Cuba y EE.UU.: más allá de la confrontación

Por Roberto Veiga González*

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Gráfico: cubadebate.cu

HAVANA TIMES — El tema de la normalización de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos resulta una cuestión peliaguda de larga data. La conflictividad en la relación bilateral se remonta al siglo XIX y llegó al paroxismo con la política de embargo luego del triunfo de 1959.

No obstante, después de la ascensión del general Raúl Castro a la jefatura del Estado el asunto ha ido tomando un vigor, insospechado para algunos, que puede llegar a modificar las difíciles relaciones entre los dos países, así como los vínculos de la Isla con otros Estados y con ciertas instituciones supranacionales. Igualmente, debo destacar, podría dinamizar el entramado de relaciones sociales (ya sean: económicas, civiles y políticas, entre otras) dentro de nuestros contornos nacionales.

No es que me incline a pensar que el mejoramiento de nuestras relaciones internas e internacionales deban depender, en última instancia, de la cordura de los sectores de poder en Estados Unidos acerca del tema cubano. Pienso, por el contrario, que a pesar de la política de cualquier país, por poderoso que sea, de cualquier bloque de países, o de cualquier mecanismo internacional, el progreso y el equilibrio nacional siempre debieran depender, en última instancia, de nuestra madurez e ingeniosidad política.

Sin embargo, también opino que sin una relación adecuada entre Cuba y Estados Unidos resultaría embarazoso conseguir las condiciones internas necesarias y el clima nacional pertinente para consolidarnos, como país, en importantes ámbitos. No podemos negar la historia, la cultura, la geografía y las realidades económico-sociales-políticas que nos atan, tanto para bien como para mal.

En tal sentido, estamos obligados a fortalecer los lazos que puedan resultar una contribución positiva para ambas sociedades, y desde la confianza que esto debe generar hemos de empeñarnos en atenuar las situaciones negativas que surjan, o se intensifiquen, producto de las asimetrías de poder. Esto podría resultar una contribución que aporte a la solución de las dificultades que padecemos y ayude a enrumbarnos por senderos de desarrollo económico y socio-político.

Existe un consenso muy amplio, dentro de la sociedad cubana, acerca de la necesidad de transformar el actual modelo social con el propósito de facilitar las condiciones para realizar, cada vez más, las grandes aspiraciones compartidas. Los actuales anhelos colectivos constituyen el producto de una maduración nacional, conseguida a partir de un cumulo grande de satisfacciones y frustraciones acumuladas históricamente.

Las generaciones que hoy comparten el país desean fortalecer las posibilidades para desarrollar la libertad responsable y la justicia social; un equilibrio mayor en el disfrute de todo el universo de derechos; una promoción educativa, cultural y espiritual capaz de ampliar la virtud humana y la solidaridad comunitaria; una visión económica orientada al desarrollo y al bien común; un tejido social heterogéneo y comprometido con los destinos de la sociedad; una democracia ciudadana cada vez más plena; y una relación de paz y cooperación con todos los países del orbe.

Sin embargo, existen criterios y propuestas diferentes acerca de cómo avanzar en el logro de todo lo anterior, y esto exige la consecución de un camino de concertación entre cubanos. Este proceso ya constituye una realidad nacional, pero aún carece de todas las facilidades necesarias.

Para conseguir lo anterior, como todos sabemos, se hace ineludible desarrollar la institucionalidad socio-política. No obstante, puede resultar fácil comprender que mientras algunos sectores encuentren, en demasía, caldo de cultivo para desestabilizar ese proceso y excluir del mismo a los segmentos comprometidos con el proceso histórico llamado Revolución, estos podrán ejecutar pasos positivos, pero no suficientes, en cuanto a la posibilidad de una mayor participación política plural. Esto es obvio e irrebatible pues nadie, con plenitud de juicio, concede a otras personas herramientas para que lo destruyan.

Por otro lado, si atendemos a los reclamos profundos de los cubanos que más necesitan el cambio interno, no podemos aspirar a la restauración del pasado ni al desmontaje absoluto y festinado del modelo actual, sino a un desempeño enrumbado hacia una ampliación y profundización, tranquila y gradual, de todo el universo de posibilidades humanas.

Por tanto, si deseamos una transformación, hacia formas más positivas, del actual modelo social cubano, donde –por supuesto, no haya nuevos vencidos, sino un quehacer integrativo, liberador y solidario-, debemos facilitar las condiciones que lo hagan posible. Para eso necesitamos dar un salto, intenso, en cuanto a la estabilidad económica y social del país; porque esto, a su vez, reducirá las potencialidades de un enfrentamiento político interno desgarrador y comenzará a imponer, suavemente -aunque de seguro con el disgusto de algunos, en uno y otro lado del espectro político-, la posibilidad, e incluso la conveniencia, de un quehacer político diverso, así como más sereno y edificador.

