A propósito de la homeopatía en Cuba (2 y final)

La ciencia hipócrita y la descolonización de los saberes

Yasser Farrés Delgado

Foto: unho-edu.org
Foto: unho-edu.org

HAVANA TIMES — Antes expliqué el proceso histórico y político que permitió a la ciencia (a los científicos) erigirse con el estandarte del “saber verdadero”. Mostré cómo esto ocurrió sobre la base de eliminar cualquier otro conocimiento, y no sobre la base de promover el diálogo y el intercambio.

Al respecto, comenzaré por añadir ahora que esa postura poco a poco se convirtió en política de Estado y marcó las políticas científicas. De hecho, no es casual que ciertos hombres de ciencia (aludo al sexo con toda intención) ocuparan altos cargos políticos, posición que en no pocos casos les permitió relegar incluso a sus oponentes dentro de la propia academia (Isaac Newton versus Robert Hook, por ejemplo).

Sin intenciones de ahondar mucho más en la historia de la ciencia, he de decir que semejante relación ciencia-poder también marcará la institucionalización científica en los territorios coloniales y poscoloniales. De nuestro ámbito cubano bastaría citar las dificultades institucionales que enfrentó Carlos J. Finlay para demostrar su teoría sobre el mosquito Aedes aegypti y la transmisión de la fiebre amarilla. Sus ideas fueron ignoradas o menospreciadas durante dos décadas tanto en Cuba como en Estados Unidos (donde tuvieron una minúscula y escéptica acogida).

Desde su institucionalización y hasta hoy, la ciencia ha sido lo que ciertos grupos de poder han permitido que sea. En general los científicos (y sus financiadores) no están dispuestos a que una visión diferente se les oponga, especialmente si apuntan en la dirección de desmontar sus instituciones; y mucho menos si esas visiones surgen al margen del propio sistema. A esto se suma, por supuesto, las razones económicas. En todo ello radica la hipocresía de la ciencia moderna (los científicos).

La ciencia (los científicos) se permite a sí misma lo que no permite a otros saberes: la posibilidad de existir y de equivocarse. La ciencia médica institucionalizada quizás sea la más hipócrita entre todas las ramas, porque su hipocresía no pocas veces termina guardada en una tumba. En ese sentido, retomando lo que motiva a este post, pregunto: ¿Cómo pueden negar la posibilidad de desarrollo a la homeopatía argumentando que es un simple placebo y, al mismo tiempo, usar el placebo como parte del “método científico” para probar la veracidad de los medicamentos?

En efecto, sin placebo no hay “método doble ciego”. ¿Cómo se determina la validez de una vacuna? A una mitad de la muestra de pacientes aplican la medicina en experimentación mientras que a la otra la engañan, aplicando un placebo. Ese es el método hipócrita con el cual se ha probado, por ejemplo, la vacuna del papiloma humano; ejemplo que cito a propósito de ser uno de las más controvertidas en estos momentos.

La ciencia médica “patologiza” la vida para patentar remedios. Por inventar vacunas, ahora están inventando vacuna contra la varicela. Así, muchos ejemplos. Por todo ello, y más, es que resulta importante recuperar la medicina tradicional y complementaria y socializarla. Nótese que digo “complementaria”, y no “alternativa”.

En la medida que entendamos la posibilidad de complementariedad entre las medicinas tradicionales y naturales (o naturistas), daremos grandes pasos. Esa es la postura de algunos médicos ilustres, como el Dr. Alberto Martí Bosch, oncólogo, naturista y homeópata catalán, quien reconoce la necesidad de replantear el enfoque médico que hoy tenemos. Propongo tomar un tiempo para observar este video: https://www.youtube.com/watch?v=RotVRPfGBz0 ).

Llegar a conclusiones como las del doctor Martí Bosh, y hacer que tales ideas ganen autoridad, no es tarea sencilla: hay que enfrentar a una comunidad científica con ideas convencionales y, también, a las instituciones del Estado. Diez años antes del video que mostré, ocurrían noticias como esta: http://elpais.com/diario/2002/10/31/sociedad/1036018802_850215.html

Afortunadamente desde hace décadas, y sobre todo en los últimos años, va incrementándose la conciencia de fomentar el diálogo entre quienes tienen práctica positivistas convencionales y quienes tienen otras formas de conocimiento. Es el paradigma de la Transdiscplinariedad (ver la “Carta de la Transdisciplinariedad”). Ese diálogo, por supuesto, no siempre es ingenuo: las mismas farmacéuticas que tanto niegan a los chamanes invierten grandes sumas en explorar los principios activos de sus pociones y sus yerbas.

