Después del informe en la OEA sobre Nicaragua, ¿qué?

Por Manuel Sandoval Cruz*

Ruth Tapia es la representante actual de Nicaragua ante el Consejo Permanente de la OEA:   Foto: Juan Manuel Herrera/OAS

HAVANA TIMES – El pasado 25 de noviembre, el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA) sesionó para dar a conocer el informe que presentó la Comisión de Alto Nivel Diplomático sobre Nicaragua, creada en el seno de este por mandato de la resolución que aprobó el 28 de junio del corriente, en la Asamblea General de la OEA (Medellín, Colombia).

En dicho informe, la Comisión afirma que, dada la violación sistemática de derechos humanos y la situación que prevalece en el país desde abril de 2018, “conducen a una alteración del orden constitucional que afecta gravemente el orden democrático en los términos del artículo 20 de la Carta Democrática Interamericana”.

Lo interesante del informe, lo que concierne a este artículo, es la recomendación del diálogo. ¿Otra vez el diálogo? Sí, el sistema interamericano recomienda un tercer diálogo con la dictadura, quieren que esta salida se dé en el marco de una negociación entre las partes: la dictadura y la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia.

Sin embargo, la OEA ha visto que en el país el diálogo no ha funcionado, al contrario, ha servido para oxigenar la táctica represiva del régimen que ha dejado muertes, desapariciones forzosas, cárcel, exilio y un deterioro acelerado de la economía.

No es que se niegue que el diálogo como instrumento alterno para la resolución de conflictos sea inútil, este funciona cuando existe voluntad política gubernamental para darle solución al conflicto que originó el terrorismo estatal que se lidera desde el bunker presidencial El Carmen.

Hemos visto, analizado y se ha evidenciado qué tanto funciona este en regímenes como los de Venezuela (primero en Venezuela, luego en Noruega y por último en Barbados), o ¿cuándo hemos visto resultados significativos de un diálogo en Cuba?, y ya en nuestro caso, ¿Qué resultado de solución a la crisis dieron los dos intentos en el país? Ni del Seminario de Fátima, menos del INCAE salieron resultados en materia de justicia y democracia, principales demandas del pueblo nicaragüense.

Ortega-Murillo solo van a dialogar cuando les sea insostenible financiar el presupuesto del Estado, cuando su dinero, seguridad y bienes (obtenidos por enriquecimiento ilícito) se vean amenazados por las sanciones o por las presiones internas, las más eficientes contra la dictadura. Así, por ejemplo, el caso de Bolivia: no hubo diálogo, la oposición se debió al pueblo y lograron el cese de la presidencia de Evo Morales cuya permanencia en el poder carecía de legitimidad de origen.

Todo lo antes dicho deja dos lecciones simples y complejas a la vez:

Primero: no podemos caer en el juego de reanudar un diálogo cuyos intereses de fondo sea evitar un mayor daño económico al país. Reitero lo que dije hace un par de meses en otro artículo que mientras Ortega-Murillo sigan en el poder no habrá recuperación de la economía. La principal demanda es justicia y democracia, es la ruta por la que debemos apostar sin titubeo alguno. Es la exigencia ética de las víctimas, de sus familiares y de quien anhele paz y libertad en Nicaragua.

Segundo: apostar dentro de las organizaciones de oposición por una estrategia de presión contra la dictadura, consensuada con el pueblo o por iniciativa de este, que logre las reformas necesarias para creer en el sistema electoral, la libertad de las personas aún secuestradas por el régimen, el retorno de los exiliados, reingreso de los organismos de derechos humanos, el desarme de paramilitares y el restablecimiento de las libertades públicas. Sin ese mínimo de condiciones, no hay ni debe haber diálogo.

Por supuesto, si la Comunidad Internacional fuese más célere en la aplicación de las sanciones, si la Asamblea General de la OEA logra la suspensión del estado de Nicaragua y la eficiencia de un paro nacional, otra fuese la actitud de la dictadura al verse, una vez más, acorralada en todos los frentes y sin opción alguna. Es tarea colectiva la de lograr esas acciones. No hay otra manera de doblegar al régimen que estas presiones internas y externas, para evitar una guerra civil que deje mayores pérdidas que lamentar.

*El autor es universitario nicaragüense en el exilio.