El pan nuestro de cada día

Janis Hernandez

El pan de cada día para los cubanos.

HAVANA TIMES — El pan es un alimento básico de la humanidad, que se elabora desde tiempos inmemoriales. Su consumo es cotidiano. Y sus ingredientes muy sencillos, basta con mezclar harina, levadura, agua y sal para su preparación.

Lo hacían los egipcios en la antigüedad. Era comido también por los hebreos. En Roma, durante la República, ya había hornos públicos para su producción.

En la edad media se elaboraban distintos tipos y, como consecuencia, comenzó su comercio. También el pan era manera de definir las castas en el Medioevo. El pan blanco era un privilegio de los ricos y el pan negro era para el resto de la población.

En el siglo XIX empezaron a emplearse máquinas con que hacerlo. Ya en el siglo XX, estas eran muy modernas y algunas, automáticas. En la actualidad es un comestible muy demandado.

En Cuba, suele ser el monarca de la mesa en los desayunos y las meriendas. Y para muchos, incluso, puede ser la comida del día. Pero durante años el pan ha sido razón de innumerables quejas por parte de la población.

Las protestas o manifestaciones de desconcierto han transitado desde caricaturas, chistes y parodias, planteamiento en las Asambleas de rendición de cuentas del Poder Popular, hasta ser tema a abordar en espacios televisivos.

El pan, como todos los alimentos básicos en Cuba, igualmente es censado y a cada persona le toca solo una bola de pan diaria. También se vende de forma “liberada”, pero a veces es difícil alcanzarlo, porque los cuentapropistas lo compran en grandes cantidades para revenderlo en las calles.

Todos los miércoles en la noche, el profesor Calviño en su programa televisivo Vale la Pena, trata temas del comportamiento humano y de su impacto social. La semana pasada, aunque el comentario iba referido al conformismo; la anécdota empleada acontecía en una cola para comprar el pan.

Y de paso, no dejó de acotar la mala calidad que con frecuencia tiene. El 50 % de su producción destinada a la venta liberada, nunca está en los mostradores de las panaderías, sino en las bolsas de los revendedores ambulantes.

El Telecentro de la ciudad santiaguera tiene también una sección que se trasmite los viernes en la tarde para recepción y análisis de quejas de los moradores de la localidad.

Por supuesto que el pan ha sido uno de las cuestiones que mayor protagonismo han tenido en dicho espacio, habiéndole dedicado hasta más de un programa. Con materiales audiovisuales, que recogen tristes imágenes de falta de higiene en la elaboración, entrevista a clientes inconformes, en fin…

Amonestaciones públicas a los directivos responsables, separación del puesto de trabajo de ayudantes y maestros panaderos, críticas y escusas de todo esto, llevan esos tipos de programas.

Pero nada cambia, el pan sigue teniendo menos del gramaje requerido. Sigue estando falto de grasa. Los revendedores siguen acaparando grandes cantidades y haciendo negocio.

El pan expedido en divisa es de mejor calidad que el censado o el vendido en moneda nacional, lo que me hace recordar el medioevo y la diferencia de castas.

Imagino que los religiosos que acostumbran a hacer sus diarias oraciones sientan que de alguna manera el Señor está enfadado con ellos, cuando le piden: Danos nuestro pan de cada día…, y muchas veces, lo que reciben es aquella mixtura inmasticable.

 

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