De “lo más grande” a lo más sencillo pero complejo

Por Aurelio Pedroso  (Progreso Semanal)

HAVANA TIMES – Culminada esta primera parte del mega jolgorio por los 500 años de fundada esta villa, salpicada con la nueva mala del Golpe de Estado en Bolivia a la par del controvertido asilo de Evo Morales en México, donde como nunca antes se hizo un sobresaliente esfuerzo constructivo y reconstructivo en algunas instalaciones llamadas casi a una demolición total, como el afamado Mercado de Cuatro Caminos, acaba de comenzar una nueva etapa no precisamente de fiestas a diestra y siniestra.

Desde los más suntuosos empeños, como el citado mercado, la remodelación del Capitolio, el nuevo hotel de lujo Paseo del Prado, la vuelta al turismo del Castillo de Atarés, hasta otras más populares, como complejos recreativos, históricos restaurantes o campos deportivos y simples bodegas de barrio, entre otras tantas más, caracterizaron la etapa previa a la famosa vuelta a la ceiba del templete y esa intensa lluvia de fuegos artificiales regalados por Canadá.

Visitas extranjeras no faltaron, aunque pudieron ser más. Tal vez la más significativa e incompleta fue la de Sus Majestades del Reino de España que, previo a la gran conmemoración, tomaron camino hacia la península desde Santiago de Cuba y no participaron en las actividades oficiales.

Hasta el momento, las autoridades provinciales no han dado cuenta del enorme monto monetario que significó tal regalo a la ciudad en su cumpleaños de medio milenio de vida, en condiciones en extremo adversas para la economía local, con el fuerte pulso entre el dólar norteamericano y el Peso Cubano Convertible (CUC).

Precisamente de la tierra del dólar vino un mensaje poco publicitado, nada menos que de un añejo enemigo del gobierno: Michael Kozac, secretario adjunto del Departamento de Estado, en el que felicita vía Twitter al pueblo capitalino por la ocasión. Parece haber olvidado el señor Kozac que su departamento es quien promueve y dificulta que los habaneros accedan a la reunificación familiar entre cubanos de ambas orillas, entre otros males aplicados, no a las autoridades cubanas, sino al propio pueblo al que congratula.

Se impone ahora lograr mantener el esplendor que va tomando la capital y que los servicios, alimentación y gastronomía se mantengan estables. Una cifra tan redonda de por sí no logrará cambiar la mala costumbre de, por ejemplo, ensuciar los parques y la incompetencia de mantener suministros que desaparecen cuando la gente más lo necesitan.

Ojalá que la publicitada Casa del chocolate, por citar un solo caso, sea la excepción de la regla. Poco tiempo después de su inauguración y a raíz de una obligada visita a la funeraria que casi comparte esquina, cuál no sería la sorpresa al comprobar que prácticamente la única oferta era la miel de abejas. Por esas cosas que pasan a veloz paso por las entendederas, pensé que habían equivocado el bautizo y que tal sitio era El panal de Zanja y Belascoaín.

Si se llegara a interpretar con total profundidad el lema de “por La Habana, lo más grande”, habrá que pensar y actuar con la misma intensidad y sin temores a los cambios de mentalidad.