Exhortan a seguir labor humanitaria de párroco español en Cuba

Por Pilar Montes

Jesús María Lusarreta

HAVANA TIMES — Monseñor Juan de la Caridad García Rodríguez, arzobispo de La Habana, exhortó a religiosos y feligreses de la parroquia “La Milagrosa” del barrio capitalino de Santos Suárez a continuar la ingente labor humanitaria realizada por el presbítero Jesús María Lusarreta, fallecido aquí a los 80 años.

Para los más de mil asistentes a la eucaristía y ceremonia funeral celebrada en esta iglesia, incluidos el arzobispo, tres obispos, decenas de sacerdotes e hijas de la Caridad, así como cientos de feligreses, el espacio del templo se hizo pequeño.

Presente en el ritual, recordaba que conocía más la obra del extraordinario ser humano que fue Jesús María Lusarreta, quien cumplió a cabalidad la tarea de misionero de San Vicente de Paúl, que su persona en sí.

Hace unos años, siguiendo mi profesión de periodista, le pedí una entrevista, insistí con sus asistentes y declinó esa oportunidad, quizás por considerarla una falta de modestia.

Como vecina de esta iglesia, nombrada así por la Virgen de la Medalla Milagrosa, en el barrio de Santos Suárez, recuerdo este templo recién construido. Con ocho años, hice allí mi Primera Comunión.

Muy pocas veces desde entonces visité este templo. Creencias igualmente humanistas, pero más existenciales, me apartaron de la religión.

El párroco Jesús María Lusarreta, navarro español de nacimiento y misionero de los Paúles de vocación, desarrolló desde su llegada a Cuba en 1993, programas que protegieron a ancianos, personas discapacitadas, niños y jóvenes con síndrome Down, dándoles de comer, proveyendo medicamentos, efectos de aseo para ancianos, transporte para llevarlos a turnos médicos, una ambulancia en casos de emergencia, ómnibus para excursiones y otras actividades recreativas.

Habilitó un taller de artesanías religiosas para aquellos ancianos que querían ocuparse en manualidades. Niños y jóvenes con síndrome Down tuvieron acceso al uso de computadoras, trabajos en la cocina y la limpieza.

El evangelio predicado por Lusarreta ganó adeptos, seguidores como nunca conoció este barrio habanero, porque enseñó con la acción y no sólo la palabra.

Se les daba a todos los acogidos desayuno, almuerzo y una merienda. A los ancianos que no podían caminar hasta la iglesia a recoger sus alimentos, se los llevaban los que tenían mejores condiciones físicas.

En 2008, cuando las provincias de Artemisa y Pinar del Río fueron fuertemente golpeadas por dos huracanes, Lusarreta recogió donaciones de ropa y enseres y dirigió personalmente la entrega de la ayuda a los damnificados.

Los propios beneficiados y el personal de oficina que ayudaba en la distribución, decían que el presbítero en muchas ocasiones pidió financiamiento a su familia en España y organizaciones caritativas católicas para que contribuyeran medicinas, ropa y alimentos.

La Iglesia pudo ampliar estos programas también gracias a una feligresa que vivía frente al templo y dejó su inmueble a nombre de la Iglesia en su testamento.

La fama de su obra salió destacada en 2015 en el Chicago Tribune y otros medios de Estados Unidos y España.

El 19 de julio, llegarían a Madrid sus hermanos, trayendo sus cenizas para depositarlas en el panteón familiar de su pueblo natal, Lumbier (Navarra). En esta jornada, a las 20:00 horas, se celebrará una Misa funeral por su eterno descanso en la basílica de La Milagrosa.