Ana María Polo: un caso contradictorio

Por Samuel Farber*

Ana Maria Polo. foto: wikipedia.org

HAVANA TIMES — No cabe duda que Ana María Polo es una mujer de gran talento. Ya en sus cincuentas, la cubana-americana es una abogada de éxito con muchas dotes musicales; de hecho fue cantante en su juventud. Desempeña su rol de árbitro, por cierto de manera bastante justa, en el programa de televisión “Caso Cerrado” donde los contrincantes se comprometen a aceptar su fallo.

El programa tiene una amplia audiencia en el mundo de habla hispana incluyendo a los Estados Unidos y Cuba, donde se conoce mucho ese programa dado que la gente se lo pasa por memorias y hay cuentapropistas que venden CDs con varios programas de ella.

Aunque las disputas son mayormente de tipo civil, de vez en cuando hay casos con filo criminal que justifica la presencia de la policía. Esto último sugiere que muchos de estos casos son inventados con el propósito de entretener a la audiencia televidente y aumentar el  éxito comercial del programa.

De otra manera resulta difícil creer que existe gente tan tonta como para estar dispuestas a comparecer en el programa a sabiendas del peligro que corren de ser arrestados e instruidos de cargos penales. Vale la pena notar que al final del programa un pequeño anuncio nos deja saber que Caso Cerrado contiene “dramatizaciones”, supuestamente para proteger la anonimidad de algunas de las partes.

Desde que comencé a ver su programa como 7 años atrás, me impresionó el hecho de que, a diferencia de los numerosos programas similares en inglés, en donde los árbitros se esconden detrás de la ley, la Polo expresara abiertamente sus juicios de valor y su indignación moral, ocasionalmente llegando hasta insultar a los comparecientes aunque en realidad no con el propósito de humillarlos aprovechándose de su posición de poder con respecto a ellos.

Es precisamente esa expresión abierta de sus valores que nos permite darnos cuenta de sus muchas contradicciones. Así por un lado, es obvio que la Polo no solo habla de la sexualidad sino que hasta favorece una sexualidad bastante libre y trata de educar a su público sobre lo acceptable que es la experimentación sexual. Es claro que esta actitud se presta a incrementar su audiencia televisiva.

Desde este punto de vista no es sorprendente que los temas sexuales sean discutidos con gran frecuencia en su programa. Pero independientemente de eso, aunque parece sentirse un poco incómoda con el derecho al aborto y trata de esquivar cualquier pronunciamiento claro al respecto, no es nada equívoca con respecto al machismo, del cual se burla y ataca sin misericordia.

Aunque sea dicho de paso, el director del programa, obviamente con el consentimiento de la Polo, rutinariamente dirige a sus camarógrafos para que muestren los cuerpos de las mujeres jóvenes y atractivas que comparecen en el programa con tomas de cámara que lentamente van ascendiendo de la punta de los pies hasta la cabeza.

La Polo también defiende a capa y espada a los gays por lo cual ha sido hasta premiada por organizaciones LGBT de Estados Unidos, y lo que ha provocado rumores maliciosos en el Internet con respecto a su propia orientación sexual.

Se podría decir que la Polo representa a la mujer professional latina moderna en Estados Unidos. Sin embargo, su modernidad es muy dispareja. Por ejemplo, no parece respetar y ni siquiera entiende cabalmente, la naturaleza de la ciencia y el pensamiento racional.

Por una parte, invita con mucha frecuencia al programa a médicos, psicólogos, sexólogos y abogados, gente preparada que verdaderamente educa a la audiencia con respecto a la salud y a las realidades sociales y legales de la sociedad estadounidense. La presencia frecuente de abogados de inmigración es especialmente valiosa ya que provee una información muy útil a los indocumentados.

Pero, por otra parte, la Polo también invita a charlatanes que hablan de todo tipo de disparates sobre “otras realidades” que la ciencia no puede entender. Una cosa sería si la Polo los tratara como “entretenimiento”, pero el problema es que trata lo que ellos dicen con la misma seriedad y respeto que la información de especialistas y peritos quienes han estudiado por años sus materias y saben muy bien de lo que están hablando.

En realidad no importa si la Polo hace éso porque ella misma cree en esas cosas o por un comercialismo ramplón. En ambos casos el resultado es una disminución considerable del nivel cultural de su programa. Y ni consideremos el español que ella habla.

Nacida en Cuba pero criada en la Florida y Puerto Rico, recurre frecuentemente al “Spanglish” exagerado, como por ejemplo cuando  le pregunta a los comparecientes “cuales son sus primeros y últimos nombres” en vez de simplemente pedirles su nombre y apellido.

Hay que reconocer que los policías cubano-americanos de Hialeah que regularmente aparecen en el programa hablan un español aún peor. Pero aún así, la Polo parece haberse dejado llevar por la triste amnesia linguística que invade la mente de la mayoría de inmigrantes en un país que es mucho más monolingüe que la mayoría de los países de un nivel económico similar.

En términos más generales, es muy lamentable el nivel cultural de la televisión en español en Estados Unidos,  que está por empeorar aún más con la entrada de la cadena Fox, tan vulgar como super derechista, a la programación en ese idioma.

El nivel cultural actual está aún por debajo del nivel de radio y television de la Cuba pre-revolucionaria aún con los programas que presentaban como el del cantante de décimas Clavelito (Miguel Alfonso Pozo), que prometía eliminar todos los males de los radioescuchas si ponían un vaso de agua sobre el radio mientras que el recitaba:

Pon tu pensamiento en mí / Y verás que en este momento / Mi fuerza de pensamiento ejerza el bien sobre ti

Quizás pudiéramos entender mejor a la Polo si la vemos como una feminista de clase media estadounidense, una manera de pensar que ella posiblemente adquirió de su entorno en la escuela de Derecho, en los varios ambientes de la abogacía que ejerció y en los medios masivos de comunicación en los que se conduce. Pero aunque no abunda en cuestiones políticas o económicas, de vez en cuando se le escapan pronunciamientos que revelan sentimientos y principios conservadores.

Para ella el desempleo es una abstracción que desaparece cuando el individuo tiene empuje; siempre se puede conseguir un empleo aunque sea lavando automóbiles o vendiendo baratijas en las calles, y claro según ella, así se puede mantener uno y su familia.

En una ocasión, cuando en uno de los casos la demandante se quejó que el patrón constantemente le imponía tareas adicionales a las de su trabajo normal, la Polo rechazó la queja y añadió que cuando ella comenzaba a trabajar como estudiante de derecho y joven abogada hacía todo lo que le pidieran los jefes aunque no fueran tareas que le correspondían.

Para la Polo no hay diferencia alguna entre un aprendiz de profesional y un trabajador no calificado con bajo salario y probabilidad limitada de ascenso. Los principios del sindicalismo obrero para ella no existen o no tienen sentido.

¿Y con respecto a Cuba, que dice? Aunque habla poco sobre el tema, quizás para no enajenar a su público latinoamericano, parece compartir las premisas de la extrema derecha cubana, como cuando se pronunció hostilmente con respecto al concierto de Juanes en la Plaza de la Revolución en la Habana.

En resumidas cuentas, la ideología de la Polo no es un caso cerrado; es un caso contradictorio.
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*Samuel Farber nació y se crió en Marianao, Cuba y ha escrito muchos libros y artículos sobre la isla. Su último libro es Cuba Since the Revolution of 1959. A Critical Assessment que fue publicado por Haymarket Books en el 2011.

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