El mensaje detrás del discurso del papa Francisco en Colombia

Por Tatiana Rodríguez (dpa)

El papa en la ciudad de Villavicencio en su visita por algunas ciudades de Colombia. | Foto: El Colombiano

HAVANA TIMES – En las intervenciones que ha dado en su visita a Colombia, el papa Francisco ha sido enfático en destacar la importancia de la paz en el país, sacudido por un conflicto armado de más de cinco décadas, pero en el fondo de sus palabras hace un llamado también a la reconciliación, el perdón y la justicia.

La tónica del líder religioso ha sido mantener su apoyo al proceso de paz que el Gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) culminaron con éxito en noviembre pasado tras cuatro años de negociaciones.

No obstante, en la precisión de los textos, que además incluyen referencias a la cultura colombiana y algunos modismos, ha llamado indirectamente a las partes a cumplir con lo pactado y también a quienes se han opuesto al acuerdo, como el líder de derecha radical y ex presidente Álvaro Uribe (2002-2010), a unirse al objetivo.

A la mañana siguiente de su llegada a Bogotá el jueves, Jorge Mario Bergoglio se reunió con el presidente Juan Manuel Santos en la Casa de Nariño, sede del Gobierno colombiano, en donde no dudó en apelar a la inclinación social que siempre lo ha caracterizado.

«No hay que decaer en el esfuerzo, a pesar de los obstáculos, las diferencias y los distintos enfoques sobre la manera de llegar a la convivencia pacífica», dijo al aclarar que la paz solo se conseguirá cuando se resuelvan las causas estructurales de la pobreza y la exclusión, un llamado principalmente al Estado.

Además, en una intervención ante más de 20.000 jóvenes que lo esperaron en la céntrica Plaza de Bolívar de la capital colombiana, pidió a esas nuevas generaciones corregir los errores de los mayores que durante años permitieron que el país se hundiera en la violencia.

Según el periodista y columnista del diario «El Tiempo» Luis Ochoa, el papa fue explícito. Ochoa considera que Francisco «se ha dado cuenta del odio que algunos sembraron en Colombia» y «por eso enfatiza en el perdón».

En ese sentido, una de las declaraciones más fuertes que se han escuchado en estos tres días fue la que hizo el viernes al utilizar la palabra «cizaña», una «planta con espigas comprimidas cuya semilla es venenosa», según la Real Academia de la Lengua Española.

«Es cierto que en este enorme campo que es Colombia todavía hay espacio para la cizaña. Ustedes estén atentos a los frutos, cuiden el trigo y no pierdan la paz por la cizaña. El sembrador, cuando ve despuntar la cizaña en medio del trigo, no tiene reacciones alarmistas. Encuentra la manera de que la palabra se encarne en una situación concreta y dé frutos de vida nueva», anotó.

Para el padre Alberto Lineros, el mensaje del papa llega directamente a los oídos de quienes «se creen mejor que los otros» y «definen y excluyen a los demás demostrando fanatismo y miedo a la diversidad».

Tras escuchar los testimonios de un ex guerrillero, una ex paramilitar y dos víctimas del conflicto, mencionó que es necesario que en el proceso de reconciliación se conozca la verdad, que debe estar unida a la justicia y a la misericordia.

«Es un desafío grande pero necesario. La verdad es una compañera inseparable de la justicia y de la misericordia. Juntas son esenciales para construir la paz y, por otra parte, cada una de ellas impide que las otras sean alteradas y se transformen en instrumentos de venganza sobre quien es más débil», dijo.

Con este mensaje, instó indirectamente a la ex guerrilla de las FARC, así como al Ejército de Liberación Nacional, que protagoniza un proceso de paz con el Gobierno, a colaborar con la verdad y la reparación de las víctimas.

El papa dijo que es imperativo perdonarse mutuamente e inclusive afirmó que, como todos, él mismo tiene que pedir perdón para empezar a caminar juntos y mirar «hacia adelante con fe y esperanza».

Las palabras del papa argentino también han calado en la estructura de la Iglesia católica, a la que ha pedido involucrarse con las necesidades de la comunidad y a dejar las «comodidades y los apegos» para vivir como verdaderos «discípulos misioneros».