Desde mi punto de vista, el debate más importante no debe seguir siendo sobre cuál es la “ciencia verdadera”, pues “la verdad científica” es un concepto relativo, cambiante…. El debate principal es de tipo ético: ¿Cómo puede la ciencia (los científicos) seguir exigiendo para sí la autoridad sobre el saber, si esa ciencia que ha generado importantes logros es la misma que ha generado grandes problemas ambientales, económicos y de Salud Pública? ¿Cómo puede seguir pretendiendo el monopolio del saber si existen cada vez más evidencias, por ejemplo, que muchos adelantos científicos están relacionados con el incremento de casos de cáncer y otras enfermedades modernas?

Lo menos que puede hacer un Estado para actuar responsablemente frente a estos hechos que afectan a toda la ciudadanía, es fomentar también –insisto, también y no únicamente— los conocimientos complementarios. Permitirles explorar, permitirles existir, ya sea para que se confirmen o rectifiquen. ¿Cuántas prácticas médicas no han sido replanteadas a lo largo de la historia de la ciencia moderna?

¡Bienvenida sea la resolución del Ministerio de Salud Pública! —que, recordemos, no sólo incluye a la Homeopatía sino también ciertas prácticas ancestrales. Ojalá aparezcan otras medidas razonablemente aperturistas, abiertas al diálogo, en los demás Ministerios. Y también, por supuesto, una apertura mental en los ciudadanos y ciudadanas cubanos.

16 thoughts on “A propósito de la homeopatía en Cuba (2 y final)

  • Este post debió llamarse “Fundamentación para elevar la superchería a virtud”.
    Pero eso ya lo sabíamos desde el anterior post.

  • Pero hablemos del pueblo, sí de ese formado por individuos que siempre o casi siempre se mantienen al margen de decisiones que pueden afectarles .Decimos y reiteramos que los cubanos (como cualquier otro grupo poblacional), como consumidores,- en el mejor sentido de la palabra-, deben de disponer de información e instrumentos que le permitan acceder a tratamientos adecuados.
    Las decisiones sobre la atención de la Salud son importantes; y las decisiones sobre la utilización o no de la Medicina Tradicional no lo son menos. Conviene que tengamos presente definiciones generalmente usadas en relación a esto. Lo términos comúnmente usados son: Medicina complementaria o alternativa que se define como: “un conjunto diverso de sistemas, prácticas y productos médicos y de atención de salud que no se consideran actualmente parte de la medicina convencional”. Cuando las personas utilizan terapias de medicina complementarias o alternativa de forma aislada se reconoce como “alternativa”; si son empleadas en conjunto con la medicina convencional, se le denomina “complementaria”.
    En ambos casos estos métodos terapéuticos suelen estar poco reglamentados, a pesar de que se utilizan en un 80% en los países en desarrollo, y ha medida en que ha aumentado su uso, han ido apareciendo informes relacionados a reacciones adversas. Además, existen no pocas dudas acerca de la calidad, idoneidad terapéutica, y al necesario seguimiento médico, cuando son utilizadas.
    http://medicinacubana.blogspot.com/2007/03/medicina-alternativa-las-decisiones-en.html

  • Me maravilla las citas de Farres, un video YouTube y un artículo del País, jajaja. Es el método clásico de la pseudociencia. ¡”Malvenida” sea la resolución del Ministerio de Salud Pública!

  • Me atrevo a repostear, abusando de Marcela, este comentario que ella hizo en la entrada anterior de Yasser:

    Como indican las últimas respuestas de Yaser, el sigue sin entender, o sin querer entender, el fondo de las críticas que se le hacen. Creo que habrán pocas personas honestas que nieguen que las grandes (y las que quieren ser grandes) transnacionales farmacéuticas tienen prácticas irresponsables y hasta criminales como resultado del afán de lucro. Claro que hay fraude en las investigaciones científicas, y si no lo creen miren cualquier arículo de homeopatía para que vean como se inventan cosas, y malas prácticas. Pero nada de eso valida la legitimdad de otros saberes, ni de otras formas de adquirir saberes. Es un argumento que intenta pasar gato por liebre para evitar precisamente los análisis de esas otras cosmovisiones y formas de adquirir conocimiento.

