La naturaleza se ensaña con Centroamérica

Por Denis Düttmann (dpa)

Managua recien después del terremoto. Foto Alejandro Sánchez/END
Managua recien después del terremoto. Foto Alejandro Sánchez/END

Un terremoto y un huracán azotaron el jueves Centroamérica, golpeando al mismo tiempo desde el Pacífico y el Caribe la angosta línea de tierra que une el Norte y el Sur de América, y dejando una vez más en evidencia su gran vulnerabilidad.

El terremoto de magnitud 7,0 sacudió El Salvador y Nicaragua desde el oeste, mientras por el este tocaba tierra desde el Caribe el huracán “Otto”. Las islas sufrieron olas de tres metros y medio, señaló el alcalde del archipiélago nicaragüense de Corn Island, Cleveland Rolando Webster. Y añadió que hubo lluvias torrenciales, fuerte marejada y fuertes vientos.

En El Salvador la gente salió huyendo a la calle cuando el sismo hizo temblar los edificios. La titular del Ministerio de Medio Ambiente (MARN), Lina Pohl, llamó a la población salvadoreña a la calma y detalló que después del terremoto se reportaron réplicas menores. No hay indicios de daños, pero se seguirá estudiando la situación, indicó.

En Nicaragua, se declaró el estado de emergencia, informó la portavoz gubernamental y primera dama, Rosario Murillo. Las “multiamenazas” afectan a la región por ser una zona muy vulnerable y “tenemos que aprender a enfrentar los desafíos”, declaró Murillo.

El terremoto generó también una alerta de tsunami que después fue levantada.

El coordinador de la Mesa Nacional de Gestión de Riesgo, Denis Meléndez, habló del enorme desafío para las autoridades. “Tenemos una situación en el Caribe Sur y Sur de Nicaragua con un huracán afectando toda una zona para la cual se estaban elaborando planes de emergencia focalizados y se tenía un plan, pero ahora con un sismo y una amenaza de tsunami la cosa cambia porque obliga a las autoridades y las instituciones a aumentar su capacidad de atención a la ciudadanía con tres escenarios en el mismo tiempo”, dijo Meléndez.

“Otto” tocó tierra al sur de la ciudad costera nicaragüense de Bluefields (destruida en 1988 por el huracán “Juana”) y el sector de Punta Gorda, próximo a la frontera con Costa Rica, con vientos de 165 kilómetros por horas y rachas de 195 kilómetros por hora.

Numerosas personas fueron evacuadas, aunque no sin dificultades. “Algunos se resisten a salir, pero la mayoría de la población está consciente del peligro que se avecina y voluntariamente van con sus niños y sus pertenencias subiendo a los buses y camiones”, dijo el concejal del municipio fronterizo de Colón Miguel Torrentes Álvarez al diario “La Prensa”.

Juan Aragón, del cercano pueblo de El Toro, tuvo que caminar media hora sobre campos anegados para llegar al punto de reunión donde esperar a los autobuses que los evacuarían. “Es mejor asegurar la vida y las cosas materiales se pueden reponer”, afirmó.

Pese a todo, no se han reportado por el momento graves daños. En la localidad de San Juan resultaron dañadas unas 50 casas y los vientos arrancaron numerosos árboles. Una mujer murió por un infarto.

“Otto” siguió su trayectoria por Costa Rica, donde las autoridades hablaron de muertos y desaparecidos, aunque sin dar aún cifras oficiales. El huracán se degradó a tormenta tropical y sigue en dirección al Pacífico con fuertes lluvias.

El itsmo se ve azotado a menudo por catástrofes naturales. El Salvador sufrió en 2001 dos importantes terremotos que causaron más de 1.200 muertos. Los daños se estimaron en 1.600 millones de dólares, más del 12 por ciento del producto interno bruto (PIB) del país. Debido al huracán “Mitch” murieron unas 10.000 personas en 1998 en Centroamérica y en 2005 “Stan” dejó 1.600 muertos.

Esta vez las consecuencias fueron comparativamente leves, aunque en Centroamérica nunca hay seguridad plena. La región se encuentra sobre el anillo de fuego del Pacífico, una de las zonas con mayor actividad sísmica del mundo, y cada año tiene que hacer frente a la temporada de huracanes, que comienza en mayo.