Cuba no es enemiga de Estados Unidos

Elio Delgado Legón

HAVANA TIMES — Si no fuera por lo trágico y desvergonzado de la afirmación, podría calificarse como un chiste de mal gusto decir que Cuba es enemiga de Estados Unidos. Un país pequeño, sin armas ofensivas de ningún tipo, ¿cómo puede ser enemigo del imperio más poderoso que existe sobre la tierra?

Los pueblos norteamericano y cubano siempre han tenido relaciones de amistad como corresponde a dos buenos vecinos. Los norteamericanos que, a pesar de las prohibiciones que tienen en su país, viajan a Cuba, pueden dar fe de ello.

Si analizamos los hechos históricos, podemos afirmar que es todo lo contrario: ha sido Estados Unidos quien se ha erigido en enemigo de Cuba desde hace muchos años.

Para no ir más atrás en la historia, lo que haría demasiado largo este artículo, podemos comenzar mencionando el apoyo que el gobierno norteamericano le brindó a la dictadura de Fulgencio Batista, a la que brindó asistencia militar y las armas con que asesinaron a más de 20 mil cubanos.

Inmediatamente después de triunfar la Revolución, en 1959, y proclamarse la Reforma Agraria, el gobierno de EE.UU. amenazó con reducir la cuota azucarera, prohibir las inversiones en Cuba y eliminar todo tipo de ayuda económica si eran nacionalizadas propiedades norteamericanas.

Lógicamente, una Ley de Reforma Agraria que proscribe el latifundio, implicaba la nacionalización de grandes extensiones de tierra que eran propiedad de empresas norteamericanas. Tierras que fueron compradas a muy bajo precio, después de terminada la guerra de liberación del yugo colonial español.

En 1960, las empresas petroleras Texaco, Esso Standard Oil y Shell, dejaron de suministrar petróleo a Cuba, como una medida destinada a paralizar el país. Cuando Cuba encontró otro suministrador en la URSS, se negaron a procesarlo en las refinerías que poseían en el país y fue necesario nacionalizarlas para que el país no se paralizara por falta de combustible.

Otras medidas contra Cuba en ese mismo año fue la reducción de la cuota de compra de azúcar en 700  mil toneladas y la paralización de la planta de concentración de níquel, propiedad también de una empresa norteamericana, con el objetivo de privar a Cuba de los pocos ingresos que le dejaba la exportación de ese mineral.

En ese mismo año, el Departamento de Estado recomienda a sus ciudadanos abstenerse de viajar a Cuba, se prohíbe la exportación a la Isla de numerosos productos y se anuncia que para el año próximo se eliminaba la compra de azúcar cubana.

En enero de 1961, Estados Unidos rompe relaciones diplomáticas y consulares con Cuba. Mientras tanto, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) organiza bandas armadas en el centro del país para derrocar al gobierno revolucionario cubano y prepara en Nicaragua una brigada cuyo objetivo era desembarcar en Cuba, ocupar una parte del territorio, formar un gobierno provisional, que ya tenían preparado, y pedir la intervención de la OEA, o lo que es lo mismo, de Estados Unidos.

La invasión fue derrotada por el pueblo Cubano en menos de 72 horas, y los barcos de guerra norteamericanos que se encontraban cerca de Cuba para intervenir, se quedaron con las ganas y tuvieron que retirarse. Las bandas armadas fueron cayendo una a una, pero costaron muchas vidas de combatientes antes de ser eliminadas totalmente.

Desde entonces, se han aprobado en Estados Unidos 12 leyes que constituyen el entramado de lo que ellos llaman eufemísticamente embargo, pero que mucho más que eso, es un férreo bloqueo que alcanza a todos los rincones del mundo con leyes como la Helms- Burton, que perjudica a todos los países que tienen comercio con Cuba.

Hasta aquí, no he visto nada que indique que Cuba sea enemiga de Estados Unidos, sino todo lo contrario; sin embargo, desde el principio se le aplica la Ley de Comercio con el Enemigo, que fue promulgada en 1917 para prohibir el comercio con los países considerados enemigos.

El Gobierno cubano ha declarado muchas veces su disposición a entablar conversaciones con el de Estados Unidos, en igualdad de condiciones y a discutir todos los temas que forman parte del diferendo entre ambos países, pero el Gobierno norteamericano no ha respondido.

Cada año, los presidentes de Estados Unidos prorrogan por un año más la aplicación a Cuba de la Ley de Comercio con el Enemigo; sin embargo, yo me pregunto: ¿quién es enemigo de quién? Cuba no ha organizado ejércitos ni bandas armadas para cambiar el sistema político de EE.UU. Cuba no prohíbe a sus ciudadanos viajar a Estados Unidos, ni entrena mercenarios para que vayan a poner bombas en hoteles norteamericanos, ni promueve la subversión interna en aquel país contra el orden establecido.

Por todo lo expuesto y mucho más que no cabe en el espacio de un artículo, yo concluyo, como muchos norteamericanos honestos que visitan a este país, que Cuba no es enemiga de Estados Unidos.