    Es terrible las miles de personas torturadas y quemadas en la hoguera por acusaciones de brujería. Probablemente con ello se perdieron conocimientos valiosos para esa época y se retrocedió con respecto a avances científicos (recordar a Giordano Bruno), pero eso de per se no legitima, el conocimiento de uno de esas victimas en particular, tampoco legitima epistemeologías basadas en los místico y lo iniciático y que renuncia a la socialización del conocimiento como bien público.

    El crimen genocida contra los pueblos originarios en Africa, el nuevo mundo y Asia, es uno de los hechos más triste de la historia de la humanidad y en particular de la historia europea. Muchos ilustrados no lo fueron tanto a la hora de justificar ideológicamente el crimen. Nadie niega eso. Pero lo que es una impostura es pretender, sobre la base de ese crimen histórico, idealizar las sociedades originarias. Eso no nos conduce a nada.

    Los estudios antropológicos nos muestran cuan arriagado estaba el patriarcado en muchas sociedades precoloniales en África y como resultado de ello, era común la descriminación por género. Lo mismo ocurría en la china pre-opio, una sociedad jerarquizada en castas con poder absoluto y totalitario de la casta superior con el emperador al frente. Sus construcciones filosóficas, basadas en buena medida en una cosmovisión mágica del universo, era un instrumento más de perpetuación de ese sistema de clases. Esa misma filosofía que hoy nos quieren vender como de una hondura inapresable para la mente occidental. Los agoreros del yin y el yan, poco saben de su trasfondo clasista y perpetuador de relaciones de clases basadas en la opresión de una sobre otras.

    En la América precolombina, la descomposción del gens primitivo era un proceso bastante avanzado en muchas zonas geográficas. Sociedades verticales con diferenciación de clases estaban camino a prevalecer sobre otras formaciones más comunitarias. El racismo era una práctica habitual como justificación ideológica de las guerras de conquista y sobyugación. De hecho en África, Asia también existía racismo, porque el racismo es la contraparte ideológica a toda forma de esclavitud y servidumbre, prácticas que ya existían en África, Asia y el Nuevo mundo antes de la colonización. El Japón era una sociedad igualmente tremendamente estratificada y con una profunda discriminación de género y racismo. Ideas similares pueden esbozarse de la India. Las construcciones ideológicas y dentro de ellas, las filosóficas, respondían en buen medida a la perpetuación de esos sistemas de clases, las cosmovisiones religiosas igual. El emperador azteca era dios sobre la tierra (les parece conocido a lo que el Papa decia de los emperadores y reyes en Europa), y las prácticas de sacrificios humanos y de aparente conmunión con la naturaleza eran en buena medida, prácticas de poder. Está documentada la homofobia en muchas de esas sociedades. Nada de eso justifica el crimen del colonialismo, que fue tanto humano como cultural, pero entender a esas sociedades en todas sus contradicciones nos ayuda a entender la realidad y trazarnos, desde ese entendimiento, discursos emancipatorios.

    Hoy vemos en muchas de las comunidades descendientes de los pueblos originarios prejuicios raciales, homofobia, descriminación de género. Claro que en no poca medida, ello es resultado del propio colonialismo cultural y dentro de él, la imposición del referente católico. Pero también, es la herencia, de prácticas y cosmovisiones anteriores al colonialismo.

    Cualquier discurso que pretenda negar el profundo arraigo del colonialismo cultural europeo y sus consecuencias hoy en día en la formación de ideas, no puede ser emancipatorio. El eurocentrismo, o mejor dicho, el centrismo judeo-cristiano es una realidad colonial viva y tremendamente mutiladora. Cualquier discurso que pretenda una apropiación idílica (y falsa) del pasado precolonial está condenada al fracaso. Porque hemos andado mucho en términos de comprensión de las raices de la desigualdad humana y de los mecanismos de creación de riquezas materiales y de ideas para pretender como emancipador, cosmovisiones que arrastran defectos comunes con otras de la Europa preilustrada y posilustrada. Y no importa que esas otras cosmovisiones hayan sido víctimas de una genocidio cultural.

