literalmente tanto a nivel generacional como económicamente”, afirmó y estimó que La Habana tendrá que tomar una decisión: permitir que los cubanos tengan el “control sobre su destino económico y político, aunque amenace la seguridad y la estabilidad del régimen” o “ser los dueños y controladores de un país del cuarto mundo”.