Advertencia desde Nicaragua
Caso Nicaragua
HAVANA TIMES – Cuando comenzó todo este desmadre, uno pensaba que el caso Nicaragua iba a servir de advertencia para que otros países no llegaran al punto que nosotros hemos llegado. Ojo con esas reelecciones en nombre de “que sea el pueblo el que decida”. Cuidado con esos amancebamientos entre el Gobierno y los empresarios. Alerta con esas leyes dizque para defender la soberanía. Ojo cuando se empieza a criminalizar el periodismo y los derechos humanos. Pero, ¡qué va! Es vez de advertencia, Nicaragua ha servido de ejemplo a seguir y vemos a otros países recorriendo el mismo camino que nosotros pasamos con la ingenua pretensión de que llegarán a un lugar distinto.
Consecuencias
En el caso Venezuela he visto análisis muy serios, en los que plantean que Maduro no se atreverá a inhibir uno tras otro a los candidatos de la oposición que vayan apareciendo, porque “el costo que pagaría sería demasiado alto”. ¡Así decíamos nosotros en Nicaragua! Y ahí está, Daniel Ortega en el poder, porque “ganó” unas elecciones, no solo inhibiendo a los contrincantes, sino echándolos presos, para quedarse compitiendo solo y sin nadie que protestase por ello. ¿Cuáles consecuencias? Lo poco que le ha costado no se compara con lo que se ganó.
Modelo electoral
El modelo electoral de Daniel Ortega ya es un producto de exportación. Modelo Nicaragua, le dicen, desgraciadamente. Es un modelo sumamente brutal, construido sobre la premisa de que quien tiene el poder debe estar dispuesto a hacer lo que tenga que hacer, a pagar los costos que tenga que pagar, convencido de que lo peor que le puede pasar es entregar el poder. A este modelo no le basta controlar el aparato electoral. Proscribe partidos, echa presos a los candidatos opositores, prohíbe la observación electoral y hasta la propaganda y reuniones electorales. Escoge entre los suyos a los “opositores” que harán de sparring. No es una elección de dados cargados como los fraudes tradicionales, es un dado que tiene el mismo número en las seis caras y, por lo tanto, pase lo que pase, el suyo siempre será el número ganador.
Mal ejemplo
A la ciudadanía del resto de países les hizo falta reconocer que la crisis de Nicaragua no es solo un problema de Nicaragua, sino un cáncer que ya está haciendo metástasis. No lo tomaron como un problema propio. Vieron las barbas de su vecino arder y no pusieron las suyas en remojo. Quienes sí pusieron atención fueron las mafias en el poder. Mucho de lo que está sucediendo en Guatemala, El Salvador y Venezuela es sacado del mismo manual de Ortega.
Incendios
En cambio, los nicaragüenses sí estamos convencidos de que el deterioro de la democracia en otros países es también un problema nuestro. Nos afecta. En primer lugar, porque en la medida que se incendian casas vecinas, los restos carbonizados de la nuestra dejan, injustamente, de interesar a los demás. Y, en segundo lugar, porque los jefes de gobierno dejan de condenar a Ortega en la medida que se ven ellos mismos usando sus métodos para establecer gobiernos similares. ¿Se acuerdan cuando Nayib Bukele llamaba dictador a Ortega? Pue eso ya no pasa.
Espejo
Lo que tenemos que entender a estas alturas es que el problema de uno es el problema de todos. No se trata de dar o recibir solidaridad, compadecerse o alentarse unos a otros, sino de defenderse a sí mismo defendiendo a los demás. Ojalá la oposición venezolana supere de mejor forma el “manual Ortega” que le quieren aplicar. Espero que la voluntad popular se imponga en Guatemala por sobre aquellos que buscan imponerse con patrañas legales. Ojalá los otros se vean en nuestro espejo. Que el fraude electoral, la reelección no se queda ahí. Es solo el peldaño de una escalera que lleva a la dictadura. Los nicaragüenses, desgraciadamente, lo sabemos.