¿Gross por los Cinco?

Por Collin Laverty (*)

El Hotel Habana Libre.

HAVANA TIMES, 14 de febrero — Después de que fallara la invasión a Bahía de Cochinos en abril de 1961, Fidel Castro y su gobierno revolucionario cogieron prisioneros a alrededor de 1 000 cubanos exiliados, entrenados por la Agencia Central de Inteligencia (CIA).  Los invasores, que habían sido apoyados por los Estados Unidos, fueron hallados culpables de cometer crímenes contra su Patria y sentenciados hasta 30 años en prisión.

El presidente Kennedy enfrentaba críticas muy duras por el fallido intento de derrotar al gobierno cubano y estaba desesperado por traer a los exiliados de vuelta a sus familiares en el Sur de la Florida. La Casa Blanca rápidamente organizó un Comité de Captación de Fondos encabezado por Eleanor Roosevelt, el Dr. Milton Eisenhower y el presidente de la organización Trabajadores Unidos, Walter Reuther, para que reunieran fondos y equipos agrícolas para enviarlos a Cuba en intercambio por los exiliados prisioneros. El grupo fue nombrado Tractores por el Comité de Liberación.

El Senador republicano Barry Goldwater y otros conservadores se opusieron vehemente a cualquier tipo de negociación y hizo pública sus objeciones, lo que hizo que el arreglo fuera más difícil de concretar. Cuando Castro pidió que las negociaciones tuvieran lugar a través de conversaciones frente a frente y no por medio de cables diplomáticos, la iniciativa de los Tractores por el Comité de Liberación se derrumbó. El entonces presidente cubano respondió con un simple pedido que le hubiera ahorrado a Estados Unidos millones de dólares y apresurado la liberación de los exiliados: la liberación de Pedro Albizu Campos.

Pedro Albizu Campos nació en Puerto Rico y luchó por los Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial, más tarde recibió su título de abogado en la Universidad de Harvard. Albizu Campos, quien hablaba ocho idiomas de forma fluida, recibió la oferta para varias puestos en el gobierno, pero como estaba preocupado por el racismo que vivió en el ejército y en Harvard, decidió regresar a su país natal.

Inmediatamente después de su regreso a la Patria se unió al Partido Nacionalista de Puerto Rico que buscaba la independencia de ese país y se convirtió eventualmente en el líder del movimiento independentista.

Campos estuvo toda su adultez entrando y saliendo de prisión mientras los miembros del Partido Nacionalista eran asesinados, torturados, arrestados y hostigados de forma habitual. Fue arrestado en 1950 después de que algunos miembros de su Partido atacaran la  Casa Blair en Washington, D.C., donde se hospedada el presidente Harry S. Truman, a pesar de que Campos se encontraba en Puerto Rico cuando ocurrió el delito. El gobernador de Puerto Rico lo perdonó en 1953, pero fue encarcelado nuevamente al año siguiente cuando cuatro miembros del Partido dispararon dentro de la Cámara de Representantes en el Edificio Capitolio de los Estados Unidos. También Campos se encontraba en Puerto Rico cuando ocurrió este otro hecho.

Además de luchar por la independencia de su Patria, Albizu Campos fue uno de los primeros en hacer pública las pruebas médico-químicas que el gobierno estadounidense realizaba en ciudadanos puertorriqueños. Él publicó un famoso manuscrito donde describía con exactitud cómo el Dr. Cornelius P. Rhoades, quien sirvió a la Comisión de Energía Atómica de los Estados Unidos, inyectaba células cancerígenas vivas a pacientes y realizaba otros experimentos tortuosos. Documentos publicados durante la Administración Clinton, conjuntamente con la valoración de médicos que atendieron a Albizu antes de morir, mostraron que el propio Albizu fue objeto de experimentos de radiaciones humanas –tortura- mientras se encontraba en prisión.

Castro había simplificado las cosas; la liberación del revolucionario puertorriqueño, preso por intentar liberar a su Patria (y víctima de torturas auspiciadas por los Estados Unidos), por los más de 1 000 exiliados que habían intentado acabar con la Revolución Cubana y retomar a Cuba.

