El más codiciado de los perfumes

Crónicas de muertes que pudieron prevenirse estando anunciadas a la vista de todos

Vicente Morín Aguado

El incendio Santiago de Cuba de agosto pasado. Foto: cubadebate.cu

HAVANA TIMES — Mientras otros reían empinando el vaso yo estaba perplejo ante los casi interminables minutos del video que acababa de ver, inesperadamente, en un bar de La Habana.

La grabación era o es, debió ser copiada de televisoras extranjeras, un material improvisado, de cámara propia de un aficionado, pero con la verdad descarnada de quien tuvo el privilegio de estar en el lugar de los hechos y filmarlos.

Antes la prensa nacional nos habló de un accidente a finales de agosto en el CUPET de La Trocha, Santiago de Cuba, donde al verterse gasolina a la calle, finalmente se produce un incendio que ocasionó más de treinta quemados, algunos de ellos muy graves. Posteriormente supe de varios fallecidos a pesar de los cuidados médicos.

Describir lo visto es reflexionar sobre la realidad y sacar no propias conclusiones solamente, como bien dice el comentarista Taladrid, sino conclusiones colectivas que son mucho más importantes.

Esperando por el informe final de las autoridades, sabemos ante el testimonio filmado que un vehículo impactó una bomba de gasolina, provocando el vertedero de carburante, rápidamente convertido en arroyuelo, no de románticas y cristalinas aguas, sino de un muy conocido y peligroso líquido inflamable.

Llegan los bomberos en un carro propio de su trabajo, vestidos con la ropa adecuada para su arriesgada misión, miran, vuelven a mirar y olvidan su principal función: Prevenir.

Los trabajadores de la gasolinera tampoco se mostraron a la altura de las circunstancias. Habían extinguidores en posición de combate, sin embargo, las mentes de quiénes debían usarlos estaban en otro rincón del espacio.

Lejos de alejar al público del lugar, evacuar, en fin evitar la implicación directa de las personas en un inminente incendio, se aglomeraron alrededor de la bomba y su río de gasolina, numerosos “pescadores” del preciado Oro Negro, acopiando el carburante hasta con los cascos de protección de los numerosos choferes de motos allí presentes, algo natural en Santiago, ciudad donde este vehículo funciona tradicionalmente como un mini-taxi.

Pasó el tiempo y pasó lo esperado aunque un tanto tardío: ¡A correr que por ahí viene la policía! Se produce la esperada huída de los improvisados e irresponsables ladrones, principalmente manejando motocicletas.

Una chispa hace arder la gasolina, que avanza encendida hasta la bomba y de ahí al depósito principal, concluyendo en la gran explosión. Finalmente pude ver a los apagafuegos operando sus mangueras y demás aparatos.

 Vicente Morín Aguado:  morfamily @ correodecuba.cu

 

One thought on “El más codiciado de los perfumes

  • par de Conclusiones:
    1. La necesidad es una variable importante en la formula del sentido comun.
    2. La gente le tiene mas miedo a la policia que a muchas cosas.

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