    Ello no niega la necesidad, de incorporar centralmente ese acervo cultural tremendo a los análisis que hagamos de las realidades y los caminos a ser andados, porque al entenderlos comprendemos mejor y más en su totalidad la realidad, calibramos las aspiraciones de todos, todas las dinámicas, las profundidades y diversidad culturales de la resistencia a la exoplotación y dentro de ellas, la de los pueblos originarios que son admirables y que han estados basada en buena medida al arraigo a esas cosmovisiones precoloniales. Las clases explotadas de esos pueblos originarios, han logrado en menor o mayor medida, ir depurando esas cosmovisiones ancestrales de elementos perpetuadores de explotación y en esa medida, ir transformandolas en discursos emancipatorios centrales. Pero eso, en muchos casos sino todos, no es el resultado de una sabiduría milenaria, como gustan declarar como anuncio publicitario, algunos discursos de izquierda. Es resultado de un proceso histórico después de la conquista colonial, donde la resistencia al exterminio, la doble explotación, como generador de plusvalía y por su condición de “raza inferior”, determinó como imprescindible ese proceso de evolución de las ideas primarias a formas emancipatorias. Es una conquista actual de los mejores pensadores de esos pueblos y de las capas oprimidas de esas comunidades y no una herencia incontaminada de un pasado idílico que nunca existió.

    Las prácticas mágico religiosas de los pueblos de África, Asia y América Latina y del Norte, son eso, prácticas mágico religiosas. En muchos casos con una hermenéutica excluyente que se basa en prácticas de casta, y que aborrecen del escrutinio público por descansar en la creencia de su origen divino.

    Los defensores de un pretendido choque cultural donde el pensamiento occidental quiere arrastar tales saberes a los moldes cartesianos, ierran en el análisis. De lo que se trata en buena medida, es que no aceptamos renunciar al escrutinio público de cualquier forma de conocimiento y de adquisión del conocimiento. Esa conquista de la racionalidad no es europea o cartesiana, es universal. No aceptamos renunciar a que el conocimiento es un bien público y su apropiación ha de ser público. Por eso combatimos la apropiación privada del conocmiento que el capitalismo instaura, y del que las farmecéuticas son extremo ilustrativo, como, siendo consecuentes, combatimos cualquier construcción que pretenda eregirse por encima de ese escrutinio. Eso es lo que pretenden prácticas como la homeopatía y la terapia floral, o prácticas que dicen basarse en filosofías orientales o toda la moserga New Age. Niegan el molde cartesiano no por irrazonable, sino para eludir el escrutinio público. Pretenden, escondido detrás de discursos poscoloniales, que sus prácticas sean aceptadas por fe (religiosa o ideológica). Más lamentable aún, detrás de esas pretenciones muchas veces se esconde el afán de lucro y la ambición personal, o la satisfaccion de vanidades y egos mal servidos. Todas ellas, como tantas otras cosas, terminan absorbidas por el mainstream capitalista y convertidas en mercancías. No subestimemos la capacidad de ese Rey Midas del capitalismo de convertirlo todo en mercancía. El New Age y todas esas culturas de lo alternativo, cuyo origen bien pudo ser de contradiscurso como lo fue el verano del 68, hoy es un negocio que mueve miles de millones de dólares anualmente.

    Por último una nota más personal que no quiero que sea interpretado como un ataque personal. Se ha puesto de moda la facilidad y la premura del debate y se ha olvidado la necesidad de dedicar tiempo, mucho tiempo al estudio. Hay demasiados “filósofos” que critican lo que nunca han leido. Critican a Marx por lo que leyeron que otro dijo de Marx, pero no se han leido a Marx. Así repiten tonterias como que Marx tenía una concepción lineal de la historia donde al esclavismo, le sucedía el feudalismo, de ahí el capitalismo y luego el comunismo. El análisis de Marx es mucho más serio que esa boberia y Marx no veía el desarrollo histórico de esa manera. Lo que si les puedo decir es que, a diferencia de esos “filósofos”, Marx se pasó meses sumergidos en bibliotecas y fuentes de datos públicos, recopilando datos primarios y analizándolos para llegar a conclusiones o esbozar hipótesis. No se leía cuatro textos y ya se pensaba experto de una realidad que no había analizado a fondo. No se atrevía a pontificar de lo que no sabía. Decir que una comunidad determinada no tiene libertad de pensamiento cuando nunca se ha formado parte de esa comunidad, ni se conoce de ella, ni se ha participado de sus debates y de sus espacios de reflexión. Andar de dandy repitiendo lugares comunes como quien sacude la mano en alto para que todos lo vean. Deberían aprender de ese rigor y no dejarse engatusar por la vanidad del diletante cuyo fin último es la satisfacción de la vanidad y el alma de aldeano (en el sentido de Martí). Ser riguroso,a pesar de las apariencias, es muchos más gratificante que ser popular.

