Colas para viajar por todo el país (III)

Por Pilar Montes

Cola de la guagua. Foto: Juan Suárez
Cola de la guagua. Foto: Juan Suárez

HAVANA TIMES — Las colas que hacen los cubanos para abordar el transporte urbano no son iguales a las demás. En primer lugar, no tienen lugar fijo. Los que esperan tienen que tener ojos de águila, un físico atlético capaz de correr como una gacela, después de hacer cálculos utilizando las leyes de la balística para saber dónde los choferes de los monstruos sobre el pavimento van a detenerse.

Otro detalle es que se hacen dos colas, una para ir sentado y la otra para los que no les importa ir de pie. En el caso de las diferentes rutas, los que toman ese transporte regularmente, recomiendan los “P” seguidos de un número del 1 al 16.

Entre las mejores creaciones de los humoristas Héctor Zumbado y el fallecido Carlos Ruiz de la Tejera, estuvieron sus artículos y monólogos dedicados a la “guagua”, palabra que en el diccionario tiene muchas acepciones, menos la que tiene en Cuba.

Los ya desaparecidos “camellos”, vehículos largos con una joroba en el medio y aspecto terrorífico, también tuvieron su rol en la literatura de humor.

El público que usa el transporte urbano cambia el lenguaje de tal forma, que si el pasajero no está acostumbrado, nunca descubrirá la verdad. Que no se le ocurra preguntar por el último en la cola porque le responderán: “Aquí no hay último, mi socio, esta parada es ‘al brío’.”

Si se remite al diccionario encontrará que brío es sinónimo de espíritu, valor o resolución. “Y en una parada intermedia, plétora de marchantes ¡hay que llenarse de bríos o quedas en la página dos! ¡Te la dejan en la uña, mi primo!”

Carlos Ruiz de la Tejera
Carlos Ruiz de la Tejera

Si peligrosa es la cola de entrada al transporte, peor es la salida en medio de un ómnibus lleno de gente que no deja bajar al que quiere salir. Es como meter La Habana en Guanabacoa o un camello por el ojo de una aguja. El chofer es académico en ese idioma guagüero:

Se oye decir a un pasajero: “Óyeme, gallo… dame un filo en la esquina. Está lloviendo”. Y si es condescendiente, el chofer le abre la puerta.

Carlos Ruiz de la Tejera decía: “La Habana es una ciudad maravillosa. Es la ciudad de las colas; colas del pan, colas de guagua, refresco gaseado de cola. La ciudad de las colas: La Habana es inconfundible.”

“La cola en La Habana tiene su ética y sus reglas. Se puede poner un amigo, se puede rotar, y se puede marcar dos veces. Párese cinco minutos donde usted quiera, y verá cómo se forma una cola detrás de usted.”

“En la cola de la guagua de La Habana hay una química. Un compromiso, una empatía entre sus integrantes. Por ejemplo: Se puede llegar a la cola y decir: – ¿Por favor, quién es la última persona de la cola de la ruta 195? … ¡y te entienden! O Puedes llegar y decir: – ¿95? – y también te entienden.”

Transporte interprovincial

Las colas de este tipo de transporte solo responden a la falta de equipos y un crecimiento de la demanda, acorde al proceso de migración interna, tan importante como el de la emigración.

En estos momentos se transporta aproximadamente la mitad de los pasajeros que se movían en la década de los 80. Si a todo lo anterior agregamos diversas insuficiencias que caracterizan la gestión, tanto desde el punto de vista del control y el planeamiento estatal, como desde el empresarial, entonces tenemos una idea de la magnitud y complejidad del problema que enfrentan las autoridades.

Durante los primeros años de la Revolución, se emprendió un fuerte programa inversionista en todas las ramas, que posibilitó que en el año 1989 se llegaran a transportar más de tres mil millones de pasajeros. En los 80 existían 15 mil 800 ómnibus y en 2013 había 7 mil 840 equipos, prácticamente la mitad. Todos los problemas mencionados contribuyen a que las colas aumenten, porque no hay suficientes equipos ni personal que de un servicio eficiente.

cola-guaguaSegún reconoció el sitio web Cubadebate en enero de 2015, “las historias sobre lo difícil que se vuelve viajar a otra provincia o al otro extremo del país son interminables. Pasajes revendidos, precios adulterados, estafas, retrasos en la salida de ómnibus y trenes, noches y madrugadas en terminales, son algunas de las causas de disgusto de quienes —con frecuencia o no— salen de sus casas.”

La situación en el transporte ferroviario es igual o peor. El marítimo, usado por los que van a la Isla de la Juventud tienen la dificultad que ante cualquier amenaza meteorológica o rotura de las lanchas catamaranes, se suspende el servicio.

El aéreo es más caro y escaso, ahora que aumenta el turismo internacional. Los arribos internacionales crecieron en 18 por ciento en los tres primeros trimestres de 2015.

En la cuarta entrega y final de esta serie se abordarán las colas en bancos y oficinas públicas, así como las leyes no escritas, pero de estricto cumplimiento de las colas.

3 thoughts on “Colas para viajar por todo el país (III)

  • La cola mas grande hoy es la del muelle de Puerto Obaldia, Panama.

  • Coño, esta saga se está pareciendo a la de Harry Potter; porfa una quinta entrega, en ella puede la autora abordar una cola muy importante, la de la embajada norteamericana en el “Parque de los Suspiros”.

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