El Toque – Experimento de innovación social para una Cuba trasnacional

Foto: Ernesto González

Por José Jasán Nieves (El Toque)

HAVANA TIMES – La evolución de un proyecto como El Toque, una plataforma de comunicación que publica para audiencias cubanas desde 2014, es la historia de un grupo de cubanas y cubanos gestionando oportunidades únicas, mezcla de azar y del “momento histórico”, y descubriéndose capaces de sortear lo que a ratos parece un imposible.

Ha sido esta una historia de dar un paso a la vez, aunque esos pasos los hayamos querido dar muchas veces como si fueran saltos largos, corriendo, con la vista puesta en una meta ambiciosa y, por supuesto, tropezando. Empezamos menos de 5 personas, entre blogueros y periodistas, de la mano de periodistas latinoamericanos y cubanos radicados en Holanda. Hoy sólo en el equipo principal sumamos más de 30 personas, cubanas todas, produciendo y pensando desde 7 países diferentes.

Somos un proyecto que es difícil de encuadrar en un único rasgo (¿medio de comunicación? ¿Organización de la sociedad civil? ¿Empresa?) Publicamos noticias, sí, cada día, pero también análisis, reportajes de investigación, desarrollamos chatbots y aplicaciones móviles, compilamos bases de datos, hacemos podcasts y transmisiones en vivo para redes sociales. Somos, como el escenario del consumo de contenidos cubano, híbridos. Estamos online y offline y entendemos a Cuba como una nación superada por las barreras de la geografía, por tanto, para nosotros, todo lo cubano es aquello que involucre e interese a un compatriota, donde quiera que esté.

Si de definirnos se tratara, creo que una de las explicaciones más cercanas nos la ofreció la colega colombiana Renata Cabrales, quien nos consideró un “hub de innovación social”1. Creo que fue en extremo generosa, pero comparto que lo que nos mueve es generar nuevas formas de que la sociedad se empodere, usando las herramientas que la comunicación provee. Somos, desde esa perspectiva, un experimento continuo.

Gente con valores

La motivación económica ha sido el argumento preferido usado por personas identificadas con el gobierno cubano para “explicar” por qué tantos profesionales como nosotros, especialmente jóvenes, se integraron a los nuevos medios digitales, independientes, alternativos, no estatales, como quiera usted llamarles en toda su variedad temática y posicionamiento ideológico.

Acostumbrados a mal vivir (y a justificar) salarios paupérrimos pagados por el empleador estatal, sólo es concebible para ellos que alguien se atreva a salirse de los márgenes permitidos a cambio de dinero. Es una falacia construida intencionalmente para deslegitimar la rebeldía y es una mentira enorme que se vuelve cómplice de acusaciones de mercenarismo. Y es una falsedad que algunos de quienes la propalan puede que se la crean, pero que muchos otros saben que tiene patas cortas, porque en realidad de lo que se trata es de un asunto de dignidad.

Para nosotros no hay trabajo y compromiso profesional que deba emprenderse sin justa retribución. Si algo conecta a las decenas de personas con las que he tenido la oportunidad de trabajar en estos años es una clara vocación de servicio público (que es la esencia del periodismo) de participar en proyectos que sientan están aportando socialmente, en los que ellas y ellos satisfacen sus vocaciones, sus aspiraciones “subjetivas”, mientras por su tiempo y su talento reciben compensaciones dignas.

Fíjese que he usado adjetivos como “justas” y “dignas” porque no he conocido a nadie que se haya hecho “rico” de comunicador independiente en Cuba, y nosotros varias veces hemos estado en números rojos, cobrando con meses de atraso y mal pagándonos el tiempo. Vale decir que no hay pago en el mundo que compense el riesgo de ser encarcelado, los costos mentales de los interrogatorios y detenciones, de sostener con perfeccionada y oportunista doble moral falsas conversaciones “cordiales” con oficiales de órganos de seguridad estatal que disfrazan de cortesía y común interés patrio lo que en realidad son sus chantajes y empujones al exilio, sea asumido este último como simple acto migratorio o como el destierro de facto que muchas veces es la decisión de salir de Cuba. No será ocioso nunca repetir que, aun asumiendo que los pagos en medios digitales superen varias veces los salarios por roles similares en el ámbito de los medios de propaganda oficial, apenas alcanzan para enfrentar los costos de vida, dentro del archipiélago y mucho menos si son en el exterior.

