El nuevo arzobispo de La Habana enfrenta la censura permanente a su Iglesia

Vicente Morín Aguado

La Catedral de La Habana
La Catedral de La Habana

HAVANA TIMES — La censura estatal sobre la Iglesia Católica permanece a pesar del probado esfuerzo de Su Eminencia Jaime Ortega Alamino en sentido contrario. No había transcurrido un mes desde la última visita papal a Cuba cuando Palabra Nueva, revista de la arquidiócesis de La Habana, reclamaba “un paso necesario sería remover definitivamente las restricciones que pesan sobre todas las instituciones religiosas y permitirles desarrollar su trabajo libremente”.

El  entonces director de la publicación, Orlando Márquez, renunció a su responsabilidad editorial días antes del relevo de Su Eminencia Ortega. Las razones del también vocero de la institución religiosa fueron “estrictamente personales”.  No hay asombro, renunciantes anteriores ligados a los escasos medios de comunicación permitidos al catolicismo en el país se han expresado con similares expresiones o sencillamente nada dijeron públicamente.

El primer apretón tuvo lugar en el 2006, cuando la revista Espacios debió asimilar  “recomendaciones”, nunca públicamente debatidas, pero sí aceptadas, cambiando nombre y perfil editorial, rebautizada Espacio Laical. En lo esencial evitó reportajes al directo sobre la difícil cotidianeidad, centrándose en artículos de alto vuelo intelectual, un tanto lejanos del lector medio.

Otro “conteo de protección”, al estilo boxístico, le tocó a Vitral, entrega periódica impresa bajo la responsabilidad del obispado pinareño, cuando su director Dagoberto Valdés debió optar por un proyecto propio que ahora se llama Convivencia. Noticias de última hora dan cuenta de que agentes de la Seguridad del Estado impidieron a varios profesionales cubanos asistir a un Foro auspiciado por el mencionado proyecto en la ciudad de Pinar del Río.

Si de renunciantes se trata, la mayor celebridad corresponde a Lenier Mederos y Roberto Veiga, de Espacio Laical, quiénes en el momento de abandonar sus responsabilidades en la publicación, profesaron el conocido mutismo que caracteriza a la Iglesia Católica en Cuba.

Al paso de los años, al abordar el controvertido diálogo Iglesia-Estado, Lenier terminó reconociendo que: “El proceso de diálogo que se inició en ese momento polarizó políticamente a la Iglesia. Los detractores del acercamiento entre la Iglesia y el régimen consideraban que con ese diálogo político la Iglesia no ganaba nada”.

Sobre el tema escribió recientemente el columnista Michel Suárez:

“Dado sus antecedentes, difícilmente la Iglesia Católica cubana conseguirá abandonar el secretismo informativo con que sus actuales jerarcas se manejan. Ni Ortega ni Dionisio García, ni Juan de la Caridad ofrecen ruedas de prensa, ni se dejan entrevistar fácilmente. Todos han preferido la tranquilidad del diario Granma, que no reseña sus labores eclesiales, pero tampoco los critica.”

No es exacto en cuanto al Cardenal, sobre todo, fuera del país, pero la apreciación anterior se corresponde con los hechos. Un caso particular ocurrió durante la primera semana de noviembre pasado, cuando el Centro Loyola de los Jesuitas en La Habana inició un programa de reuniones abiertas al público para debatir  los resultados de la visita del papa Francisco.

El portal web Diario de Cuba encabezó el primer reporte sobre ese evento con las siguientes palabras del Superior de la Orden en nuestro país: “Las cosas deben nombrarse en verdad, aunque pueda no gustar el hacerlo. Aceptar el conflicto social, ponerle nombre al conflicto”.

Parecía un inusitado cambio en la  tradicional postura cautelosa del catolicismo nacional, pero pronto vino la rectificación. El tercer encuentro del Foro Loyola fue suspendido sin explicación oportuna, cuando se esperaba la presencia en calidad de moderador del prestigioso laico y periodista Dagoberto Valdés, quien siendo invitado y no promotor, desistió opinar sobre el hecho.

Es tiempo de regresar a la actualidad de monseñor Juan García. De las múltiples opiniones vertidas por la curia cubana al ser nombrado Arzobispo capitalino, resaltan las siguientes, dichas por su similar José Félix Pérez, secretario de la Conferencia de Obispos:

“Creo que con el nombramiento de monseñor Juan García la Iglesia de La Habana va a tener una nueva línea, un nuevo enfoque, una presencia pastoral muy abierta a lo que es la realidad del pueblo cubano y su sufrimiento.”

Atención al interpretar la retórica de la jerarquía católica. Cuando se dice “realidad del pueblo cubano y sufrimiento”, bien puede quedarse el asunto, en términos prácticos, limitado a limosnas y demás actos caritativos, sin intromisión en las causas políticas de esa realidad.

Así y todo, la inconformidad es tal, que suavemente no dejó el citado José Félix de reclamar:

“Logremos todavía todo aquello que nos falta para poder tener una acción evangelizadora más acorde con las circunstancias de libertad religiosa, acceso a los medios de comunicación, presencia en la educación, etc.”

Tales son los retos que enfrenta el Arzobispo habanero, quien ocupa, de hecho, la preeminencia entre los 11 obispos cubanos, al ser La Habana la diócesis más importante del país.

One thought on “El nuevo arzobispo de La Habana enfrenta la censura permanente a su Iglesia

  • Muy buena la información Vicente.Gracias.

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