  • Me atrevo a repostear este comentario de Wolf:

    En mi opinión, llevan demasiado suave al artículo. Su principal problema – el mismísimo que está a la raíz del postcolonialismo (o la “lógica decolonial” o como quieran llamar este no-pensamiento) – son los sofismas ruidosos con que pretende diagnosticar la “podredumbre” del pensamiento occidental (u “occidentalizador”).

    El autor – y sin duda Grosfoguel, ese magnífico sofista con nombre de duende de folclor irlandés – consideran un gesto totalitario o arrasador el esfuerzo por establecer una forma de producir y legitimar saber que sea “universal”, y luego se sirve de una serie de tragedias historicas (condenables) para – voilá – hacer de esa violencia una extensión inevitable o intrinseca del pensamiento occidental, o cartesiano, o como quieran llamarlo en tono de denuncia. Sin embargo, no ve, o no está capacitado para ver, que toda poducción y diseminación de saber plantea o presupone las condiciones “universales” de su validez, y que esta, la tan condenada forma occidental, por lo menos tiene la virtud de hacer esas condiciones accesibles a todos, por lo menos en forma (que historicamente se hayan cometido errores no minimiza este hecho).

    Veamos: ¿qué legitima el “saber” que ofrece o anuncia un chaman? Pues nada más y nada menos que una supuesta conexión iniciatica con el saber, asegurada por su estatus o por su acceso a un entrenamiento X dentro de un conjunto humano. Ese trasfondo se da como un legitimador universal del discurso que plantea, y tiene el aspecto bastante asqueroso de depender de ritos y otras prácticas a las cuales no todos los miembros de una tribu pueden acceder. Como este hay miles de ejemplos de “saberes” (muy celebrados por los poscoloniales) que se legitiman por esta posición de poder dentro de una comunidad, a partir de un supuesto acceso priviligiado a revelaciones y cosas semejantes…

    Nada pudiera ser más tiránico que esta forma de producir saber, puesto que no plantea sino una condición clasista de acceso al saber…pero no, estos saberes son emancipadores por el mero hecho de que esos conjuntos humanos, historicamente, sufrieron opresión, o fueron desplazados por conquistas sangrientas.

    El problema no es el “universal”, sino que condiciones son elevadas el estatus de universal…y la Ilustración tiene el mérito de arrancar estas de cualquier consideración de clase o estatus social…por lo menos en forma.

  • “Antes expliqué el proceso histórico y político que permitió a la ciencia…”

    Ustedes han visto el tono condescendiente de este muchacho, me recuerda al del cuento, que se colgó al cuello el esteto que se encontró en un latón de basura, y ya se creía médico. Cree dominar la retórica de algunos filósofoso y ya se cree filósofo.

    ” ¿Cómo pueden negar la posibilidad de desarrollo a la homeopatía argumentando que es un simple placebo y, al mismo tiempo, usar el placebo como parte del “método científico”

    Este muchacho no entiende nada de ciencia. Nadie niega la utilidad del placebo y su existencia, es precisamente por eso que se afirma que la homeopatía es placebo, no hace nada salvo sugestión sicológica. Ese es precisamente el papel del placebo en las pruebas doble ciego, que no son para nada hipócritas como dice el autor. Por el doble ciengo han pasado importantes vacunas y fármacos que salvan millones de vidas anuales. Por ejemplo, en Cuba, la vacuna de hemofilus pasó la prueba del doble ciengo y hoy la enfermedad está casi erradicada en el país. Lo mismo se puede decir de otras muchas vacunas como las terapéuticas del CIM que hacen crónico ciertos tipos de cáncer. El texto quiere apelar a la emoción humana usando adjetivos grandes para hablar de lo que no sabe. La homeopatía es puro placebo, es decir, en este caso, agua pura bajo la lengua.