Me detuve en este asunto, que al parecer resulta eminentemente una cuestión de política interna, porque deseo reiterar que sin una normalización mínima de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos sería muy difícil conseguir en la Isla dichas condiciones de estabilidad económica y social, que pudieran sostener un proceso de reformas mucho más audaz e intenso. Igualmente no sería factible un ensanchamiento de las posibilidades para la participación política plural, mientras exista la posibilidad de argumentar, e incluso de probar, que los espacios de protagonismo ciudadano pueden ser utilizados en el país por determinados sectores de poder norteamericano, y por sus posibles aliados, con el objetivo de perturbar y modificar irresponsablemente los proceso socio-políticos autóctonos.

En tal sentido, se hace obligatorio expresar satisfacción por los procesos de cambios en la Isla, que ahora son percibidos como insuficientes y confusos, pero que pueden llegar a ser la dinámica movilizadora de un proceso sustentado por una perspectiva capaz de sostener la creación continua, sin grandes barreras, de una justicia cada vez más sólida.

Asimismo merece elogio todo el movimiento que se ha ido generando en Estados Unidos para gestionar una solución al diferendo bilateral, sobre todo desde el año 2006, cuando el jefe del Estado y del gobierno cubano comenzó a comunicar la disposición de conversar con la administración norteamericana y de tratar, sobre la base del respeto y la igualdad, acerca de todos los temas necesarios, con el propósito de ir atenuando la discrepancia entre los dos Estados.

Los movimientos, en Cuba y en Estados Unidos, a favor de estos procesos han conseguido ampliarse y ya son gestionados por personalidades y sectores importantes de ambos países. Esto constituye, para la generalidad de los cubanos, una posibilidad insospechada durante mucho tiempo, y un radical signo de esperanza. Ello reafirma que el odio humano y político, los diferentes pero a su vez idénticos afanes de exclusión y venganza, y la construcción de mecanismos de enfrentamiento y destrucción, quizá se encuentran ahora ante un inesperado escenario de derrota que puede dificultarle sus sombrías ambiciones de prefigurar el presente y, sobre todo, el futuro de la Casa Cuba.

*Coordinador General de Cuba Posible.

11 thoughts on “Cuba y EE.UU.: más allá de la confrontación

  • Siento que este artículo está escrito con un lenguaje esquívo, deliberadamente ambiguo, y en términos casi morales , y que sus formulas de evitar ofender al poder son parte del problema.

    Poco se puede avanzar en la concreción de pluralismo, etc., cuando el interlocutor es incapaz de asimilar una crítica directa, sin tantos rodeos.

    ¿Alguien más comparte esta impresión, o me estoy mandando?

  • Frases ailadas aparte, que pueden interpretarse desde distintos puntos de vista, pero que no compromente las esencias del artículo, en general coincido y apoyo los planteamientos de Veiga.

  • EL autor dice:

    «Igualmente no sería factible un ensanchamiento de las posibilidades para la participación política plural, mientras exista la posibilidad de argumentar, e incluso de probar, que los espacios de protagonismo ciudadano pueden ser utilizados en el país por determinados sectores de poder norteamericano, y por sus posibles aliados, con el objetivo de perturbar y modificar irresponsablemente los proceso socio-políticos autóctonos»

    Traducción en implicaciones:

    1- «Si los USA no le da prestamos a la dictadura, no vamos dar ni un chance para la democracia real en Cuba.» No sé que tendrá que ver una cosa con la otra.

    2- Si se permite la libertad de opinión y asociación, y se hacen elecciones los USA van a influenciar al pueblo a que vote en contra de sus propios intereses.

    Implicación:

    El autor cree que el pueblo cubano ( el más culto del mundo) es mas estúpido que el de Bolivia, Venezuela, Uruguay, Argentina, Nicaragua, quienes votan por quienes quieren y eligen al «Socialismo del Siglo XXI». ¿O es que el autor cree que a esos pueblos los engañaron para votar así?

    Mucha palabrería difusa para un contenido pobre y reaccionario.

