Cuba & Brasil: Similares y diferentes

HAVANA TIMES – El fenómeno de la esclavitud africana tanto en Cuba como en Brasil son determinantes en la composición de ambas naciones, en la idiosincrasia y en las expresiones culturales en general.

Sabemos que la esclavitud se origina en la Edad Antigua por algunas civilizaciones interesadas –principalmente- en la conquista de otros territorios a través de la guerra. Mucho después, en el siglo XVI los españoles introducen africanos en zonas de América del Norte como parte de la colonización de la Florida y las Carolinas, luego comienzan a hacerlo en Cuba alrededor de 1513. Por su parte los colonizadores portugueses los introducen en Brasil aproximadamente sobre 1550, y cuando se retiran los holandeses hacia 1654, los portugueses intensifican el tráfico con el propósito de que trabajen en las plantaciones de caña de azúcar.

Este proceso se extiende hasta el siglo XIX. Los africanos eran arrancados de forma brutal de sus tierras para someterlos a una esclavitud forzada. Ellos vienen con sus costumbres, sus lenguas, tradiciones religiosas y festivas, por lo que, a través del tiempo, en el proceso que resulta de la mezcolanza entre las diferentes etnias y de ellos con los europeos, se transforman en una expresión cultural autóctona con características propias.

El componente negro de la cultura cubana y brasileña procede en su mayoría del África occidental subsahariana, donde entre los siglos XI y XV se suceden imperios distintos, cada uno con sus peculiaridades; de ahí la diversidad y riqueza de las expresiones culturales en las dos naciones, que con el paso del tiempo resultan definitorios en sus identidades como pueblos, con un origen común y diferente a la vez.

Mi prolongada vida en Brasil permitió percatarme de la gran similitud entre ambos países, sobre todo en la tipología, la idiosincrasia y las expresiones culturales. Eso me llevaba a decir que Cuba es un Brasil a pequeña escala, porque los cubanos y los brasileños eran tan parecidos étnicamente, con una población de blancos, negros y mestizos que, si algún brasileño visitaba Cuba y no pronunciaba palabra, no podrían diferenciarse de los habitantes de una isla con un mestizaje como el de ellos que se expresa en todas sus derivaciones. Esta similitud se manifiesta también en la cultura culinaria con platos típicos como el arroz, frijoles, carnes, bien rojas o de aves, diferentes postres con exceso de azúcar y coincidencia en los productos con que son elaborados.

Mención aparte merecen los ritmos musicales como la Samba, el Bossa Nova, Candomblé y Forró en Brasil, entre otros, que han surgido de los festejos populares y son resultado de sonoridades que provienen de esa mezcla de culturas, con gran peso en el componente negro.

Lo mismo ocurre en la isla caribeña con el Son, el Chachachá, la Rumba, la Guaracha, el Chagüí, el Nengón y todos los ritmos musicales, con idéntico origen en el proceso de transformación de siglos que fue conformando el perfil de la nación.

Las expresiones de las danzas folclóricas y las prácticas religiosas, donde en ambos países prima el catolicismo y los rituales profanos como resultado de la mixtura de esa religión europea impuesta con las prácticas de los negros esclavos, ya entrecruzadas, expresan hoy la religiosidad afrodescendiente.

Que exista tanta similitud entre los cubanos y los brasileños no significa que deba igualarse a Brasil y Cuba.  Mucho menos sobrestimar a Cuba con relación al gigante suramericano por razones ideológicas y por las transformaciones sociales que beneficiaron a las grandes masas, que hoy incluso se encuentran deprimidas. Brasil cuenta con 210 millones de habitantes; es decir, que supera 19 veces a Cuba. Por otro lado, tiene 3.3 millones de kilómetros cuadrados, un equivalente mayor 77 veces al territorio de la isla. Resulta obvio que la complejidad es superior, razón por la que los problemas políticos, económicos, sociales y hasta culturales son incomparables entre ambos países.

El municipio de São Paulo comprende solo la ciudad de São Paulo y tiene 12.2 millones de habitantes y el gran São Paulo, o sea, la ciudad y los municipios colindantes, donde no existen áreas rurales, suman 20.7 millones de habitantes. Ello pone de manifiesto que el alcalde de la ciudad de São Paulo tiene más responsabilidad que el presidente de Cuba, no sólo por la cantidad de habitantes, si no por su complejidad estructural en cuanto a movilidad urbana, edificaciones, sistemas de salud, educación y otros servicios sociales.

A mi llegada a São Paulo por mi acento sotaque en portugués, algunos me preguntaban de que país era. Cuando les decía que era cubano, podía ver generalmente el júbilo en sus miradas y de inmediato me expresaban la admiración por Cuba. Yo me identifico con el Partido de los Trabajadores (PT). Por ironía del destino la mayoría de mis amigos eran del PT, por lo que acostumbraba a decirles que, si ellos hacían del Brasil la Cuba que tienen en sus cabezas, van a mejorar mucho el país; pero si hacen la Cuba real van a destruir esta inmensa y gran nación.

Es normal y hasta aceptable que un militante del PT tenga esa opinión de Cuba; pero es lamentable y muy peligroso que gobernantes brasileños del más alto escalón quieran convertir al Brasil en otra Cuba, y no dejen de pensar en el mito Cuba y de sus máximos líderes, líderes que transformaron a la otrora Perla del Caribe en una indigente política, económica y social.

*Moustafa Hamze Guilart escribe desde Sao Paolo, Brasil.

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