La intervención de la población evitó otro abuso policial en Mayarí

Por Confesor Verdecia Ellcok

Vecinos que protestaron el arresto de un vendedor callejero.

HAVANA TIMES – Gracias a la rápida y contundente intervención de los vecinos de calle 10 de octubre, (callejón del martillo), en el Consejo Popular Primero de Enero, de Mayarí, fue liberado, sin cargos, el vendedor ambulante Sergio Morales, más conocido en la calle como “el panquequero”, por ser ese el único dulce que vende.

Según narran los testigos del suceso, un policía lo llamó para comprar panqueques, pero el vendedor se hizo el que no lo escuchó. Enseguida el oficial se percató de que era probable que no tuviese patente y corrió tras la bicicleta, agarrando la caja para intentar detenerlo. Por esa acción el agente del orden perdió el equilibrio y cayó al suelo. Pero la caja también sufrió una rotura y se regaron por la calle todos los panqueques.

El vendedor asustado siguió hasta el fondo de la calle, mientras el uniformado, molesto con la caída, llamó por apoyo. Al parecer estaba cerca la patrulla no. 485, porque se presentó enseguida. Según cuentan “arremetieron contra el joven y lo golpearon como si fuese un delincuente”, pero él no se resistió. Enseguida fue trasladado a la Estación.

“Entró a toda velocidad por el callejón, donde jugaban los niños, y por poco los atropella”; “parecía una película, son unos exagerados, ojalá actuaran así con los delincuentes, no con los infelices que andan luchando como pueden”; “ahora que no digan que el muchacho le hizo algo a los policías, son ellos los que lo golpearon”, fueron algunas de las expresiones de los vecinos ante el hecho.

Los panes del pobre vendedor “panquequero”

Pocos minutos después, este reportero llegó al lugar y todavía la gente estaba en la calle muy molesta por la injusticia y el abuso policial. Tanto así que perdieron momentáneamente el miedo a ser filmados y consentían en que su denuncia quedara grabada. Alguien propuso ir hasta la estación a apoyar al joven panquequero y así lo hicieron. “Antes de que lo enreden con un delito inventado”, dijeron.

Según supimos de fuentes cercanas a la víctima, que temen dar su identidad, “pretendían acusarlo de atentado a la autoridad por la caída del oficial. Pero todo cambió cuando vieron a las personas aglomeradas frente a la unidad, pidiendo que no abusaran del joven porque era víctima de los policías”. Dejaron de tratarlo mal y comenzaron a querer resolver el problema de la mejor manera.

Además, se supo que al menos dos “informantes” del Minint en el barrio, esos que la gente llama “chivatos”, llamaron alertando del sentir popular. También les comunicaron que fueron grabados.

En efecto, el vendedor no tenía patente, por eso fingió no escuchar al llamado del agente. Como un acto de concordia, para calmar los ánimos ante la violencia policiaca, decidieron imponerle una multa de 30 pesos por alteración del orden público y no una de 2 mil pesos por realizar una actividad comercial no autorizada, lo cual, según la nueva Ley sobre el Trabajo por Cuenta Propia, le invalida de solicitar la patente por un largo periodo de tiempo.

La policía de Mayarí tiene muchos antecedentes en los últimos tiempos de violencia extrema y desproporcionada contra la población. Solo en los últimos meses han sucedido varios casos. Por ejemplo, un joven llamado Maikel, del reparto Emergencia, fue golpeado brutalmente por cuatro agentes, porque andaba en un carretón después de las seis de la tarde, hora marcada en Mayarí como toque de queda para esos vehículos de tracción animal. Luego resultó que era militante del Partido e hijo de una presidenta de Consejo Popular.

Otros dos adolescentes, en las cercanías, han sido igualmente golpeados con saña por policías, desatando gran repulsión popular. Pero el caso del panquequero evidenció que, si la población reacciona y pierde el miedo de enfrentar a las autoridades, estas se ven obligadas a respetar al pueblo.

Al menos este joven se libró de ser acusado de un delito de “atentado a la autoridad” que no cometió. Aunque, por muchas razones, no pueda hacer justicia contra sus agresores uniformados, y los represores, una vez más, deban quedar impunes.