Como dijo, en aquel momento, un articulo en la revista Time, los Estados Unidos y sus ciudadanos buscaban un “método para servir a los instintos humanitarios, mientras al mismo tiempo intentaban preservar el honor nacional”. Los halcones de la “Guerra Fría” no estaban de acuerdo con liberar al puertorriqueño o realizar cualquier otro tipo de negociación, según ellos, sería una “señal de debilidad” y una “concesión al dictador”; estas frases son comunes todavía en el Capitol Hill y en el Sur de la Florida.

Eventualmente la Administración del presidente Kennedy se puso del lado de la familia de los exiliados y enviaron a Cuba comida y medicina valorada en US $50 millones, a cambio del regreso de la derrotada fuerza exiliada.

El cine Payret de La Habana.

Cuando los familiarizados con las relaciones Cuba-Estados Unidos vieron que Alan Gross, agente del gobierno norteamericano, fue arrestado en La Habana, hace poco más de un año, rápidamente identificaron una forma de que la Administración Obama lograra el regreso de Gross, compensar por haber para dejado la política de control sobre Cuba del presidente Bush y mover  rápidamente mejorar las relaciones bilaterales.

Estaba consciente Gross del riesgo que corría este programa?

Cuando el señor Gross fue arrestado en Cuba, viajaba con visa de turista, a pesar de trabajar como “consejero de desarrollo económico y de negocios independientes” para Development Alternatives, Inc, una empresa contratista del gobierno de Estados Unidos que lo empleó con parte del contrato de 8,6 millones que ellos recibieron de la USAID para la “promoción de la democracia” en Cuba.

Durante la Administración de George W. Bush el presupuesto para el programa cubano de USAID se incrementó a $45 millones por año, a pesar de que los auditores del gobierno que gran parte del dinero había sido robado y mal usado, incluyendo la compra de chocolates Godiva, suéteres de cachemira  y video juegos para disidentes en Cuba y grupos exiliados en Miami.

Teniendo en cuenta la protesta sobre robos, favoritismo y la inefectividad relacionada con el programa, los fondos fueron transferidos principalmente desde pequeños NGOs de exiliados con base en Miami hacia agencias de desarrollo de gran escala, como la Development Alternatives, capaz de desarrollar misiones secretas a través de trabajo subcontratado a individuos y organizaciones más pequeñas que están deseosas de correr el riesgo de operar como agentes secretos en suelo cubano. A diferencia de cualquier programa de desarrollo en USAID, el pedido de fondos y garantías para el programa cubano son mantenidos en secreto.

El fondo para la promoción de la Democracia en Cuba está atado a la legislación estadounidense que llama a un cambio de régimen en La Habana y el gobierno cubano ha respondido con sus propias legislaciones. El Código Penal cubano estipula sentencia de 3 a 8 años para los cubanos que viven en la Isla que “participen en la distribución de recursos financieros u otros que provengan del gobierno norteamericano, de sus agencias, subordinados, representantes, funcionarios o entidades privadas”. En todas las demandas de presupuesto  que ha hecho Obama, hasta ahora, ha pedido y recibido 20 millones para Cuba, la cantidad recomendada por Bush para un “Equipo de Transición Cubana”, con el objetivo de planificar la caída de los Castros y la subsecuente reconstrucción.

En otras palabras, Obama escogió continuar un programa enfocado en un cambio de régimen, que es contraproducente, antagonista y pone en peligro la integridad y la seguridad de todos los que tengan que ver con él, tanto dentro como fuera de la Isla. No está claro si Gross, quien aparentemente  ha instalado Equipos de comunicación de alta tecnología en todo el mundo, estaba consciente del riesgo que corría este programa.

Al otro lado, los Cinco cubanos

Ahora, del otro lado, cinco oficiales de la inteligencia cubana, conocidos como los Cinco Héroes, han permanecido en cárceles norteamericanas por más de 12 años, después  de que un juicio politizado,  celebrado en  Miami,  los declaró culpables de actividades relacionadas con el espionaje. El regreso de ellos a Cuba es una prioridad máxima para el gobierno de la Isla.

