Caballero, moringa pá’ tol mundo

Martín Guevara

Foto: Juan Suárez

HAVANA TIMES – En respuesta al académico estadounidense Peter Kornbluh, que declaró que Cuba es “uno de los lugares más seguros del mundo”, me gustaría apuntar, que aunque quizás cuando el académico dijo “mundo” se refería solo al Tercer Mundo y a EE.UU., es incomparable la Isla con la paz social y el civismo de cualquier país europeo.

Así como digo una cosa digo la otra, Cuba es el país con menor índice de bandas callejeras, de niños oliendo pegamento, de muertes por delincuencia común, de todo tipo de gente frustrada armada hasta los dientes por la calle, de América y de buena parte del mundo subdesarrollado.

Pero la tendencia es al alza. Se van formando cada vez más bandas callejeras, pandillas cada vez mayores y más peligrosas, las que hubo históricamente en los años de represión revolucionaria en Cuba eran familiares y residuales.

Una característica común del fascismo es que la delincuencia común desciende notablemente, porque al intervenir al “individuo” e impedir su existencia como ente social y solo adjudicarle un rol de masas, se anula lo mejor de la sociedad, la pasión del éxito del emprendimiento del crecimiento espiritual, intelectual, económico, y se erradica la individualización de la frustración, del estrés, la enrome frustración y sentimiento de fracaso de la vida pasa a ser colectivo, compartido, además, por la enorme represión, claro está.

Pero hoy hay que andar con mucho cuidado, el cubano es el ser más valiente que conozco para enredarse en una pelea callejera. En un santiamén se están fajando de lo lindo en la cola de una guagua, de una bodega, de un cine, a la salida de la escuela, en un placer aislado, tortas, piñazos, estrallones.

Si el otro es más grande o son más echa mano de un palo, un ladrillo, una cabilla, como muy extremo, pero están empezando a proliferar muertes a puñaladas y machetazos, menos relacionadas con el valor de la pelea y más con una suerte de furia producida por la frustración, a la imposibilidad de realizarse de ninguna manera, ni como capitalista ni como revolucionario.

Hasta hace poco sólo los guapos de renombre mataban. Para poner un ejemplo: “El Pandeao” fue un guapo de renombre en Regla, Casablanca, La Habana Vieja y todas en las cárceles cubanas, llegó a mandar al otro mundo hasta a nueve personas en la prisión, fue fusilado en la Cabaña y ostentaba el récord de los homicidas cubanos en los años 70. Hoy hay varios que llegan o se aproximan a esa cifra y son pandilleros ratones, de guapos en solitario no tienen nada.

La sociedad está cambiando y lamentablemente está permaneciendo lo peor del “comunismo” incorporando lo peor del capitalismo, no se están brindando oportunidades de emprendimiento serio, más allá de paladares, posibilidad de que un buen arquitecto se ponga uno o varios despachos, un buen zapatero una fábrica de zapatos, un rodeo de animales para producción de piel, etc., cosas que hagan crecer la economía, satisfacer intelectos inquietos, y dar trabajo a gran parte de la población.

En su lugar sí que se incorporan las diferencias paupérrimas en el fondo del pozo popular, donde la más mínima distinción es considerada una cadena montañosa, de tal modo que se va formando una moral que responde a la nueva realidad de guerra sin cuartel por el dinero privilegiado, el CUC, por la oportunidad del jamón, el carro y la cadena de oro.

También coviven la merma de las escasas cosas en que la involución mejoró la vida de los más pobres, sin embargo persiste intacta la batalla incesante durante casi sesenta años con la doble moral, el sempiterno chivateo a diestra y siniestra, la carrera por mostrar más disposición revolucionaria, y al convivir ambos sinónimos de poder, el dinero en escasísimas cantidades y muy pocas manos, y la obediencia debida y el respeto sacramental a los lineamientos del Partido, CDR, UJC, FAR, PNR, EJT, FMC, MTT y todo el abecedario repartido aleatoriamente de tres en tres letras, aunque también de cuatro y cinco y hasta seis como Minint.

Se genera una especie de infierno de estrés que ya, ni siquiera el cubano, conocido por ser el ente más preparado junto a la cucaracha y los roedores para sobrevivir a una guerra nuclear, puede sortear con su clásico derroche de buen humor, chistes, jaranas, borracheras, partidos de pelota, bolas, trompo, dominó, frontón, vóley, boxeo, ni sin guetta permanente, y esto comienza a llevar a una violencia desmedida, aún no a la altura del resto de América, pero que reviste un gran peligro por el oscuro panorama a que se enfrenta el pueblo con las políticas caprichosas del poder para perpetuarse.

El día que en Cuba haya armas de fuego para uso indiscriminado, se mata la mitad, porque repito, en la idiosincrasia del cubano está tan mal visto rehuir una bronca, achantarse frente al mínimo insulto, hasta el más “guayabito” tira un piñazo y se enrosca en una bronca callejera.

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