El Pecado Original del Fidel de los cubanos

Por Repatriado

Primero de mayo 2017. Foto: Cubadebate.cu

HAVANA TIMES – Antes del 59, en Cuba la democracia era formal, no verdadera; de hecho, el triunfo fidelista se da en uno de los periodos de la historia cubana que ocasionalmente detenían el proceso de construcción democrática. Sin embargo, esa democracia formal no era poca cosa, era paso previo imprescindible para llegar a una verdadera y fue el caldo de cultivo donde nació la conciencia civil-democrática en la sociedad.

Así que no digo que Fidel terminase con la democracia cubana, con lo que acabó fue con ese “espíritu” civil-democrático, una cultura institucional y de estima de lo que los anglo llaman el rule of law, el constitucionalismo.

Aun cuando en la república anterior al 59 hubo “hombres fuertes” y dictadores, José M Gómez, Machado, Batista, coexistía un sistema de contrapeso institucional de raíz democrática compuesto por partidos organizados y legales de oposición con líderes socialmente reconocibles, sindicatos independientes y militantes, prensa crítica y plural, sociedad civil activa y económicamente autónoma del Gobierno.

Ese entramado hacía que por mucho poder que alguien acaparase dentro de la Isla nunca era absoluto ni definitivo, por ello no podía sustraer de la sociedad el espíritu político, la iniciativa individual o el simbolismo compartido por encima del individuo que gobernase.

El Partido-Gobierno, herramienta de Fidel antes y Raúl luego, verticalizó la sociedad cubana concentrando no solo el poder, sino la iniciativa y el simbolismo nacional.

Desaparecieron los partidos opositores, estableciendo constitucionalmente la hegemonía y monopolio de un solo partido que es a la vez gobierno indiscutible, eliminándose no solo la existencia de otras formaciones, sino las posibles individualidades opositoras.

El monopolio del poder deriva en la inexistencia de contrapesos institucionales, el legislativo es apenas teatro esperpéntico, mientras el sistema electoral y el judicial están obscenamente subordinados al Partido Comunista de Cuba (PCC).

Los sindicatos se desnaturalizaron, en vez de representar a los trabajadores frente al poder, representan al poder frente a los trabajadores, solo siguen existiendo debido a la cuasi obligación de afiliarse que sufren los trabajadores y a que son el medio de distribución de dádivas del Gobierno, desde acceso a una instalación vacacional hasta un electrodoméstico, pasando por el derecho a la educación preescolar o de promoción laboral.

La prensa se hizo monolítica en el mensaje triunfalista y servil al liderazgo revolucionario. Si bien el Departamento Ideológico del Comité Central, órgano inquisidor que rige el simbolismo en Cuba mediante el control de prensa, educación, ciencias sociales y política editorial, en tiempos de Raúl ha permitido superficiales críticas a elementos tangenciales como los precios agropecuarios, casos de corrupción a muy bajo nivel o el burocratismo, el meollo del asunto, la crítica a la decisiones políticas centralizadas es aún tabú.

La sociedad civil perdió toda capacidad de iniciativa u organización autónoma, la palabra “voluntario” es sinónimo de obligatorio. El Gobierno formalizó todas las organizaciones “de masas” necesarias para involucrar y controlar a la población, asociaciones estudiantiles, profesionales, campesinas, obreras, vecinales, intelectuales, una organización y solo una para cada estamento de la sociedad y todas dependientes del Gobierno; no pertenecer y obedecer a la que te toque es asunto peligroso, pensar en hacer otra es pura fantasía.

La economía se estatalizó por completo. Hoy eso se matiza con el marginal “cuentapropismo” que aunque supuestamente está en manos privadas y, de hecho, lo está como administradores, no se les reconoce personalidad jurídica empresarial, se les minimiza su capacidad de organización y se les mantiene a un nivel de subdesarrollo, estando más ocupado el Gobierno en impedir que prosperen que en facilitarles su desarrollo.

Con la actual suspensión “temporal” de licencias se demuestra que el cuentapropismo no es economía privada, sino distributiva dentro del monopolio estatal, el cual puede borrar el cuentapropismo cuando se le antoje, cosa que ya ha hecho en más de una ocasión anterior.

No menos importante ha sido la manipulación simbólica de lo nacional y lo nacionalista, aspectos trascendentales en un proyecto de sociedad que luego de 400 años de colonia estratificada por razas y clases, comenzaba a galvanizar como nación y para ello elaboraba la simbología pertinente, apropiándose de los valores históricos que pudieran ser transversales y por ello fuente de compactación de la sociedad heredada en 1898 con el triunfo cubano-americano sobre España.

El Partido-Gobierno se apropió de ese impulso y lo encausó a la exacerbación del nacionalismo contencioso hacia lo exterior con su artificial y forzado diferendo con EE.UU. para justificar el perenne estado de sitio y urgencia, mientras que hacia adentro mezcló la idea de nacionalidad con fidelidad al líder, al Partido e incluso a una ideología.

Luego de estos 60 años de Revolución, quebrada y borrada la conciencia civil-democrática ¿seremos capaces de volver a la senda democrática? Esa incertidumbre que nos lega a los cubanos su Revolución, es el pecado original de Fidel.

2 thoughts on “El Pecado Original del Fidel de los cubanos

  • Excelente

  • Disfruté la lectura y estoy despejando las dudas sobre cómo quedará la imagen de fidel en la historia de cuba

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