Carta a Obama por su visita a Cuba

Osmel Ramírez Alvarez

Foto: Carlos Vilá

HAVANA TIMES — Señor Barack Obama: esta es una carta de un cubano simple, que no es disidente ni está vinculado a la política oficial. Lo que aquí escribo sale del corazón y, ajeno al oportunismo vil e hipócrita que caracteriza muchas veces la política, está cuajado de la más pura sinceridad.

Se ha anunciado su inminente visita a nuestro país en marzo próximo, sin duda, un acontecimiento histórico que debemos celebrar. Nuestros dos países son demasiado cercanos para estar enemistados y no me refiero solo al aspecto geográfico.

Los buenos cubanos, independientemente de la posición política de cada cual, nos alegramos mucho del valiente paso que usted dio al abrir esta oportunidad de diálogo y restitución de relaciones. Nuestro pueblo sufre mucho por las vicisitudes diarias del propio sistema y el bloqueo es una carga adicional.

No ignoramos la influencia de los intereses de su Gobierno y sus ciudadanos más enriquecidos. EUA es una potencia económica y militar, y más allá de los valores democráticos y humanistas que defienden, pesan mucho esos intereses. Hay que entenderlo así, sin estériles aspavientos, y tenerlos en cuenta a la hora de negociar, sin socavar principios elementales.

Muy pronto usted estará en La Habana y Raúl Castro lo recibirá con la cordialidad que caracteriza a la diplomacia cubana. Visitará algunos lugares en una agenda seguramente apretada y se deslumbrará, como otros visitantes ilustres, con la maravillosa vitrina que le mostrarán.

La Escuela Latinoamericana de Medicina, el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, obras restauradas en la Habana Vieja con la estelar compañía de Eusebio Leal, la Zona Especial de Desarrollo del Mariel y alguna que otra escuelita primaria abarrotada de niños sonrientes y felices.

Si se descuida saldrá de Cuba con ganas de implantar en su país un sistema tan maravilloso como el nuestro. Es broma, pero nada descabellado, porque es bien sabido que más de un político audaz ha sufrido tamaño deslumbramiento. El recibimiento oficial en el Salón de los Vitrales del Palacio de la Revolución, será majestuoso, rodeado de plantas ornamentales y mármoles polícromos.

Pero detrás de los muros de ese bello palacio y de la inmensa vitrina concebida para los visitantes, está un pueblo que sufre y reclama un futuro mejor.

Usted, en su buena fe, puede influir dentro de su país para que el Congreso desmonte las leyes del bloqueo y sería una gran ayuda. Pero el mayor bloqueo que padece nuestro pueblo está aquí adentro y los que lo pueden desmontar son precisamente sus futuros anfitriones.

Foto: Carlos Vilá

Es el sistema excesivamente planificado, demasiado estatalizado y centralizado, burocrático y disfuncional. Eso solo en lo económico, porque en lo político es tal vez peor: completamente antidemocrático, con elecciones indirectas alejadas de la voluntad popular, donde no se acepta la pluralidad y se criminaliza el deseo de influir en el país por la vía no oficial.

Cuando Raúl le diga “tenemos derecho a elegir el modelo social que queramos”, se refiere a ellos, no al pueblo. Igualmente cuando le hablen de “nuestra visión particular de entender los derechos humanos y la democracia”. ¡Es puro eufemismo! En realidad lo que quieren decir es que no aceptan críticas al modelo que les permite gobernar hasta que quieran y como quieran.

Aceptarán el diálogo sobre todos estos temas espinosos, pero lo harán por mera cordialidad o como quien cumple un itinerario ineludible y tedioso. En realidad no tienen interés de mejorar nuestro sistema ni de escuchar con sincero espíritu autocrítico y de superación las experiencias positivas de otro modelo. No les interesa la democracia real, solo una caricatura subjetiva.

Desean el bienestar de los cubanos, pero solo como un resultado milagroso de su poli-fallido proyecto. Desean relaciones y comercio entre los dos países, pero no como un acto individual y colectivo a la vez, solo a través de sus instituciones y empresas estatales. Aspiran a tomar de su bienaventurada iniciativa amistosa, un último sorbo de oxígeno que les permita llegar al ocaso de sus vidas y obras con un resultado menos desastroso.

No deduzca de mis palabras odio a la Revolución o a sus líderes. ¡Jamás! Nunca albergaría odio, aunque hubiese sido vejado por la política extrema. El odio no neutraliza el odio ni la violencia destruye la violencia.

La Revolución tiene sus buenas obras y ha creado valiosas fortalezas en nuestro país, que nos ponen en ventaja para alcanzar el desarrollo a que aspiramos como nación. Solo el enquistamiento de una clase política que se acostumbró al poder absoluto y trata de avalarlo afanosamente con una ideología tan romántica como inviable, nos tiene frenados. ¡Más que el propio bloqueo!

Le pido en nombre de nuestro pueblo que sufre y carece de voz: haga relaciones oficiales, diezme el bloqueo y facilite lazos entre ambos lados, pero no se olvide de pedir a cambio la única cosa justa que se puede demandar: una consulta popular.

Es incorrecto que los EUA exijan condiciones a Cuba a cambio de quitar un bloqueo que es injusto por naturaleza. Pero si el Gobierno cubano asegura hablar en nombre de todos y considera que su modelo político es el santo grial de la democracia, entonces deben, como mínimo, someterlo a un plebiscito y que el pueblo avale lo que afirman.

Foto: Carlos Vilá

Si el proyecto-ley que se le presente al Congreso para anular el bloqueo exige un cambio de régimen en Cuba, sería oprobioso y criticado por todo el mundo; si en cambio exigiese un referéndum nacional donde el pueblo cubano, (incluidos los emigrados), sea consultado sobre continuar con el régimen actual o cambiar hacia uno democrático, entonces sería beneficioso para todos.

Más aún, pondría al desnudo las intenciones reales de los dirigentes cubanos en caso de no aceptar. Es la hora de ayudar a nuestro pueblo a tomar las riendas de su soberanía y de un cambio en Cuba sin odios, sin vendetta, sin pasiones desbordadas que causen mal.

La Revolución nos preparó para la prosperidad, pero hace tiempo es el principal obstáculo para conseguirla.

Ayude a nuestro pueblo impulsando no solo la eliminación del bloqueo estadounidense, también condicionándolo al fin del bloqueo interno, que nos asfixia con mayor fuerza todavía.

Ni los EUA ni los propios cubanos debemos ignorar al Gobierno de Cuba. Sería una tontería: están gobernando, todo el mundo los reconoce y es un hecho.

Solo exigimos que nos consulten antes de hablar por todos.

Un saludo amistoso de un cubano que siente desvelo por su Patria y se atreve a opinar sobre la mejor manera de poner remedio a sus dolores.

 

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