Cuba: ¿El racismo es aun institucional?
Esteban Morales
HAVANA TIMES — El racismo como fenómeno asentado de manera políticamente consciente en las estructuras institucionales de la nación no existe en Cuba. Pero ello no significa que ya nos hemos librado del racismo institucional.
¿De quienes es la responsabilidad de que aun el color no se mencione en la escuela cubana y de que el estudio e investigación de la problemática racial no forme parte de nuestros currículos universitarios, así como de que el tema no esté lo suficientemente en los medios? Sin dudas, de nuestros Ministerios de Educación general y Superior y de nuestro ICRT, también de la Prensa nacional.
¿De quién es responsabilidad que aun nuestras estadísticas nacionales no ofrezcan la información necesaria para el estudio a fondo de la cuestión racial en el país? Y de que estemos sufriendo la existencia de unas estadísticas socioeconómicas sin color? Sin dudas, de la ONE (Oficina Nacional de Estadísticas).
Entonces, ¿Ha desaparecido realmente el racismo institucional? Evidentemente no, o solo de manera relativa, porque nuestro aparato institucional-estatal, aun no ofrece los resultados que se esperan de él para desde las instituciones combatir el racismo, dado las deficiencias que esta aun presentan para acompañarnos en su eliminación.
Situaciones que de resolverse, nos permitirían estar en mejores condiciones de combatir contra el racismo y la discriminación racial, que aun sobreviven en nuestra sociedad. Siendo estos entonces fenómenos, no solo el resultado de lastres heredados, sino de imperfecciones sociales, que aun son capaces de contribuir a reproducir la discriminación racial y el racismo.
En esas imperfecciones sociales, que arrastramos, organismos centrales de nuestro estado tienen todavía una buena cuota de responsabilidad.
Por lo cual, podemos decir, que aun no nos hemos liberado totalmente del llamado racismo institucional. Pues este se refugia todavía en la lentitud y no pocas veces en la falta de voluntad política existente en algunos organismos de la institucionalidad estatal, que lejos de ayudar contribuyen a la supervivencia del racismo.
Es que resulta imposible ganar la batalla contra los estereotipos, el racismo y la discriminación racial, si nuestra estructura educacional, los medios, la ciencia y el aparato estadístico nacional, no terminan de conformar el cuadrilátero de fuerzas institucionales, con que es imprescindible contar para ganar la batalla que nos hemos propuesto.