Comienza el mes y la falta de arroz deja vacías las bodegas

donde los cubanos compran sus productos básicos racionalizados por una libreta

Bodega de la calle Arango, en la barriada habanera de Luyanó, este 1 de noviembre de 2023. (14ymedio)

En amplias zonas de los municipios de Plaza de la Revolución, Diez de Octubre, Cerro y Centro Habana no han abastecido las bodegas

Por Juan Diego Rodríguez (14ymedio)

HAVANA TIMES – Ha comenzado noviembre y frente a la bodega de la calle Arango, en la barriada de Luyanó, en La Habana, no se ve el gran tumulto de cada inicio de mes. No hay gritos, ni empujones, tampoco la fila de banquitos improvisados con la que los clientes del mercado racionado aguardan por horas hasta que les toque comprar. De la cartilla normada solo han llegado hasta ahora tres libras de azúcar por persona, pero nada del producto más esperado: el arroz.

Con las caras largas y la actitud aburrida, los empleados de la bodega no daban crédito este miércoles al tranquilo panorama que vivían. Vecinos despistados se acercaron al lugar, pero la mayoría ya sabía que el protagonista de los platos cubanos no había llegado aún. «A mí me avisó mi mamá que vive en Cayo Hueso [Centro Habana]», cuenta a 14ymedio Lisandro, padre de dos niños pequeños. «No somos los únicos afectados».

Este diario comprobó que en amplias zonas de los municipios de Plaza de la Revolución, Diez de Octubre, Cerro y Centro Habana tampoco han abastecido las bodegas con la cuota de arroz que mensualmente reciben los consumidores. La ausencia del cereal no es algo menor, porque obliga a las familias a comprar el alimento en el mercado liberado, en las redes informales o en los recién abiertos locales gestionados por las mipymes. En todos ellos, la libra del producto supera los 170 pesos, en su peor calidad, y asciende hasta los 250 en su mejor versión.

La canasta básica en Cuba se ha ido reduciendo con el paso de los años. De más de una veintena de renglones subsidiados que una vez se distribuyeron a través de sus comercios, apenas quedan unos pocos que se pueden contar con los dedos de una mano. Pero el arroz había sido el más constante en su llegada, debido a que su déficit desploma rotundamente el acceso a alimentos en los hogares de la Isla. Este noviembre, el caballero de porte espigado y figura alba se tarda en aparecer en los platos de quienes solo pueden consumir el de la subsidiada canasta básica.

Puertas adentro, en la propia calle Arango de Luyanó, algunas cazuelas todavía pueden darse el lujo de contener algunos granos. Otras, esperan que el grito de ¡llegó el arroz! recorra pronto la cuadra, la gente se lance escaleras abajo y la bodega se vuelva a llenar de personas con banquitos y jabas.

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