Libertad para Los Cinco. Foto: Bill Hackwell

Gerardo Hernández, Ramón Labañino, Antonio Guerrero, Fernando González y René González  vinieron a los Estados Unidos para monitorear grupos violentos de exiliados de Miami, que desde el seguro Sur de la Florida, habían planeado y realizado ataques contra Cuba durante mucho tiempo.

A pesar de que el grupo de cubanos no vigilaba establecimientos o funcionarios del gobierno y nunca accedieron ni intentaron acceder a ninguna información confidencial, el verdadero objetivo  de espionaje, fueron juzgados por varios crímenes relacionados con el trabajo de espía. Se les negó, además, la petición que intentaba realizar el juicio fuera de Miami, dominada por exiliados y el proceso legal se convirtió en una juicio contra Castro y el comunismo y no en los méritos de las acusaciones.

No sorprendió a nadie, que los Cincos hombres, considerados Héroes en Cuba por evitar que se produjeran ataques terroristas contra la Isla, fueran juzgados y se le imputaran largas sentencias que, más tarde, una Corte de Apelación determinó que eran demasiado excesivas, pero solo fueron reducidas un poco. Antes, durante y después del juicio los Cinco agentes cubanos fueron enviados a prisiones diferentes en diferentes esquinas del país y quedaron, en ocasiones, incomunicados, y se les negaba, frecuentemente, la visita de sus familiares. Amnistía Internacional ha cuestionado, en repetidas ocasiones, la “justeza y la imparcialidad del juicio”, así como el trato que han recibido en la cárcel y el deber de que sean respetados otros derechos humanos y grupos de leyes.

El gobierno cubano ha dejado claro que está deseoso de conversar con los Estados Unidos sin precondiciones, pero traer a los Cinco de regreso a casa ocupa,  por supuesto, el primer lugar de la lista en el camino hacia la normalización de las relaciones. El presidente Raúl había expresado con anterioridad su disposición de enviar a los disidentes cubanos que están en prisión y a sus familiares a Estados Unidos a cambio de los Cinco.

El Senador Goldwater ya no está con nosotros, pero el fervor anticomunista que mostró a principios de su carrera (se volvió más sensible con el paso del tiempo) ha sido reemplazado por un puñado de legisladores cubano-americanos del Senado y la Cámara de Representantes que rápidamente protestaron por los rumores de que se estaba preparando un arreglo. Gracias a la oposición agresiva de figuras tales como la republicana Ros-Lehtinen (R-FL) y el senador Bob Menéndez (D-NJ), el arreglo de un intercambio  de prisioneros, Gross por los Cinco, se desvaneció antes de que las dos partes llegaran a explorarlas.

Apartando el hecho de que reunificar al señor Gross y a los Cinco Héroes con sus familias y sus patrias es lo correcto, un intercambio de prisioneros es un interés estratégico de Estados Unidos. El presidente Obama calculó mal la situación política en el Sur de la Florida y buscó consejo en los asesores políticos, en lugar de pedir la opinión de consejeros de política externa relacionada con Cuba. Él solo ha dado pasos tímidos para cambiar una fallida política hacia la Isla.

Los cambios recientes, que permiten que los viajes académicos, religiosos y de otro tipo se realicen con más facilidad, parecen ser el resultado de la seguridad que ha dado La Habana de que Gross, muy pronto, realizará su viaje de regreso por el estrecho de la Florida.

Alan y Judy Gross. Foto: Departamento de Estado, EE.UU.

El incremento de los viajes a Cuba y el regreso de Gross son buenos para los dos países. Sin embargo, el regreso de los Cinco cubanos hubiera ayudado a la Administración Obama a minimizar la mancha que tiene el caso Gross  y la que provocará; también mejoraría la imagen de Estados Unidos en la región y movería rápidamente el progreso bilateral en la dirección correcta.

Ahora viene el juicio

La semana pasada se anunció que Gross irá a juicio pronto; se le juzga por los crímenes de “Acciones contra la Independencia y la Integridad Territorial del Estado”, los fiscales piden sentencia de 20 años. Un abogado del acusado da la bienvenida al anuncio, pues según él, finalmente, después de un año, el caso se está moviendo hacia adelante, lo que es un desarrollo positivo.

