Cuba responde a nuevas medidas anti-bloqueo

Osmel Ramírez Alvarez

HAVANA TIMES — Entre dudas, quejas y algunas esperanzas estuvo la declaración de Cuba ante las nuevas medidas ejecutivas que flexibilizan el bloqueo. El propio Canciller Bruno Rodríguez se hizo de la palabra.

Estas se suman a las anteriores y las complementan. Se trata de viabilizar poco a poco el flujo de personas y capitales. El bloqueo existe todavía y está sujeto a leyes que no se pueden ignorar. Obama se escurre entre sus prerrogativas y da pasos hacia su objetivo. Sabe que enfrenta fuerzas poderosas y que hiere no pocas susceptibilidades.

El gobierno cubano, por su parte, está siempre insatisfecho. Le parece poco y muy lento. Y no es tan extraño. Aquí están acostumbrados a tomar ejecutivamente decisiones trascendentales, sin consultar el Parlamento. Ellos son el Parlamento. Como Consejo de Estado ocupan casi todo el año el lugar del Parlamento.

En verdad pertenecen a este órgano, son Diputados. Pero ninguno al 50 % de ellos que son Delegados propuestos y elegidos por el pueblo. Casualmente pertenecen al otro grupo seleccionado por la Comisión de Candidatura.

En compensación por las medidas, y aclarado que primero se verificará su alcance real, se promete eliminar el gravamen del 10% a los dólares que entran a Cuba. Recuerdo como si fuese hoy mismo el momento en que se tomó esa medida punitiva.

Fidel le habló al pueblo, de forma extensa como acostumbraba. Mencionó dificultades para operar con el dólar por normativas adicionales y el costo que ello representaba. Recordó como era habitual nuestro bienestar estadístico (mortalidad infantil inferior a la de los EUA, las calorías que consumimos per cápita, los médicos por miles de habitantes, las medallas olímpicas, etcétera). Habló del imperialismo que nos asecha y exacerbó el nacionalismo. Todo acabó con el anuncio del gravamen del 10% al dólar.

El auditorio estalló en vítores. Al otro día en la calle no se hablaba de otra cosa que “del caballo”. “Ese si le pone el cascabel a los yanquis” –decían muchos. “Ahora sí acabó con ellos, le puso un impuesto al dólar”. Gran sorpresa a los pocos días cuando descubrimos que aquella eufórica medida no era contra los yanquis, era contra el propio pueblo cubano.

El gravamen era para los dólares que entraban al país, a costa de disminuir las remesas. Si te mandaban 100, el estado te robaba 10, supuestamente para darles duro a los americanos. Extraña forma de hacer daño al enemigo imperial, despojando a tu propia gente.

Muchos aquí viven o sobreviven más o menos gracias a las remesas. En un país que tiene un cuarto de sus habitantes en el exterior, todo el mundo debe tener familia afuera. No todos mandan y no siempre el familiar es tan cercano o comprometido con los que seguimos dentro. Pero directa o indirectamente más gente se beneficia. Si entra más dinero, más circulación y los negocitos prosperan más.

Un 10% menos en manos de las familias. Un 10% que tuvieron que sudar sus parientes lejos de su patria y se limitaron en sus gastos para ayudar a los suyos. Parece un robo. Si los EUA obligó a más gastos con el bloqueo, ¿por qué la carga deben pagarla personas que nada tienen que ver con eso? Ahora, quitarán la medida draconiana como respuesta a la flexibilización, si es que funciona. No parece justo, deberían quitarla incondicionalmente.

No recibo remesas, ni hoy, ni antes. No tengo parientes tan cercanos, ni tan comprometidos. Así que no discrepo, ni critico, a título personal. Desapruebo la injusticia de cualquier lado que esté y mi “pluma” está comprometida con una Cuba mejor.

Sobre el fin del bloqueo, parece que va “viento en popa”. Sobre la posición de Cuba, creo que deben responder con medidas igualmente encaminadas a diezmar el bloqueo interno, que es el más asfixiante para los cubanos de a pie. Esta medida del 10%, ojalá y sea el comienzo. Pero debo ser sincero: aunque soy optimista, no fue lo que me pareció.