WikiLeaks: secretos a voces que perturban
Análisis de Jim Lobe*
HAVANA TIMES, 30 nov. (IPS) — Aunque los 250.000 cables diplomáticos de Estados Unidos divulgados por el sitio web WikiLeaks no contendrían muchas novedades para los expertos en política exterior, le causaron a Washington una considerable vergüenza mundial y podrían provocar daños a largo plazo en sus relaciones con otros países.
La mayoría de los analistas en la capital estadounidense coinciden en que los casi 250 documentos publicados hasta el momento no presentan grandes sorpresas para aquellos que siguen de cerca la diplomacia estadounidense.
«Gran parte de lo que hemos visto hasta ahora, más que informar, confirma», escribió Richard Haas, presidente del independiente Consejo sobre Relaciones Exteriores (CFR, por sus siglas en inglés) y ex diplomático durante el gobierno de George W. Bush (2001-2009).
«No nos sorprende leer cables diplomáticos diciendo que la corrupción en Afganistán es rampante, que prominentes líderes árabes sunitas están más preocupados por Irán y su programa nuclear que por Israel (…), que el gobierno de Siria mantiene estrechos vínculos con el Hezbolá a pesar de que afirme lo contrario o que el primer ministro italiano Silvio Berlusconi es un hombre de cuestionable carácter», escribió.
WikiLeaks se dedica a publicar informes y documentos filtrados con contenido delicado preservando el anonimato de sus fuentes.
No obstante, el vicepresidente del CFR, James Lindsay, reconoció que algunos documentos podrían causar «ardor de estómago» al gobierno de Barack Obama.
Entre otras cosas, las comunicaciones diplomáticas internas revelan que Estados Unidos secretamente intentó —al parecer sin éxito– convencer al gobierno de Pakistán de que le permitiera retirar uranio de una planta nuclear en el país asiático, por temor a que fuera robado o desaviado para construcción de armas.
También muestran que el presidente de Yemen, Ali Abdalá Saleh, mintió al parlamento de su país al afirmar que sus fuerzas habían atacado a la red radical Al Qaeda, cuando en realidad lo habían hecho las de Estados Unidos.
Además, los cables exponen una serie de quejas por la supuesta falta de cooperación de Qatar en la lucha contra el terrorismo.
Una de las revelaciones que más llamaron la atención de los medios fue la de que varios líderes sunitas, entre ellos el rey de Abdalá bin Abdulaziz de Arabia Saudita, habrían pedido en forma privada y reiteradamente a diplomáticos estadounidenses que se atacara a Irán para impedir que obtuviera armas nucleares.
Esto probablemente pondrá en dificultades a los gobiernos árabes, que públicamente se manifestaron en contra de cualquier medida que derivara en una guerra.
Según la última edición de la encuesta de Opinión Pública Árabe, publicada en agosto, casi cuatro de cada cinco consultados dijeron respaldar el derecho de Irán a desarrollar su programa nuclear, y casi seis de cada 10 opinaron que la adquisición por parte de Teherán de armas atómicas podría tener un resultado «más positivo» en Medio Oriente.
La encuesta abarcó a Egipto, Marruecos y Jordania, donde el apoyo al programa nuclear iraní era más alto, y a Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, donde ese respaldo era menor.
«¿Esta trasgresión de la brecha entre lo público y privado en la política árabe creará el contexto necesario para que el público árabe finalmente se imponga?», se preguntó Marc Lynch, experto en Medio Oriente para la Universidad George Washington, en el sitio Foreignpolicy.com.
«Hasta el momento, la mayoría de los grandes medios árabes parecen ignorar las revelaciones de WikiLeaks o informar sólo sus generalidades», añadió. «Imagino que debe haber escenas muy tensas en las salas de prensa árabes en este momento, pues están tratando de decidir cómo cubrir las noticias dentro de sus restricciones políticas».
Mientras, la filtración podría dificultar aun más la comunicación entre los diplomáticos estadounidenses y los líderes árabes, según Charles Freeman Jr., embajador de Estados Unidos en Arabia Saudita durante la primera Guerra del Golfo en 1991.
«Pasará mucho tiempo antes de que alguien en la región hable honestamente con un funcionario estadounidense. Si no puedes dialogar en confianza con alguien, no te pondrás en contacto con él», dijo a IPS, añadiendo que la aparente hipocresía de los líderes árabes podría mejorar la posición y el prestigio de Irán en la región.
La cautela en las comunicaciones con diplomáticos estadounidenses seguramente se convertirá en la norma en muchas de las capitales mundiales, al menos en el corto plazo, según la mayoría de los observadores.
El anuncio de la secretaria de Estado (canciller) estadounidense Hillary Rodhan Clinton de que había tomado fuertes medidas «para que este tipo de filtraciones no vuelvan a ocurrir jamás» difícilmente recupere la confianza perdida.
Una de las revelaciones más inquietantes fue la de que funcionarios del Departamento de Estado recibieron órdenes desde 2008 de reunir datos sobre tarjetas de crédito, números de teléfono, viajes y otro tipo de información privada sobre funcionarios extranjeros y de la Organización de las Naciones Unidas, una tarea reservada normalmente a agentes de inteligencia.
Haass sugirió que la pérdida de confianza en la capacidad de Estados Unidos para proteger sus secretos sería la más perniciosa consecuencia a largo plazo de la filtración de WikiLeaks.
Los gobiernos de otros países «pensarán dos veces antes de compartir sus secretos o de dar honestamente sus opiniones ante sus pares estadounidenses, por temor a verlo publicado en Internet», señaló.
«Y los diplomáticos estadounidenses estarán menos dispuestos a poner sus pensamientos en el papel. Esa reticencia le privará a los políticos de una importante fuente de información y hará que las decisiones sean más específicas para el caso y menos sistemáticas, como debe ser», agregó.
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* El blog de Jim Lobe sobre política exterior se puede leer en http://www.lobelog.com.