Parece que a pesar de la posibilidad de 20 años en prisión, el equipo legal de Gross y su familia tienen la impresión de que se ha hecho un arreglo y que muy pronto estará de regreso a casa. Esto no le evitará a la Administración Obama la vergüenza de la evidencia que se presente en el juicio, que está muy ligado a probar el carácter clandestino de los programas norteamericanos de democracia realizados en Cuba, y quizás el hecho de que Estados Unidos ha estado tergiversando la verdad acerca de lo que Gross estaba haciendo en Cuba.

La Casa Blanca y el Departamento de Estado dijeron, primero, que Gross estaba enseñando a los cubanos a usar Wikipedia y repartiendo thumb drives, después, más tarde, dijeron con firmeza que en realidad era a los grupos judíos a quienes ayudaba con asistencia técnica.

La historia no cuadra por varias razones, primero porque todos los líderes de las comunidades judías cubanas han dicho que no saben nada sobre el señor Gross y que nunca lo han visto; segundo, de todas las comunidades étnicas y religiosas que existen en la Isla, las judías, que tienen cientos de visitas humanitarias de judíos estadounidenses cada año, están  mejor equipadas y más preparadas que otros grupos, así que no necesitan ayuda.

Tercero, el hecho de que USAID contratara a un hombre con vasta experiencia para instalar equipos satelitales sofisticados en áreas remotas del planeta, incluyendo países amigos y enemigos, repartir thumb drives y dar entrenamientos sobre Wikipedia, no tiene sentido. Dicho esto, la Administración Obama continúa diciendo que Gross realizaba actividades rutinarias con una comunidad judía cubana, que niega haberlo conocido jamás.

Cuba ha demostrado, en el pasado, que tiene buena inteligencia reuniendo habilidades y documenta muy bien sus investigaciones. Uno puede imaginarse, que lo que hacía Alan Gross y con quién, será mostrado claramente durante el juicio que tendrá audiencia nacional y extranjera.

La continuidad entre Bush y Obama en Latinoamérica ha frustrado la región, y en ninguna otra parte existe más falta de evidencia de cambio que en la política contra Cuba. El antiguo presidente brasileño, Luis Ignacio Lula da Silva, a quien Obama llamó anteriormente como “mi hombre en la región”, dijo recientemente que “nada ha cambiado”  en las relaciones entre Estados Unidos y Latinoamérica.

La oportunidad para dialogar, negociar e intercambiar prisioneros no es nueva. El presidente Kennedy se negó a realizar un arreglo rápido para asegurar la liberación de los sobrevivientes de Bahía de Cochinos que permanecían presos en Cuba, aumentando las críticas internas que tuvo que enfrentar por la fallida invasión y haciendo que fuera más difícil llegar finalmente a un arreglo.

Parece que la gente de Obama no aprendió de los errores de Kennedy, ni de los errores de los otros 10 presidentes, que le han antecedido, quienes también se han equivocado al tratar con la Cuba revolucionaria.

Regresar a los Cinco cubanos a casa en intercambio con Alan Gross les hubiese evitado la vergüenza del futuro juicio, les hubiera permitido ganar un poco de buena voluntad en la región, donde muchos ven la política hacia Cuba como una prueba de fuego por el cambio, así como abrir una mayor posibilidad para un cambio real entre Estados Unidos y la Isla.

Quizás algunos de estos temas han sido discutidos a puertas cerradas y  se podrán mencionar en el futuro. Por las familias y compatriotas de Alan, Gerardo, Ramón, Antonio, Fernando y René, esperemos que sea así. Mientras tanto, mantengan sus ojos bien abiertos en busca de información por el juicio de Gross. Puede ser interesante.

(*) Collin Laverty es un candidato MPIA en la facultad de Estudios Internacionales y del Pacifico de la universidad UC San Diego.

One thought on “¿Gross por los Cinco?

  • Señor: alan gross es culpable, como lo son los cinco. Estaban haciendo espionaje y punto. En lugar de dejar que el caso pasara y luego negociarlos, Fidel Castro los entrego para hacer campaña nacionalista, y punto. Yo los liberaria de inmediato y asi libero de tanta letania a los pobres cubanos y de sus deberes solidarios vacios a personas como el autor.

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