    “Lo menos que puede hacer un Estado para actuar responsablemente frente a estos hechos que afectan a toda la ciudadanía, es fomentar también –insisto, también y no únicamente— los conocimientos complementarios. Permitirles explorar, permitirles existir, ya sea para que se confirmen o rectifiquen.”

    Este muchacho sigue sin entender la racionalidad científica. Después de Magallanes, ya no importaba cuanto tiempo le diéramos a la hipótesis de la tierra plana: era falsa y seguría siendo falsa. Después del descubrimiento de las células, las bacterias, los virus y los átomos, las hipótesis en las que descansa la homeopatía se demostraron falsas. No importa el tiempo que se les dé (y ya lleva la homeopatía con siglos de existencia y no ha cambiado ni un ápice) para que se fomenten, exploren y existan, sus fundamentos son tan falsos como que la tierra es plana. Existir, pueden existir y el que quiera creer en ellos es su maletín, lo que no se justifica es que una institución del estado las valide como terpias médicas efectivas a contrapelo de las evidencias abrumadoras que se han acumulado en contra.

    “¿Cuántas prácticas médicas no han sido replanteadas a lo largo de la historia de la ciencia moderna?”

    Si, muchas, han sido superadas por nuevas evidencias científicas. Eso es precisamente lo que le ocurrió a la homeopatía que es del siglo XIX, y fue superada por las nuevas evidencias científicas. Querer regresarlas, es revivir un dinosauro precientífico, cuando se creía que el alma era un espíritu que se le impregnaba a las cosas.

    “no sólo incluye a la Homeopatía sino también ciertas prácticas ancestrales”

    La santería es ancestral. Deberíamos proponerle al MINSAP que la meta en el saco ecléctico de las terpias naturales y tradicionales.

    Lo mejor que tiene este artículo, es cuando dice que es la segunda parte y FINAL.

  • Poscolonialismo y lógica decolonial son dos cosas diferentes. Demuestra que no tienes ni idea de qué estas criticando.

  • Oigame , iba a decir algo ; pero cuando analice su estilo literario , me di cuenta que usted no escuchara nada que le digan, es como el fumdor y el cigarro

  • Me adhiero al comentario de Pesaito, no sabria expresar con mejores palabras lo que le iba a decir a Yasser

  • “La OMS apoya el uso de las medicinas tradicionales y alternativas cuando estas han demostrado su utilidad para el paciente y representan un riesgo mínimo”. Un país que introduce estos métodos terapéuticos tiene que convertir a su población en individuos bien informados, que asuman las responsabilidades de su Salud. Es el propio individuo y no otros, quienes deben de saber cuales son los estudios científicos realizados sobre la seguridad y la eficacia del tratamiento con Medicina Tradicional y Natural. Debe existir una genuina relación médico-paciente que determine las decisiones a tomar, así como un intercambio de información válido entre el médico y el paciente.
    Se recomienda utilizar la búsqueda de información en Internet, por parte de los pacientes, o en instituciones de apoyo al consumidor-paciente. En todo caso es el paciente el responsable de su salud, evitando la actitud de Estado paternalista que define y selecciona que debe o no hacer. Es el paciente el que debe hacerse cargo de su salud, convirtiéndose en un consumidor informado.

  • Vaya birria de artículo. Es tanta el ansia de “descolonizarlo” todo y retrotraer la humanidad a la Edad de Piedra que para atacar la Ciencia como instrumento y resultado de la “colonización de los saberes” se dedica a defender la homeopatía, una superchería tan europea y “colonial” como la Ciencia misma, y bastante más reciente.

    ¡Gracias Fidel!

  • Eso de ” Un país que introduce estos métodos terapéuticos tiene que convertir a su población en individuos bien informados, que asuman las responsabilidades de su Salud” y de que “Es el propio individuo y no otros, quienes deben de saber cuales son los estudios científicos realizados sobre la seguridad y la eficacia del tratamiento con Medicina Tradicional y Natural” está muy bueno. Realmente deberían el MINSAP y la prensa cubana ser consecuentes con esta idea.