  • el camino a la democracia en Cuba o en cualquier pais es necesario e inevitable ,ovedese a necesidades enteramente nacionales .el sistema actual a probado una y otra vez su incapacidad y falta de voluntad politica para emprender la modernizacion del estado y el sistema economico .Las actuales reformas solo sirven para que ocurra en Cuba un proceso de acumulacion del capital a favor de los defensores del regimen .hagase la reforma politca necesaria y enfrentese entonces todos los demas problemas o deberia decir seudo problemas creados por la intolerancia politica en definitiva no hay nada que temer en ello si se realiza de forma organizada ; el protagonismo del pueblo de Cuba regularia cualquier exeso.los problemas de Cuba se resuelven en Cuba

  • Markus estoy de acuerdo contigo.
    Proponiéndose una supuesta guía moral reflexiva no ubica los diversos actores sociales internos e internacionales y sus intereses. Prioriza las relaciones entre gobiernos y supedita a ella la dinamización interna lo cual me parece muy inadecuado.Esto es apostar con un cheque en blanco al gobierno cubano sin ningún respaldo histórico( no hay gestos concretos de cambio de política, salvo una disminución del lenguaje agresivo en los funcionarios cubanos que hablan sobre el tema).
    Por otra parte no poner en cuestión el modelo económico político social y hasta cultural actual es no comprometerse con los propios objetivos que se plantean. Pareciera que la solución del bloqueo/ embargo
    garantizaría un desarrollo «feliz» a los objetivos que se plantean para los imprescindibles cambios en Cuba y esto tampoco tiene una sustentación histórica en el último medio siglo cubano pero tampoco encuentra ningún fundamento en la política actual del gobierno cubano. Mientras no se acuerde como consenso nacional hacia dónde es el cambio en Cuba, con bloqueo embargo o sin él Cuba seguirá en el estancamiento y el retroceso.Y sobre esto el gobierno no se pronuncia y cuando lo hace lo único que genera es una falta de resultados, y estrategias inadecuadas.

  • Totalmente de acuerdo.

  • Yo tambien creo lo mismo.

  • Doctora:

    Mas claro no canta un gallo. Aunque lo iba a decir no tan academicamente, me lo quito de la boca. A mi lo que mas gracia me da de todas estas «reconciliaciones», «dialogos» y «acarcamientos», es que todos estan concebidos sobre la base de que, a la dictadura, ni con el petalo de una rosa. Lo que estan buscando es aire ante la inminente ruina venezolana que, tal como van las cosas, parece que no va a demorar mucho.

  • Es un chantaje al pueblo cubano de dentro y de fuera

  • No te estas ni mandando ni zumbando (como dicen), desgraciadamente no se atreven, no se si es miedo por tener algo que lo ate a Cuba , o si es la simple enfermedad del síndrome que conocemos, pero de que son ambiguos, lo son. No se puede comprender que alguien con un nivel académico alto, yo diría bien alto, que se ponga a filosofar y a criticar el tipo de gobierno que tiene Cuba, y que no se atreva a llamar a Castro dictador, que vergüenza da oír a un cubano desafecto a la política del régimen y que le llame a Fidel «el ex-presidente», y al hermanisimo ahora, «el presidente» cuando se sabe que están en el poder por la fuerza.

    No habrá cambios hasta que se reconozca que llamando a las cosas por su nombre, signifique confrontación, están haciendo exactamente lo que hace la izquierda que no se atreve a llamarlos dictadores, como lo hizo siempre García-Marquez y el resto de sus compinches. Nosotros que no lo somos tenemos que hablar claro, y si se ofenden por la verdad, pues too bad, ya es suficiente con las casi seis décadas robando dinero, y abasallando al pueblo.

  • Roberto Cito: “No podemos aspirar a restauración del pasado ni al desmontaje absoluto y festinado del modelo actual …Nadie con plenitud de juicio concede a otras personas herramientas para que lo destruyan ” estoy de acuerdo contigo relativamente porque mi propuesta precisamente tiene en cuenta esta cuestión que tu planteas, que a mi modo de ver, es ambivalente y absurda; Abogo por una transición ordenada a la democracia que no pretende el desmontaje absoluto y festinado del modelo actual y mucho menos aspirar a la restauración del pasado, por eso abogo: 1) Legalización de los partidos políticos de oposición que ciertamente desmontaría al sistema de partido único: 2) Asamblea constituyente multipartidista incluyendo al PCC, con la aprobación de una constitución democrática traería como resultado el inicio del desmontaje del sistema de control y represión castrista (seguridad del estado, CDR, respuesta rápida) por otro lado si el modelo político\económico\social es parte de la constitución no permitiría la restauración del pasado: 3) Instauración de un estado de derecho con sus poderes independientes que desmontaría el remanente de control social castrista: 4) Elecciones libres multipartidista municipales, provinciales y nacionales. Esto que denomino los cuatros pasos programáticos para una transición ordenada a la democracia, no conllevaría a un desmontaje absoluto y festinado del modelo actual ni tampoco una concesión a otras personas de herramientas para la destrucción del actual partido estado único, porque en esta propuesta el PCC junto a los demás partidos de oposición sería un actor clave en la democratización de Cuba. Le llamo pasos programáticos porque además para una transición a la democracia se precisaría de otras cuestiones como la libertad de opinión a asociación, de una ley de partidos políticos que establezca los deberes y derechos de los partidos.

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