Una pintada rompió la monotonía del 1ro de mayo en La Habana

Vicente Morín Aguado

HAVANA TIMES – ¡Viva la Dictadura!, se atrevieron a escribir a centenares de metros de la Plaza de la Revolución, en la pared de una edificación perteneciente a la Universidad de La Habana, cercana al Hospital Calixto García. Estimulando la ya de por sí nutrida concurrencia, una amplia calzada vehicular sirve de evacuación a parte de los marchantes que vienen de la famosa explanada del  millón de cubanos.

El texto singular en su decir, amaneció este 1ro de mayo, clara alusión de los atrevidos pintores de brocha gorda a la falsa unanimidad que niebla hoy la cotidianeidad. Escogieron bien el lugar, concurrido a la par de deshabitado. Sólo los inevitables transeúntes hicieron sudar a los policías, empeñados en impedir los disparos de tantos teléfonos móviles.

Marcos, nombre supuesto porque el verdadero imposible de mencionar, comenta: “Esta vez sí que fueron originales, en vez de abajo, ¡Viva!, porque aquí la cosa— ¿La dictadura?— va para largo. La tapa al pomo, letras rojas bien grandes. La gente se atreve, se acabó el aplauso sin réplica.”

Los uniformados pasan de las amenazas a la acción con algunas detenciones, retirándoles los llamados celulares a varias personas Tienen órdenes de impedir la vergüenza, según el concepto oficialista no confesado, de estas opiniones disidentes escritas a la vista de todos, capaces de romper el acostumbrado monopolio informativo partidista estatal.

Finalmente el joven que acaba de pasar una noche solidaria en el Cuerpo de Guardia del Hospital, consigue su video, no sin riesgo de perder el costoso aparatico y pasarse unas desagradables horas en vaya usted a saber que unidad policial. Un guardia intenta detenerlo in fraganti pero el chico se hace el desentendido, aprieta el paso y consigue esfumarse entre los curiosos. Son demasiados “fotógrafos” para tan pocos represores.

Acaban de formar una brigadita de voluntarios, armados de burdos paños que mojan con pintura de color oscuro. Con tal de borrar el bochorno, dejan para el final la palabra Viva, concentrándose en la más larga, claro, no es por el total de letras, es por ese incómodo epíteto que junto al sol, unos atrevidos estamparon como un ruido alarmante capaz de quebrar el silencio obligado por las consignas.

Dirán que son unos pocos, un “grupúsculo” de malagradecidos, pero lo peor del caso es que pintaron con buenas ganas, el pequeño pelotón de anti pintores necesitará un relevo para terminar con el rojo pertinaz que quiere vivir hasta ver pasar el entierro de quiénes inventaron algo más que la temida palabra dictadura.

Vicente Morín Aguado:  [email protected]