Atención, plomeros, la tupición de los cubanos está en provincia

Por Aurelio Pedroso  (Progreso Semanal)

HAVANA TIMES – Con bastante frecuencia me viene a la mente aquella observación que un prominente cubanoamericano confesó durante una entrevista en el hotel Meliá Habana. Creyéndome dueño y señor de muchas decisiones de carácter nacional, el hombre apuntó con su dedo índice hacia mi cara y dijo:

—Ustedes, de absolutos controladores, deben ser más facilitadores.

Entonces, esa al parecer indestructible burocracia, que ya le está pasando factura a toda la sociedad, se hace notar con cada vez más fuerza en la instancia provincial, donde un funcionario, instalado en buró y oficina de segunda categoría, está llamado a agriarle la existencia a cuanto papel o trámite de cubano pase por sus manos.

¿Hay algún mortal entre nosotros que, como tiro de gracia, no le hayan dicho que su asunto está a nivel de provincia? ¿O que, haciendo gala de ese antológico relato del periodista y escritor español Mariano José de Larra (1809-1837) de Vuelva usted mañana, no le hayan dicho que regrese al día siguiente?

Dos ejemplos entre tantos:

Un simple certifico de estudios de un preuniversitario municipal no puede ser emitido por esa instancia, no sin antes disponer del visto bueno de la Dirección provincial. Del mismo modo, una constancia de que usted es contribuyente y se encuentra registrado en la Oficina Nacional de la Administración Tributaria (ONAT) municipal, debe viajar a otras instancias para ser concedido.

Menos mal que tal epidemia burocrática no ha llegado a Salud Pública, que una operación quirúrgica de urgencia en alguno de nuestros hospitales no deba contar con la aprobación de la Delegación provincial de salud. Algo parecido a lo que ocurre en otras naciones, que si no tienes seguro médico ya puedes ir imaginándote tus modestos funerales.

Verdaderos espiritistas en el tratamiento de los problemas de la gente común. “Eso está elevado…”, se suele escuchar con frecuencia. Y uno, que alguna vez recibió educación católica, llega a pensarse que el asunto se encuentra en vías de solución, plegaria de por medio, en el propio firmamento. También, cuando hay que prestarle orejas a esas lacónicas e irrevocables respuestas, como esa de que la decisión “vino de arriba”.

Invitemos o forcemos la comparecencia de algunos de estos personajes, también devenidos funcionarios, a la Mesa Redonda de la TV cubana. El caso más reciente que me viene a la memoria es aquel que trató el tema de los medicamentos. Soberana mentira difundida para toda la Isla y para aquellos que dependemos del llamado tarjetón, cuando aseguraron que ningún medicamento de esa condición estaba en falta. Aprendimos de igual manera que los burócratas son también mentirosos.

Titánica la labor de esos plomeros antiburocracia, porque no bastará la conocida cinta, sea mecánica o eléctrica. Precisarán del carro a presión. Una presión popular que les haga saltar de los burós donde se han instalado y atrincherado en ni se sabe cuántas disposiciones u ordenanzas.

Menos burocracia implicará más facilidades.