Túnez y Egipto, nueva forma de activismo popular
Andrea Lunt entrevista al sociólogo BOAVENTURA DE SOUSA SANTOS
HAVANA TIMES, 14 feb. (IPS) — La frase que dijo hace 200 años el presidente estadounidense Thomas Jefferson «toda generación necesita una revolución» cobra vigencia tras los levantamientos populares registrados en el norte de África y Medio Oriente.
Las rebeliones y la vasta participación del Foro Mundial Social (FMS), realizado la semana pasada en Dakar, muestan que la sociedad civil está viva y activa.
El profesor de sociología de la Universidad de Coimbra, Portugal, Boaventura de Sousa Santos, conversó con IPS sobre esos acontecimientos de actualidad.
IPS: ¿Qué fue lo más destacado del FSM de Dakar?
BOAVENTURA DE SOUSA SANTOS: Fue un foro exitoso por varias razones, pese a las dificultades de organización.
Los problemas de África y la contribución del continente al mundo estuvieron en el centro del FSM, justo cuando en El Cairo la gente celebraba la liberación y se mostraba una nueva forma de lucha. Fue una fuente de inspiración en el Año Internacional de las Personas Afrodescendientes, que acaba de comenzar.
Además se dedicó una cantidad de tiempo sin precedentes a reuniones entre movimientos sociales convergentes con vistas a realizar acciones colectivas.
Por último, la renovación del FSM estuvo en la agenda. El objetivo es permitir que los reclamos políticos avancen en todo el mundo en nombre de sectores importantes del foro, sin poner en riesgo la naturaleza inclusiva de las reuniones mundiales que se hacen cada dos años, y reforzar la auto-educación y capacitación superando las fronteras nacionales.
IPS: Los movimientos sociales han cambiado y evolucionado a lo largo de los años. ¿Qué enfoque considera que es más exitoso para lograr cambios reales?
BSS: Los levantamientos en El Cairo y Túnez muestran que se produce un cambio paradigmático en la militancia de oposición.
Antes, la cuestión central era cómo articular los partidos progresistas con los movimientos sociales y organizaciones no gubernamentales de mismo signo, pero ahora es cómo conjugar los partidos y los movimientos sociales, por un lado, con ciudadanos organizados, por otro.
Éstos últimos, la mayoría jóvenes considerados por la sociedad civil organizadas como apolíticos y con el cerebro lavado por el consumo y los medios de comunicación, es decir perdidos para las causas sociales, muestran que el verdadero cambio ocurre cuando se alcanza un umbral después del cual la política se identifica con la vida y la dignidad.
Los movimientos sociales no reflejaron las condiciones, los tiempos y los espacios para cruzar ese umbral por el simple motivo de que no creen que exista. Para ellos, estar organizados quiere decir estar del lado correcto, de lo contrario es estar equivocado.
El verdadero cambio ocurrirá cuando haya varios Cairos juntos en el mundo, todos diferentes y todos similares. El novel movimiento social se concentrará en sus relaciones con la sociedad que no está organizada y en la traducción intercultural que posibilitará un insurgente conglomerado trasnacional sin homogeneidad global.
IPS: ¿Qué podemos aprender de la actual crisis financiera global?
BSS: El capitalismo se vuelve más destructivo que nunca al exprimir a los trabajadores y someter más a los desempleados destruyendo los restos del contrato social, silenciando, mediante la crisis financiera, a todas las otras, la energética, la ambiental, la intergeneracional y la de las civilizaciones.
También aprendimos que mientras la crisis siga siendo «resuelta» por quienes la causan, la destrucción no cesará. Por lo menos, hasta que estallen varios Cairos en el mundo, motivados por diferentes problemas, pero unidos en la misma lucha por justicia social y responsabilidad democrática.
IPS: ¿Cree que existe la posibilidad de que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se fortalezca como un parlamento mundial?
BSS: Debemos luchar, pero no por formas espaciales e infladas de democracia representativa, sino por articulaciones subnacionales, nacionales y regionales entre democracia representativa y participativa.
En algunos casos, a esos dos tipos de democracia hay que unirles la comunitaria, como lo establece la Constitución de Bolivia de 2009. En otras palabras, necesitamos demo-diversidad tanto como biodiversidad.
IPS: Las políticas neoliberales priorizan el dinero, el beneficio y el libre mercado como motores del desarrollo. ¿Qué entiende usted por «desarrollo» y qué le parece que debemos priorizar en tanto que comunidad mundial?
BSS: El concepto de desarrollo emergió para legitimar a su opuesto, el subdesarrollo. De repente, la mayoría de los países del mundo fue catalogada de subdesarrollados y la etiqueta desbordó los aspectos económicos y se aplicó a sus instituciones, sus leyes, sus culturas.
La salida fue seguir el camino de los pocos países desarrollados, es decir, obedecer las reglas que impusieron para las relaciones internacionales en todos sus niveles.
Asimismo, quedó descartada la posibilidad de múltiples modernidades y la única que existió fue, por definición, la de Occidente. De hecho, el otro «otro» del desarrollo no era el subdesarrollo, sino la revolución socialista.
El desarrollo está en el centro del concepto de la Guerra Fría. A partir de ahí es casi imposible, sino autodestructivo, tratar de concebir concepciones alternativas de desarrollo. Pero las necesitamos.
Una de ellas puede ser el concepto quechua de sumak kawsay que, según la Constitución de Ecuador de 2008, debe guiar las pautas socioeconómicas de la sociedad.
El concepto quiere decir buen vivir, una aspiración de toda persona y colectivo que, en vez de alejarnos de la naturaleza, lo que es inherente al desarrollo, la conciba como parte de la sociedad, de forma tal que los derechos humanos y a la naturaleza sean dos lados de la misma lucha por la emancipación social.
Dar credibilidad a un concepto como el de sumak kawsay puede ser una buena forma de marcar nuestras prioridades cuando falta poco para los 20 años de la Conferencia de la ONU sobre Desarrollo Sostenible, que se conmemorarán en 2012.