Raúl Castro, 93, sigue vivo y despide a un compañero

Raúl Castro despide al general Ramón Espinosa en la sala Granma del Ministerio de las Fuerzas Armadas. / Estudios Revolución

Por Juan Izquierdo (14ymedio)

HAVANA TIMES – Las apariciones de Raúl Castro en Televisión Cubana, tras los aluviones cada vez más frecuentes de rumores sobre su muerte, se han convertido en una suerte de ritual de Estado. A inicios de año, fue un medio oficial –el fidelísimo Cubainformación– el que acuñó el término “resurrección” para designar estas repentinas incursiones del nonagenario general ante las cámaras. 

El pasado septiembre fallecieron cinco generales de las Fuerzas Armadas y los rumores circularon como nunca antes. Castro, sin embargo, no llegó a aparecer hasta finales de mes, para recibir al presidente de Vietnam y despedir a uno de sus más cercanos colaboradores. En la sala Granma del Ministerio de las Fuerzas Armadas, junto a la plana mayor del régimen, Raúl Castro realizó su “homenaje” tardío a Ramón Espinosa Martín, muerto cuatro días antes. 

La escena se ha repetido no pocas veces en los últimos años. La familia del militar fallecido se coloca frente a una doble fila de dirigentes: en el centro, Miguel Díaz-Canel, Raúl Castro y Ramiro Valdés; junto a ellos, Manuel Marrero, Esteban Lazo, el ministro de las Fuerzas Armadas –Álvaro López Miera– y el de Interior, Lázaro Álvarez Casas. Presidiendo el salón, las cenizas del difunto, sus medallas y un mural de madera con el yate Granma

Sin decir una palabra –la ceremonia ha sido descrita una y otra vez por la prensa oficial–, Castro se acerca con una rosa blanca, se agacha cada vez con más dificultad, y la deposita en una pequeña mesa frente a los restos. Luego, los militares y dirigentes de la sala se paran en firme. 

La “breve estancia” del general garantiza a la familia que el difunto era, como es el caso de Espinosa Martín, de la máxima confianza de Castro. Describen su presencia en el funeral como un “sentido gesto”, que el ex líder del Partido Comunista remata saludando personalmente a cada familiar.  

En julio de 2022 –cuando tampoco eran extraños los rumores de su muerte–, a Raúl le tocó acudir a la misma sala para dar el pésame a su propia familia. Había acabado de fallecer Luis Alberto Rodríguez López-Calleja, su ex yerno y el hombre que llevaba las riendas económicas de Cuba al frente del conglomerado militar Gaesa. Como este fin de semana, Castro pasó “sin pronunciar palabras” y seguido de cerca por su nieto y guardaespaldas, Raúl Guillermo, hijo del fallecido. 

Las predicciones sobre la muerte de Raúl Castro suelen coincidir con momentos de alta tensión nacional, atizada por la crisis económica y los apagones. Su aparición tiene la intención de mitigar otro rumor: el quiebre de la estructura del régimen si el general muere y deja a los actuales dirigentes sin el “abrigo” de la generación histórica. 

Este es el escenario en que Cubainformación –no sin cierto fervor religioso– habló de las “resurrecciones” de Castro. El pasado enero, cuando varios rumores volvían a darlo por muerto en medio de “momentos difíciles”, los presentadores del medio se jactaban de su aparición en Santiago de Cuba. 

“Debe de ser ya como la decimoquinta vez este mes que dicen que Raúl Castro ha muerto”, decía –entre risas– el periodista español José Manzaneda. “Hoy reapareció o revivió. No se cansa esta gente (varios influencers) de hacer el ridículo. Cuando una persona reaparece y da un discurso de casi media hora, con una dicción perfecta, a pesar de su edad –y tiene ya unos cuantos años–, con un discurso absolutamente coherente… hacen el ridículo”. 

Su copresentador, el cubano Lázaro Oramas, también celebró la “resurrección” de Raúl: “Todos estos apátridas, todos estos enemigos, todos estos sinvergüenzas se estarán recomiendo el hígado”, dijo. Otro buen presagio, señalaba Manzaneda: con el anciano presente, la bandera de la plaza de la catedral de Santiago de Cuba había comenzado a ondear, una “buena señal” –a su juicio– de que el año iba a marchar bien. 

Educados por los jesuitas, los hermanos Castro aprovecharon la simbología religiosa en numerosas ocasiones y discursos. Desde la entronización de los “mártires” –los rebeldes asesinados por el ejército de Fulgencio Batista– hasta la paloma blanca que Fidel hizo posarse en su hombro en 1959 mediante un truco, la idea de que una suerte de voluntad misteriosa acompaña a la Revolución (atea y marxista) ha sido recreada constantemente. El 26 de julio de 2023, sin ir más lejos, se hizo coincidir la aparición de Raúl con el amanecer. 

Durante la larga convalecencia de Fidel Castro, también se habló de sus “resurrecciones” esporádicas. En 2012, en uno de los momentos en que el rumor de su muerte corría de boca en boca –todavía no había acceso masivo a internet–, el anciano apareció ante las cámaras. Llevaba casi siete meses sin dar señales de vida y varios medios de Miami ya habían dado por cierto su fallecimiento. 

Un Castro vestido de jardinero aparecía en varias fotos tomadas por su hijo. Tenía entonces 86 años y le quedaban cuatro. Su hermano Raúl tiene hoy 93 y no pocos cubanos han cifrado en su muerte –como lo hicieron en 2016 con Fidel– la desaparición de un régimen que parece siempre tener los días contados y ya se acerca a su séptima década de existencia.

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