Dolarización en Cuba, el nuevo “invento”

Por Francisco Acevedo
HAVANA TIMES – A inicios de la semana pasada el anuncio de que el dólar comenzará a circular libremente en comercios de Cuba sorprendió a algunos, en otra jugada del Gobierno por mantenerse a flote en medio de la profunda crisis económica del país.
Buena parte de esta crisis es precisamente la falta de moneda dura, arreciada por las medidas recientes de la flamante administración Trump, que acaba de dar otro paso más en el endurecimiento de su política hacia Cuba con la suspensión del envío de remesas por Western Union.
Era esa una de las principales vías para captar divisas a través de entidades asociadas directa o indirectamente con el Estado cubano, y pese a que se venía venir tras la inclusión de Orbit S.A. en la lista negra, se aprecia como una respuesta a la dolarización iniciada el lunes pasado.
Se trata, dijo el primer ministro, Manuel Marrero, de una medida coyuntural para captar los dólares que están en poder de ciudadanos cubanos a través de las tiendas que operaban en la moribunda Moneda Libremente Convertible (MLC) o nuevos emplazamientos de emprendedores privados.
“Es un proceso necesario para poder adquirir divisas que se están moviendo de manera ilegal en la sociedad y que haya un control del Gobierno sobre las mismas, y ponerlas en función del bienestar de la población”, dijo sin ambages el funcionario.
Desde inicios del año comenzó la circulación del USD en gasolineras y luego se extendió a establecimientos del turismo, pero cuando el ambiente se caldeó fue en diciembre con la apertura del supermercado del Hotel Grand Muthu Habana, al oeste de la capital.
Las autoridades reconocieron que las tiendas en dólares continuarían en expansión, como recurso extremo (y temporal) para recaudar moneda dura en el corto plazo, en una red supuestamente minoritaria, pero así mismo empezó la historia del MLC y todavía está vigente.
No obstante, es bueno aclarar que el alcance de la dolarización parcial acordada en estos momentos abarca a emprendimientos puntualmente decididos, no es para cualquier negocio privado, y de momento las esferas en que se aplicará la dolarización alcanza al turismo, las Casas del Habano, clínicas, farmacias, ópticas internacionales y los aeropuertos, incluido el pago de aranceles en divisas.
Hasta ahora solamente 16 negocios aplican la variante: ocho vinculados con el sistema empresarial atendido por el aparato de comercio interior (uno mediante un contrato de asociación económica internacional), tres dedicados a la comercialización mayorista, y cinco empresas mixtas que tienen aprobada la comercialización mayorista y minorista de bienes de consumo y productos varios para la población.
El Banco Central de Cuba (BCC) sigue insistiendo en que el MLC no desaparece, pero si ya la confianza popular estaba resquebrajada, ahora recibe un tiro de gracia al reducirse notablemente los espacios en los cuales tiene validez.
El BCC aseguró que las cuentas en esa controvertida figura monetaria no desaparecen y mantienen plena vigencia, pero en la realidad en la calle el ciudadano intenta salir de ella lo más rápido posible, ante el peligro de que desaparezca definitivamente.
Creadas en 2019 como recurso de la banca para dar entrada a la moneda libremente convertible, estas cuentas y las tarjetas digitales que les acompañan se convirtieron en moneda virtual, porque solamente podían utilizarse dentro del país, ya afectado por esta dualidad desde que existía el CUC, fallecido en 2020.
Como es prácticamente imposible recuperar en efectivo este dinero, que se depositó en dólares reales para crear las cuentas, la población se vuelva ahora a los comercios que restan con este servicio para comprar lo poco que existe allí ante el peligro de ver escabullirse esos recursos como agua entre las manos.
No ayuda en nada el desabastecimiento creciente de las tiendas creadas para atender la demanda de propietarios de cuentas en MLC, y algunos establecimientos incluso cerraron ante la falta de productos.
De hecho, en enero del 2025 el valor informal cayó a unos 240 pesos por un MLC, alrededor de 100 pesos por debajo de la cotización del USD, y ahora se priorizan otras tarjetas, como la Clásica de Fincimex o las internacionales MasterCard y Visa, entre otras.
Si bien la aparición del CUC en 1994 contribuyó a que el país remontara de alguna manera la crisis del llamado Período Especial, según admiten la mayoría de los economistas, su extensión excesiva en el tiempo, a partir del 2004, agravó los males asociados a la dualidad monetaria y cambiaria, precisamente lo que se quiere evitar ahora con esta dolarización parcial de la economía cubana, al llamarla coyuntural de alguna manera.
Los enredos que provoca esto en la contabilidad, la transparencia y la eficiencia de las empresas, sean estatales o mixtas, es otro lastre difícil de solucionar porque se suma también el depauperado peso cubano (CUP) en la ecuación y eso hace insostenible el esquema.
La enorme diferencia es que en los países dolarizados, como El Salvador y Ecuador, los salarios son en dólares y no existe ya la moneda nacional.
Aquí la estrategia es evidentemente recoger todo el circulante y controlar ese mercado, como admitió Marrero abiertamente, y se pone en un papel secundario el aumento de las desigualdades sociales.
De alguna manera continúa el círculo vicioso, pues se recuperan divisas, que vuelven a salir para importar, y no se acaba de dar la transformación de las empresas estatales para impulsar su competitividad.
Son los cambios integradores en lo económico los que pueden rendir frutos a largo plazo, como una reforma integral de cambios macro económicos, micro económicos, de incentivo a la producción y cambios estructurales unido a la protección a los trabajadores. Sin embargo, seguimos dando golpes de timón sin entrarle de frente al problema, como se dice en buen cubano.
Este experimento de dolarización parcial se aplica desde hace unos años en Venezuela y, como se ha visto hasta ahora, es muy difícil luego de revertir, cuando ya cumplió el objetivo inicial de captar divisas. Si ellos, con una economía mucho más sólida, no lo han podido hacer, qué quedará para la nuestra.