Cargos por votos: la táctica de Rousseff para salvarse

Por Ana María Pomi

Dilma Rousseff
Dilma Rousseff

HAVANA TIMES (dpa) — Después de verse abandonada por su principal socio, el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) de su número dos Michel Temer, la presidenta Dilma Rousseff apuesta por una táctica de éxito incierto: ofrecer los ministerios y altos cargos que dejó vacantes su ex aliado para juntar votos contra el “impeachment”.

La idea es atraer a los tres partidos que integran la coalición oficialista y que tienen las mayores bancadas en la Cámara de Diputados, donde se tramita el pedido de apertura de un juicio político contra Rousseff, después del PMDB – el mayor grupo con 69 diputados- y del gobernante Partido de los Trabajadores (PT), que tiene 58.

No se trata, sin embargo, de una tarea fácil ni de triunfo seguro. Porque además del desgaste que arrastra el Gobierno, algo que de por sí va en contra de la fidelidad de los aliados, está latente la perspectiva de un Gobierno dirigido por Temer en el caso de que Rousseff fuera destituida a través de un “impeachment” o juicio político.

Esa opción pone en riesgo el éxito de la supuesta táctica de “cargos por votos” al sembrar un dilema en el seno de los partidos buscados como aliados: apostar por un Gobierno al borde del abismo o por otro que puede no llegar a concretarse nunca.

Según el diario “O Estado de Sao Paulo”, ya existe de hecho una puja entre Rousseff y Temer por el apoyo de esos tres partidos y otros menores, cuyos votos también son valiosos en el Congreso y están ávidos de más cargos en carteras y organismos estatales.

Temer, añade el medio, también utiliza como “moneda de cambio” cargos y carteras en un eventual Gobierno suyo.

Pero el vicepresidente de la República tampoco tiene todo el viento a su favor.

Por un lado, el avance de las investigaciones sobre la corrupción en Petrobras tiene entre las cuerdas a notorios compañeros de su partido, entre otros el presidente de la Cámara Baja, Eduardo Cunha -que ya es objeto de autos de procesamiento por delitos de corrupción- y el presidente del Senado, Renan Calheiros, investigado por la Policía Federal en nueve procesos también vinculados a la estatal.

Por otra parte, tanto Temer como Rousseff enfrentan una causa común en el Tribunal Superior Electoral, que investiga si la campaña política que les garantizó la reelección en 2014 recibió fondos desviados de la petrolera. La constatación de que eso ocurrió conllevaría la impugnación de ambos mandatos.

Por esa razón, el presidente de la fuerza política más codiciada, el Partido Progresista (PP), el senador Ciro Nogueira, pidió “cautela” a sus correligionarios que claman por una ruptura con el Gobierno.

El partido conservador es el que tiene la tercera mayor bancada de diputados, con 49, detrás del PT y el PMDB. Comparte con esos dos partidos, además, la mayor cantidad de integrantes denunciados por presuntos nexos con los fraudes en Petrobras.

Y mientras el reloj apremia, se analiza la posibilidad de un “impeachment” en la Cámara Baja y los aliados son “tentados” por Temer, Rousseff y su equipo, calculadora en mano, cuentan los votos posibles en Diputados a la hora de redistribuir los siete ministerios y los entre 500 y 700 cargos en el Gobierno central que dejó vacantes el PMDB.

Según la analista del canal “GloboNews” Cristiana Lobo, el Ejecutivo intenta formar un nuevo bloque de aliados con el PP, el Partido de la República (PR), que tiene 40 diputados, y el Partido Social Democrático (PSD), que tiene 33.

Rousseff necesita 172 votos como mínimo para que el plenario de la Cámara Baja impida que avance al Senado el juicio político en su contra. Por su parte, quienes defienden el juicio necesitan 342 votos, que equivalen a los dos tercios de los 513 legisladores.

Otro obstáculo a superar por Rousseff es la posible rebeldía de los legisladores respecto a la postura de sus dirigentes.

La mayoría de los partidos aliados, a excepción del Partido Comunista do Brasil (PCdoB) y algún otro de menor relevancia en cuanto tamaño de bancada, están divididos respecto al apoyo o el rechazo al juicio político. Por eso, el Gobierno admite que puede negociar, y de hecho ya lo hace, “cuerpo a cuerpo” con los legisladores.

“Si no es posible que tengamos partidos (aliados), podemos tener pedazos”, dijo un auxiliar de Rousseff, citado por Lobo.