Algunos esperaron ver izar la bandera americana en La Habana

Por Pilar Montes

HAVANA TIMES — En la mañana del lunes 20 de julio, desde muy temprano, los medios de prensa extranjera ocuparon posiciones frente a la antigua Sección de Intereses de los Estados Unidos (SINA), pues a partir de las 00:01 horas de ese día, por acuerdo de ambos gobiernos, ese edificio se convertía en la embajada de los Estados Unidos de América.

Un amigo, Gastón Sariol Hernández, piloto retirado y pintor de afición, que fue testigo de esa aglomeración, me contó que sintió cierta preocupación por lo que históricamente ha representado merodear por los alrededores de la exSINA.

“Para mi sorpresa el área estaba copada por camarógrafos, periodistas y fotógrafos de importantes agencias de prensa que, junto a sus carpas y antenas satelitales, tenían todo listo para enviar la noticia a cualquier lugar del planeta.

No obstante era de conocimiento general que la ceremonia de reapertura de la embajada cubana en Washington sería en la mañana, se esperaba que a esa misma hora se izase la bandera norteamericana en su sede diplomática en La Habana.

No sabían que el Secretario de Estado de EE.UU. había diferido la ceremonia de la embajada en La Habana para su visita el 14 de agosto.

En la explanada de la Tribuna Antimperialista que antecede a la sede diplomática, había toda serie de curiosos, ciudadanos cubanoamericanos, turistas de distintas edades y sexos, algunos portaban banderas, otros carteles y había quienes las llevaban en su indumentaria,

Algo sí los identificaba a todos, el rostro de alegría y esperanza.

“Un señor canoso, continuó Gastón, que parecía conocerme, le preguntó si era de la oposición, yo le contesté que no e insistió en indagar si alguien me había invitado, yo le dije que nadie, que ese era un acontecimiento histórico y que se había ganado el derecho junto con la mayoría de pueblo cubano, a estar allí.”

Al filo de las 10:30 a.m. confesó Sariol, me marché, algo decepcionado, pues me hubiera gustado ver ondear la bandera norteamericana, símbolo por el que combatí durante muchos años y deseo que a partir de ahora se convierta en un eslabón de unión entre los pueblos de Washington y Martí.”