    Es muy lamentable que el MINSAP y la mayoría de nuestra prensa, a contrapelo de lo que alguna vez dijera Fidel, le diga al pueblo “cree” en lugar de “lee” y solo se haga una burda propaganda de la homeopatia y sus anexos como si fueran una panacea maravillosa, escamoteándole a la poblacion el conocmiento acerca del océano de evidencias científicas que demuestran la total inefectividad de tales prácticas.

  • El video es una conferencia magistral del investigador en un congreso científico. ¿Qué pasa?¿Que si no está publicada en las actas del congreso no tiene validez? En cuanto a la nota periodística, eso se llama “fuente primaria de información”, y la usa toda persona que investiga en Historia.

  • La ciencia antepone los hechos a las ideas, y ese es el punto de partida de todo debate científico, el hecho probado más allá de toda duda razonable, y eso es precisamente lo que le falta a la homeopatía, la terapia floral, la radiestesia, las terapias piramidales y cuánticas: hechos en forma de datos replicables. Todos los ensayos clínicos realizados han concluido con la afirmación de que no es posible demostrar efectos que superen al sugestivo efecto de un placebo. Evidentemente el enjundioso autor de estos artículos no tiene, más allá de su cultura histórico-filosófica la más remota idea de como funciona la ciencia y el método que aporta los hechos sobre los que se basa. Menos aún conoce cuál es el papel del tratamiento placebo en un ensayo clínico y por eso pifia supinamente cuando anatemiza que sin placebo no hay ensayo. Lamentable par de artículos. En otros campos del saber deseo al autor mejor suerte, pero en lo que a ciencia respecta le aconsejo (sinceramente y sin la arrogancia del Borbón) ¿porqué no te callas? A veces es mejor parecer ignorante que hablar y confirmarlo.

  • Una de las falacias más extraordinarias en que incurre Yasser Farrés es la de confundir ciencia y tecnología.

    Con determinado conocimiento se puede generar una tecnología perniciosa y dañina (por ejemplo, productos agroquímicos cancerígenos). Culpar a la ciencia (que procura, simplemente, conocer la verdad, las leyes que gobiernan la biología, la sociedad, el mundo físico, etc) de lo que un tecnólogo pueda haber hecho con ese conocimiento es algo nacido de la temeridad que dimana de la ignorancia.

    Hay otras falacias, tal como la que emplea para negar la validez de los experimentos controlados en el mundo de la clínica. La pregunta ¿Cómo pueden negar la posibilidad de desarrollo a la homeopatía argumentando que es un simple placebo y, al mismo tiempo, usar el placebo como parte del “método científico” para probar la veracidad de los medicamentos? es un verdadero galimatías, una afrenta a la lógica. Es como decir, ¿Cómo negar que los objetos podrían levitar, y al mismo tiempo dejar caer objetos para demostrar que la ley de gravedad funciona?

    Por otra parte, determinada tecnología (por ejemplo, la dinamita) puede usarse para fines loables o para fines terribles. En este caso, tampoco la tecnología en sí tiene culpas. El propio Alfred Nobel investiga un área que le lleva a la invención de la dinamita, no para que los ejércitos fueran más mortíferos, sino por las razones opuestas: para obtener un recurso que supliera a la nitroglicerina debido a que era muy fácil que, al usarla, se produjeran accidentes, uno de los cuales había producido la muerte de su hermano más querido. Y parece ser un hecho histórico que destinó su fortuna al premio, precisamente como reacción horrorizada ante el uso que se le dio luego a su invención. Y por eso aparece, junto con la Química, la Física, etc, el galardón a los esfuerzos realizados en función de la Paz. El silogismo según el cual “como la ciencia produjo los conocimientos que permitieron crear la dinamita, y como la dinamita ha sido usada para matar personas, entonces la ciencia queda descalificada para enjuiciar a la homeopatía” es algo más que una falacia, y algo más que un desatino, es un pensamiento tan absurdo y retrógrado que da miedo.

  • Miren a ver si los siguiente no les parece escrito especialmente para el Yasser. A mí sí:

    “Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas, que antes hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad, y eran silenciados rápidamente. Ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los necios. El drama de internet es que ha promovido al tonto del pueblo al nivel de portador de la verdad”.
    Umberto Eco

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