¿Qué ocurrió el 16 de febrero?

Foto: EFE

 

“Las voces disidentes, parece ser, se vuelven ruido hiriente cuando alcanzan sus tímpanos”.

 

Por Francisco Larios  (Confidencial) 

HAVANA TIMES – Una reunión sin avisar previamente a la ciudadanía, del dictador Daniel Ortega con empresarios “representativos” del sector (¡no puedo ni imaginarme los nombres!) y un Cardenal que constantemente se tambalea ante la pareja de El Carmen; para él, por ejemplo, la represión del 1 de enero no fue tal, sino que los policías “custodiaban” la catedral de Managua.

-Una reunión cuyo propósito evidente es oficializar las negociaciones con Ortega y Rosario Murillo.  Ese tipo de encuentros no “inician” una negociación, sino que se dan y se divulgan cuando al hacerlo se cree darle impulso, cuando se cree que las partes han encontrado un posible camino, una ruta viable.

-Una reunión que los ciudadanos democráticos sospechábamos podría darse, y que la UNAB, presunta representante del pueblo nicaragüense, no tuvo a bien anunciar, y al momento de escribir estas notas, no se ha dignado siquiera a comentar.  No digan que nada sabían, hágannos ese mínimo favor. Más bien parece que en estos asuntos, que son de vida o muerte, les estorba la opinión pública, la opinión del pueblo.  ¡Qué maña autoritaria la que tienen todos los políticos nicas, que una vez que se ven en posición de influencia se vuelven prepotentes, ariscos, alérgicos!

-Una reunión de pacto, que espera ir a más, a arreglar las cosas con Ortega y Murillo–dicen los defensores de la iniciativa que es “por el bien del país”.

-Un comienzo de pacto sin condiciones, con todos los presos, presos, los muertos, muertos, los exiliados, exiliados, los periodistas censurados, censurados, los medios confiscados, confiscados, los derechos ciudadanos confiscados, confiscados; el que se atreve a marchar, puede perder la libertad y la vida, el que muestre una bandera nacional, puede perder la libertad y la vida.  Aún así, “nuestros negociadores” están felices, porque “se ha abierto una puerta”.

-Una claudicación de los opositores, y un juego matrero de doble discurso; por un lado, silencio antes y durante de la reunión, por el otro, recitación de “condiciones” que deben darse “antes” del diálogo, como si nada hubieran sabido y como si el “diálogo” no hubiera comenzado.  Quieren dejar sus palabras grabadas y que olvidemos su silencio.  Sus palabras dicen lo que queremos los ciudadanos demócratas, lo que exige el pueblo.  Su silencio dice lo que ellos en verdad hacen.

-La culminación, por ahora, de un proceso de silenciamiento de las fuerzas nuevas, emergentes, jóvenes, las que encendieron la rebelión de abril.  La represión brutal por todos conocida, cárcel, muerte, clandestinidad y exilio han golpeado la presencia pública interna de los autoconvocados.  Están ahí, trabajan con heroísmo, volverán a la superficie, pero el momento le favorece más a los intocables de las castas políticas tradicionales, que quedan en libertad y se prestan a ser interlocutores del régimen. 

A mí me llamó la atención—tengo que decir que en algunos casos con cierta tristeza, joven e ingenuo nunca he dejado de ser– cómo conocidos representantes del MRS y otros respetables allegados a la propuesta de “diálogo” subieron de tono sus ataques, sus descalificaciones, contra los críticos de dicha propuesta en los días que precedieron al 16 de febrero: las voces disidentes, parece ser, se vuelven ruido hiriente cuando alcanzan sus tímpanos.

Esto es lo que—creo yo, ojalá me equivoque—ocurrió el 16 de febrero. ¿Qué pasará después? ¿Se consolidará la negociación con el tirano? ¿Permitirán que queden impunes sus crímenes, que mantenga control sobre sus inmensas riquezas en el país, que vuelva a “gobernar desde abajo”? Eso es otro tema, otro momento, en este camino doloroso de los nicaragüenses que quieren creer en un futuro mejor.  Por lo pronto hay que hacer de todo para que una minoría no se burle del sacrificio puro y digno de tantos de nuestros compatriotas.