La diplomacia alemana en Nicaragua: ¡No en mi nombre!

Marcha a Monimbó

A nivel diplomático, lo más indicado y lo más necesario serían declaraciones claras y públicas contra la política dictatorial de Ortega

Por Matthias Schindler  (Confidencial)

HAVANA TIMES – Como alguien que en la década de los años 1980 participó desde el principio en el movimiento de solidaridad con Nicaragua y en la construcción de hermanamientos entre ciudades alemanas y nicaragüenses, es insoportable para mí cómo la diplomacia alemana apoya al actual régimen de Ortega y aún más reclamando nuestro trabajo histórico de solidaridad para ese fin.

La exembajadora alemana Ute König ofreció un discurso de despedida altamente vergonzoso, no solo por su terrible “español” sino mucho más por la equidistancia que mantuvo de manera demostrativa frente las víctimas y los perpetradores de la represión orteguista

Unos días antes había aceptado ser galardonada con la Orden “José de Marcoleta en el Grado de Gran Cruz” por parte del régimen dictatorial y expresado modosamente su agradecimiento a la pareja presidencial Ortega-Murillo.

No hubo una despedida similar hacia el movimiento democrático. Así, la embajadora hizo público y claramente visible su posicionamiento del lado de la dictadura.

El nuevo embajador Christoph Bundscherer se expresa en el inicio de la página web de la embajada alemana refiriéndose al movimiento de solidaridad y a la construcción de los hermanamientos entre ciudades alemanas y nicaragüenses, que se originó en la década de los años 1980. Ver: https://managua.diplo.de/ni-de/botschaft/-/1205152).

Con nuestro movimiento de solidaridad apoyamos en aquellos momentos un proceso democrático de liberación, que sin duda alguna tuvo déficits políticos –los cuales vemos hoy en día mejor que lo vimos en aquella altura–, pero que originó un ánimo eufórico en la mayoría de la población para construir una nueva sociedad libre. Nuestra solidaridad tenía una orientación clara: el apoyo para un camino autodeterminado del pueblo nicaragüense.

El régimen actual de Ortega no tiene nada que ver con los objetivos y la realidad de la revolución sandinista de los años ochenta. Ortega en persona controla hoy en día todas las instituciones del estado y de la sociedad nicaragüense. Él y su círculo más cercano se han convertido en un nuevo y poderoso grupo de capital. A quien no lo apoye, lo hará perseguir, oprimir, torturar y asesinar sin piedad. Los paramilitares están dispuestos a reanudar su trabajo de represión a su servicio en cualquier momento. Todos los días recibimos noticias nuevas sobre el terrorismo de estado contra el pueblo de Nicaragua.

En la década de los años 1980 los hermanamientos de ciudades fueron construidos –¡en contra de la voluntad política del entonces gobierno de la Alemania Federal, formado por los partidos conservadores y liberales del CDU, CSU y FDP!– como señal política contra la intervención económica-militar de los Estados Unidos contra Nicaragua. Para no dejarlo solamente en palabras estos hermanamientos fueron acompañados por componentes económicos para la construcción del país.

Si entonces hubieran existido condiciones políticas como las que hay hoy en Nicaragua, ¡nunca se habría desarrollado un movimiento de solidaridad tan amplio y fuerte, ni un solo hermanamiento entre dos ciudades se habría establecido!

Los hermanamientos tuvieron un significado fuertemente político en ese entonces y todavía lo tienen en la actualidad. La dictadura de Ortega los abusa para fingir una situación de “normalidad” y “business-as-usual” en Nicaragua y para, de esta manera, legitimar su régimen y sus continuas medidas de represión diaria. Así como entonces nuestra solidaridad y los hermanamientos querían apoyar un camino autodeterminado del pueblo nicaragüense, nuestras actividades solidarias actuales deberían servir para proteger a las víctimas de la represión y para apoyar al movimiento democrático de base.

A nivel diplomático, lo más indicado y lo más necesario serían declaraciones claras y públicas contra la política dictatorial de Ortega. Esto es el único idioma que entiende Ortega. El gobierno alemán obviamente no va por este camino, supuestamente para no poner en peligro su papel como intermediario en un eventual diálogo futuro. Ortega se ríe a la sordina. Alemania hace exactamente lo que él necesita para mantenerse en el poder. Esperando por un posible fortalecimiento de su papel político mundial, el gobierno alemán deja desamparado al movimiento democrático en Nicaragua.

Eso no se puede cambiar en este momento.

¡PERO NO EN MI NOMBRE!

¡NO INSTRUMENTALICEN EL MOVIMIENTO DE SOLIDARIDAD PARA SUS MANIOBRAS ABSURDAS DIPLOMÁTICAS!