El romance con Cuba de ciertas izquierdas

Por Repatriado

Foto: Alexander Londoño

HAVANA TIMES – Tras 60 años, el proyecto político cubano sigue siendo paradigma para parte de la izquierda mundial, recorramos simplificadamente los hitos de esta ambivalente historia de amor de los que admiran a Cuba, pero no se han mudado aun para acá, prefiriendo defenderla desde Boston o París.

A finales de los 60 ya la Revolución estaba agotada en lo práctico, aunque viva en lo ideológico; Fidel, con gran habilidad, usó los bruscos pero necesarios, al menos en cuanto a salud y educación, acertados cambios sociales que durante esa década se realizaron para crearse una imagen internacional, aceitada con periódicos golpes de efecto propagandísticos.

Tan pronto como la economía perdió la inercia de los 50, y aún más cuando los voluntarismos terminaron de quebrarla en el mismo 70 con su fracasada zafra, era obvio que no había sostén para los logros ni lo habría en el giro estalinista que se le imprimió por motus propio y no por presión soviética, tomando medidas tan antisocialistas como la nacionalización de absolutamente todo emprendimiento o empresa privada.

Esa realidad no desanimó a toda una generación de intelectuales europeos y latinos, hijos de las transformaciones del boom económico post II GM que había llevado a una desincronización entre distribución de capitales y distribución de derechos, quienes vieron en el proyecto cubano este anhelado ajuste, y admiraron, una vez más, el caudillismo latino.

No permitieron, de momento, que la realidad les arruinara tan bonito ejemplo del espíritu utópico del Mayo del 68.

Con una Europa en los 70 escorando hacia su modelo de “estado del bienestar”, USA entre los 60 y 80 actualizando una serie de derechos postergados y en América Latina aislados, pero notorios focos demostrando poder alcanzar semejantes logros sociales sin sangrías revolucionarias o a pesar de estas, provocó que muchos de los intelectuales que antes aplaudían la política de Fidel comenzaron a distanciarse.

Perdido el artificial sostén soviético, en la ensoñación comunista antillana se hizo patente la pobreza mal distribuida pero bien generalizada. Las grandes masas sociales de la izquierda mundial fueron paulatinamente alejándose ante el triste espectáculo de quiebra entre discurso y realidad, entre consignas y millones de cubanos escapando de una isla supuestamente gobernada por el estado más justo de la historia.

Ignacio Ramonet en una visita a la casa de Fidel Castro. Foto: Estudios Revolución

Aun después de esta huida en masa, o de masas, quedaron o surgieron personajes de real calado intelectual como Noam Chomsky e Ignacio Ramonet. Ilustro con ellos dos acercamientos arquetípicos de idilio postrero con el ideario fidelista.

Chomsky hizo aportes enormes desde la lingüística, su gramática transformacional revolucionó la sicología y el cómo se entiende el desarrollo del habla; ese prestigio intelectual lo desplazó posteriormente al campo político desde donde se consagró en una campaña contra el sistema estadounidense. Podemos estar de acuerdo o no con sus críticas, pero en su país es libre de hacerlo. Encontrando en el líder cubano sintonía en su animadversión, unió su cruzada anticapitalista con una defensa de los Castro.

Ramonet es un escritor y periodista influyente y reconocido, defiende un mundo sin los males de la globalización neoliberal y promulga la redistribución tributaria. Su acercamiento parece basarse en un feeling personal con el mesianismo caudillista, hay una retroalimentación en la que Ramonet les sirve como propagandista mientras disfruta del acercamiento al ídolo de su juventud.

A ambos los creo personas de inmensa cultura e inteligencia, de gran sensibilidad e implicación con la mejora humana, sin embargo, el primero tiene que saber y sabe que si fuese cubano y criticase al Gobierno una mínima parte de lo que lo hace al estadounidense viviría en la cárcel o en el siquiátrico. El segundo tiene que saber y sabe que si fuese cubano su autonomía intelectual se limitaría a constantes loas al Estado.

Entiendo que en la izquierda necesitemos paradigmas y que es difícil encontrarlos en el manicomio norcoreano, en el ultracapitalismo chino o en los lejanos parajes vietnamitas o laosianos, pero coño Noam, coño Ignacio, coño resto de izquierda aún enamorada de Fidel, critiquen al imperialismo y luchen por la humanidad, pero recuerden que Cuba no es solo Castro y esta pequeña parte del género humano también tiene derecho a la libertad, defiéndannos.

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