Cuentas en Cuba de empresas extranjeras congeladas

Fotografía de la fachada del Banco de Crédito y Comercio, en La Habana (Cuba). EFE/ Ernesto Mastrascusa

HAVANA TIMES – La bomba acaba de estallar, luego que las autoridades cubanas comunicaron esta semana a varias empresas extranjeras que no van a poder utilizar libremente las divisas que tienen en cuentas bancarias en el país, que en total ascienden a varios millones de dólares.

De un plumazo, el Gobierno cubano les prohíbe sacar esos fondos y les obliga a usarlos únicamente para operaciones dentro Cuba.

Nada más salir, fue general el malestar generado por el anuncio, que además llegó de improviso y se está realizando medio en secreto, a través de encuentros individuales con representante de compañías, según explicaron ellos mismos.

Todavía estamos esperando la nota oficial al respecto, pero por si acaso es importante el revuelo a ver si por vergüenza dan marcha atrás, porque esto sería un golpe mortal a la inversión extranjera, precisamente cuando se necesita como agua de mayo.

De acuerdo con fuentes periodísticas, ya algunos de esos inversores se han quejado a sus respectivos Gobiernos.

El descaro no para ahí, pues además de pretender disponer de divisas que no les corresponden, Díaz-Canel y compañía “ofrecen” a los afectados la posibilidad de abrir en la isla un nuevo tipo de cuentas bancarias en divisas. O sea, que no solo les dicen que su dinero no es completamente suyo, sino que les pidan que sigan trayendo más moneda dura al país. Es el colmo.

Como le hicieron lo mismo a su pueblo sumiso al “cambiarles” las cuentas en Moneda Libremente Convertible (MLC) por una nueva tarjeta llamada Clásica, a la cual no se le podían transferir los fondos de la antigua, sino engrosarla con nuevas transferencias, ahora les dicen a los empresarios que se abran nuevas cuentas, con dinero fresco.

Según datos oficiales, hacia finales de 2023 Cuba reconocía la operación de 334 negocios con inversión extranjera, provenientes de más de 40 países, la mayoría de ellos mediante contratos de asociación económica internacional. Poco más de un centenar son empresas mixtas, y el resto funcionan como empresas con capital totalmente extranjero.

Esta modalidad de expropiación, porque no tiene otro calificativo, afecta sobre todo a empresarios de España, que ocupa el primer lugar entre los países involucrados en la industria turística en Cuba, con más de 100 contratos de administración aprobados hasta la fecha, gestionados por unas 20 cadenas extranjeras, entre ellas las reconocidas Meliá, Iberostar, Roc, Barceló y Valentín, entre otras.

Algunos representantes de las empresas extranjeras afectadas recordaron que las restricciones ya eran un hecho desde hace años, porque en la práctica era casi imposible sacar un dólar de Cuba; se trata de una medida de fuerza que lejos de estimular, frena cualquier interés por querer invertir aquí.

Noblemente confían en que con las nuevas cuentas puedan realizar operaciones internacionales o repatriar beneficios, pero si ya les hacen “la gracia” una vez, nadie quita que repitan la metodología. Después de todo estamos hablando del Gobierno especializado en probar fuerza, en tomarte un dedo para terminar rebanándote la mano, como ha hecho con su pueblo en los últimos 65 años.

Les han vendido la idea de que serán inmunes a los graves problemas de liquidez de los bancos cubanos, heridos de muerte por los tipos de cambio paralelos a la descapitalización y la falta de liquidez, tanto en pesos cubanos -racionada desde agosto pasado- como en divisas, operaciones todas sujetas a limitaciones tanto para la población civil como para los empresarios tanto nacionales como extranjeros.

Las fallidas políticas económicas y monetarias en la isla no han resuelto el grave problema de liquidez, y hasta para cobrar una herencia, por ejemplo, un ciudadano común puede pasarse meses yendo al banco para recibir el dinero en efectivo.

El Estado cubano necesita urgentemente millones de dólares porque en la actualidad importa alrededor del 80 por ciento de lo que se consume en la isla, sobre todo combustible y alimentos, esto último forzado por la muy endeble producción nacional.

La cacareada bancarización y la reciente dolarización parcial de la economía al parecer no son suficientes como para captar un mayor volumen de divisas y poder afrontar los pagos en el exterior, y ahora se han girado a los consorcios con bienes en suelo antillano.

A nivel doméstico, los sectores que aportan divisas, como la salud (mediante servicios y contratación de personal en el exterior), la biotecnología, el tabaco o el turismo, no pueden disponer de los recursos que generan y deben entregar todo a la Caja Central del Estado, y es el Ministerio de Economía y Planificación (MEP) el que luego decide qué cantidad de divisas se les entrega para que puedan seguir operando.

Esta especie de corralito, como se le denomina en otros países de modo popular, difícilmente pueda resolver la grave crisis económica en que se encuentra sumida

Cuba desde hace cinco años por la escasez de bienes básicos y otros problemas, pero de momento es una bofetada a la inversión extranjera.

Si ya antes de esto el Índice de Libertad Económica de 2024, que publica la organización conservadora estadounidense The Heritage Foundation, ubicaba a Cuba en el peor lugar de la región de las Américas (sobre todo por considerar muy ineficiente y poco propicio para la actividad empresarial el entorno regulatorio general y que el ambiente para la inversión es muy restrictivo), ahora nadie nos sacará del último lugar mundial.

Para muchos opositores, es una lección para los que insisten en hacer negocios con la dictadura, y que terminan manchando su imagen al codearse con los represores en eventos oficiales, sin el más mínimo reparo en disfrutar de los más excelsos manjares mientras el pueblo se muere de hambre, y sin jamás pronunciarse por la situación de derechos humanos ni de presos políticos ni recoger en la calle a un cubano que no tiene transporte para ir a un hospital.

Ahora que les pisan el callo, como se dice popularmente, tienen que seguir guardando silencio porque su dinero está a merced de los generales y lo pueden perder todo. Se van dando cuenta de que estos negocios son siempre de león a mono y lamentan haber llevado sus ahorros a este destino. No creo que llegue ni un inversionista más, ojalá Díaz-Canel y compañía le puedan sacar el máximo a lo que acapararon ahora, porque pudieran ser los últimos dólares que lleguen a tocar.

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