Aún así, persistimos. Porque la dignidad no es sólo un asunto de ingresos que cubran los gastos fundamentales, sino también de respeto. La frustración que provoca lidiar con la censura y la desprofesionalización en los ámbitos estatales no debe ser menospreciada como causa también esencial de la sangría que deben enfrentar en sus plantillas. El irrespeto al talento humano es uno de los rasgos más claramente definibles del modelo laboral cubano.

En mis pocos años de profesión he visto como es obligada una joven a cambiar de rol en una redacción, desde un puesto gestionando redes sociales en el que demostró sobrados resultados, hacia un equipo de expertos de fabricar aburrimiento para las páginas, ahora en colores, de un periódico estatal. He visto programadores desarrollando productos de calidad internacional, que deben interrumpir su trabajo hasta que terminen de cuidar una cola en un banco, hacia donde han sido asignados, o tener que ofrecer disculpas por demorar una entrega tras varias horas en una cola del pan. Mientras así les trata el empleador estatal y su contexto, nosotros nos hemos esforzado porque nuestra realidad sea otra, de crecimiento profesional, valoración justipreciada, dignidad.

He contado todo esto porque la dimensión humana y profesional de la atención a nuestros miembros es un rumbo cardinal del proyecto El Toque. Nos interesa generar un clima laboral donde exista preocupación y ocupación por cómo se sienten y a qué aspiran los colegas, por crear oportunidades de superación, de experimentación y crecimiento, por generar oportunidades de percibir mejores ingresos también como resultado de su trabajo.

Construir una cultura laboral que apunte a los estándares más altos y superen el “cubaneo”, que no es más que falta de seriedad, es un propósito firme. Para esto es fundamental también construir un clima de cercanía y cordialidad, un verdadero sentido de equipo, sin que se confundan las relaciones con amiguismo o con reunión de un grupo de gente cuyo hobbie es hacer periodismo. No es un hobbie lo que hacemos, es una responsabilidad que implica obligaciones y derechos (contractuales) porque la supervivencia del proyecto no puede depender del estado de ánimo de una persona.

El Toque, Colectivo +Voces y CATAO: el medio, la ONG y la empresa

Primero fue el medio, eltoque.com, la publicación digital online y offline que, al quedar fuera de la organización no gubernamental holandesa que lo creó (RNW Media, la antigua Radio Nederland, de Holanda) necesitó una estructura legal para seguir existiendo.

Ante la imposibilidad de registrarnos como organización, asociación, medio de comunicación no estatal, empresa privada, cooperativa, trabajador autónomo (o cuentapropista) o cualquier otra fórmula legal en Cuba; decidimos constituirnos en persona jurídica allí donde pudiéramos.
Es muy tramposa la línea argumentativa del aparato de descalificación estatal que nos acusa, a nosotros y a otros proyectos mediáticos, de ser poco menos que “agentes extranjeros” por tener personalidad jurídica en otro país. ¡Como si pudiéramos registrarnos en Cuba! Pero ante la imposibilidad fáctica, solución práctica. He de agradecer por siempre una conversación con Roberto Veiga y Lenier González quienes en una calurosa tarde en La Habana me recomendaron indagar en países europeos sobre posibilidades para lo que en aquel momento llamaron “organizaciones cubanas legítimas no legalizadas”. Así mismo nos sentíamos nosotros.

Tras esa pista ocurrió luego lo que hemos contado en muchos espacios: se concretó la “ruta vaticana”, como en broma le llamaron algunos colegas holandeses a nuestra solución. La conexión establecida por jóvenes católicos polacos de misión en Cuba con jóvenes católicos cubanos que a la postre resultaron miembros del equipo de El Toque, nos abrió las puertas a conseguir personalidad jurídica en aquel país.

Así nació la Fundación Colectivo Más Voces (Fundacja Wspólnota Wielu Glosow, por su nombre en polaco) que ha sido desde abril de 2017 el pivote estructural de nuestro proyecto.

Teníamos claro entonces que, aunque estuviéramos al borde de la clausura por el fin del apoyo institucional y financiero que proveía RNW Media, no queríamos fundar algo sólo para nosotros. El Colectivo nació con la intención de ser sombrilla, de ser cantero donde germinen semillas de proyectos de comunicación (que no solo medios) de ser aceleradora también de aquellos que ya hayan nacido.

Así ha avanzado, con aciertos y desaciertos, con aprendizajes, con lecciones sobre cómo hacer convivir a varios proyectos diferentes en un mismo espacio y cómo eso puede fracasar (han fracasado varios intentos nuestros) A casi cinco años de su creación, está llegando un nuevo momento para el Colectivo, en tanto hemos decidido que deje de ser mero soporte funcional para que empiece a jugar, cada vez más, un papel activo como organización de la sociedad civil cubana, integrándose en el concierto de organizaciones regionales e internacionales que defienden los mismos valores de libertad de expresión, información, acceso y derechos humanos que defendemos nosotros.

