Cómo el lenguaje carcelario coló en la vida de los cubanos

Así lucen los módulos con insumos de higiene personal / 14ymedio

Por Yoani Sánchez (14ymedio)

HAVANA TIMES – Me acerco al edificio donde vivo y veo una cola a las afueras de la bodega. La mayoría de los que aguardan este martes son ancianos y tienen esa cara larga, casi inexpresiva, de quien lleva mucho tiempo sin sonreír ni esperar mejoras en su vida. Indago sobre el motivo de la multitud y una jubilada responde categórica: “Llegó el aseo”. Tres palabras que son más elocuentes por su significado que por la cantidad de productos que engloban.

Proveniente del lenguaje carcelario y de los cuarteles militares, el concepto “el aseo” define en Cuba a un módulo con insumos de higiene personal que se reducen a un jabón, pasta dental y quizás un poco de detergente para lavar la ropa. Se trata de algo que debe caber en una pequeña bolsa y es entregado al reo o el soldado para que al menos no apeste demasiado en el calabozo o el albergue. La familia de los detenidos en las estaciones policiales deben llevar “el aseo” al arrestado y en el preuniversitario en el campo, donde estudié, mis padres hacían hasta lo imposible para proveerme de “el aseo”. Ahora, como prisioneros de una cárcel mayor, se le llama también así a la menguada cuota que llega por el mercado racionado. 

“Al menos nos vamos a poder bañar”, me dijo con sorna la misma vecina. La frase encontró pronta respuesta en un jubilado que aguardaba sentado a la sombra: “Eso, si ponen el agua”. Los problemas con los equipos de bombeo, los cortes de electricidad y las roturas de las tuberías han provocado que en los últimos meses nuestro barrio tenga más días de pilas secas que jornadas con grifos de los que sale algo. La gente encadena semanas en las que apenas puede lavar, en que las viviendas se quedan sin su necesaria limpieza y la higiene es una posibilidad que solo existe en los anuncios de la televisión oficial. 

Como en los centros penitenciarios a lo largo de la Isla, hoy recibimos “el aseo”. Pero también, como en las prisiones cubanas, un trozo de jabón y un tubo de pasta dental apenas alivian los rigores de vivir tras las rejas.

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