Por último nació CATAO. Como resultado del apoyo recibido por el programa Velocidad, de Sembramedia, el International Center for Journalism y Luminate; entre 2020 y 2021 hemos recibido mentoría y recursos para crear una agencia de prestación de servicios de comunicación, que suena muy rimbombante pero no es más que la conversión a empresa de nuestras áreas editoriales. Nuestras diseñadoras, nuestros programadores, nuestros fotógrafos y videastas, los ilustradores, la correctora… suman un conjunto de profesionales con habilidades para generar productos por cuya venta conseguimos ingresos que aportan al funcionamiento de los proyectos editoriales.

Independencia financiera es independencia editorial, y si bien nos preciamos de contar con socios financistas en organizaciones de cooperación internacional que nos han permitido ser sus “grantees” sin condiciones ni intromisiones, también creemos que es necesario aumentar nuestra capacidad para aumentar paulatinamente los ingresos y demostrar que es posible generar un modelo de empresa de comunicación sostenible, con Cuba como centro, sin depender sólo de fondos de ONG’s.

Juntos pero no revueltos o cómo probar un modelo de independencia editorial bajo una misma sombrilla

Una de las características actuales del modelo de El Toque es que en lugar de integrar en paralelo otras marcas (como en su momento estuvieron las revistas Play Off, Apulpso y El Arca) ahora todo nuevo proyecto que desarrollamos lo acogemos bajo la sombrilla de la marca principal, El Toque.

Esto no significa de ninguna manera que se “subordinan” a lo que llamamos El Toque central, sino que se publican sus contenidos en la misma plataforma. Los equipos gestores de los proyectos conexos conservan total autonomía editorial y responsabilidad por sus publicaciones.

Este modelo de relación ha hecho posible desarrollar una sinergia que es única, hasta donde conocemos, en el ecosistema de medios cubanos. Por supuesto, contiene tensiones y riesgos, y demanda mucho diálogo para establecer consensos entre posturas que pueden llegar a ser muy diversas. Pero justo en esa complejidad, que es la de la democracia, vemos el valor principal de este modelo: a ser tolerante e inclusivo hay que aprender desde los espacios más inmediatos.

El experimento empezó con el suplemento de humor gráfico Xel2 y ha continuado con el podcast El Enjambre, el servicio de comunicación con perspectiva de género y contra la violencia machista, Matria, el proyecto de educación legal El Toque Jurídico y más recientemente la unidad de verificación y datos, DeFacto.

Fuera de este modelo de organización y funcionamiento que permite aprovechar recursos administrativos de manera transversal para los equipos (Contabilidad, Programación, Gestión de redes sociales, edición SEO, monitoreo de los impactos y seguimiento a las necesidades de las audiencias, entre otros) hemos conservado y sido fieles a nuestra vocación de colaborar con otros medios cubanos, como forma de fortalecernos entre todos.

Especial mención vale hacer para nosotros la alianza con Periodismo de Barrio (como núcleo central) para lanzar el servicio de información sobre el coronavirus en Cuba, que ha sido un punto de inflexión en el desarrollo profesional de nuestro trabajo, y que ha integrado a otros medios también en la cobertura, como AMPM Magazine. Agradecidos estamos de la cercanía con HavanaTimes y su director Circles Robinson, por cuya participación nos es posible disponer de nuestros contenidos traducidos al inglés desde hace meses. Con los colegas de El Estornudo y Rialta ha sido un aprendizaje compartir el acompañamiento a los eventos políticos tras la activación ciudadana del 27N, y nos alegra poder ayudar, así sea con pequeños consejos, a otras publicaciones como Q de Cuir y La Tinta.

Esta filosofía colaborativa trasciende nuestras fronteras como nación. Acumulamos muy provechosas experiencias de aprendizaje con colegas latinoamericanos como Connectas, de Colombia; Chequeado, de Argentina; Distintas Latitudes y Borde, de México; y nos sentimos honrados de pertenecer a la Red de Periodismo Humano, coordinada por Red/Acción, de Argentina.

Levantar la vista del ombligo propio y ofrecer con humildad lo que tenemos, respetando toda la diversidad de posturas que existan y exigiendo que se respeten las nuestras, es un principio también de nuestro trabajo. Conectar a Cuba con su región más inmediata es una forma de romper la condición insular que repetimos y nos confunde y es al mismo tiempo un modo de abrirnos como sociedad. En eso también queremos aportar.

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