Salvados por el fútbol en Venezuela

Por Humberto Márquez

Caracas, Venezuela. Foto: Caridad

HAVANA TIMES, 9 sep. (IPS) — Apasionados por el fútbol, que practican en los ásperos descampados de su barriada, dos hermanos afrontan de modo diverso la violencia que se cruza ante sus sueños de integrarse a un club profesional para dejar atrás la miseria.

Pudo ser una historia que se desarrollara en cualquier rincón de América del Sur, donde el fútbol es casi religión, pero justo es Venezuela, el único de la región que tiene al béisbol como deporte nacional, el lugar en el que se tradujo ese drama en una película, taquillera por añadidura, titulada “Hermano”.

Esta ópera prima del joven realizador Marcel Rasquin ganó en junio el los premios del público, de la crítica y el San Jorge de Oro al mejor filme en el 32 Festival Internacional de Cine de Moscú.

Ahora Venezuela decidió postularla ante la estadounidense Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood en busca de integrar la próxima nómina que compita por el Oscar a la mejor película extranjera.

Los jóvenes hermanos de la historia son Julio -interpretado por Eliú Armas– el mayor, líder natural del equipo del club en el barrio La Ceniza y quien pasea por el filo de la navaja entre la legalidad y el delito, y el más inocente Daniel -por Fernando Moreno–, un recién nacido expósito rescatado de un basurero por el pequeño Julio y su madre 16 o 17 años atrás.

El menudo Daniel es toda una promesa, por como controla y maneja el balón y anota goles, sobre todo en pareja con el atlético Julio. Así acarician el sueño de ser reclutados por el profesional Caracas Fútbol Club mientras la madre mantiene el hogar elaborando tortas (pasteles) que vende en el vecindario.

“La primera razón por la que escogimos el fútbol para desarrollar esta trama fue emocional, por la onda de pasión y conexión con la juventud que esta década despertó la Vinotinto (la selección nacional, llamada Vinotinto por el color de su camiseta) y la esperanza de que llegue a competir en un Mundial de Fútbol”, dijo a IPS el productor de la película, Enrique Aular.

La segunda razón “es dramática. Una joven promesa en el béisbol de Venezuela sabe que si no viene un cazatalentos a verte este año, otro lo hará el siguiente, pero en el fútbol son oportunidades escasísimas, únicas, de ahora o nunca, y eso confirió a la historia el dramatismo de la disyuntiva que sacudió a los hermanos”, prosiguió.

Cuando ya Daniel tiene un par de zapatos de fútbol adecuados y vuelve a casa una tarde, un grupo de niños que delinquen y se drogan lo interceptan y bajo amenaza de acuchillarlo lo despojan del calzado, que se enreda en cables de alumbrado público.

Entonces aparece el portero del equipo La Ceniza, integrado a la banda delictiva que controla el barrio, y a tiro limpio trata de que los pequeños delincuentes recuperen los zapatos, con la desgracia de que una bala hiere mortalmente a la madre de Daniel y Julio, justo cuando salía de su casa para entregar una torta que había confeccionado.

Este drama es una constante en el complejo cuadro de criminalidad que padece Venezuela, con 28 millones de habitantes y 19.000 homicidios al año. La prensa registra la frecuente muerte de inocentes, incluso bebés, en medio de enfrentamientos a balazos entre grupos delictivos.

Hasta ese punto de inflexión en la historia, el filme ya ha pintado un gran fresco de lo que es la vida en una barriada popular de Venezuela. Se filmó en La Dolorita, uno de los casi 2.000 barrios o sectores de Petare, en el este de Caracas, y quizá uno los asentamientos irregulares más grande de América Latina, con casi un millón de habitantes.

Entre las escenas de la vida cotidiana que muestra “Hermano” está la fiesta en una casa del barrio donde una jovencita seduce a Daniel, le cuenta su embarazo y le pide compañía para acudir a una clínica clandestina a practicarse un aborto.

El embarazo adolescente es otro problema que golpea más a Venezuela que a sus vecinos, con tasas del Ministerio de Salud que hoy llegan a 24 por ciento, cuando en 2001 era de 15 por ciento, de partos correspondientes a menores de 19 años, aunque organizaciones como el Centro Latinoamericano Salud y Mujer estiman que es mayor.

“No filmé en Petare ni introdujimos esos elementos para hacer cine social, sino porque la historia que se cuenta, aún con pulsiones dramáticas que son universales, cobra valor en el mundo concreto donde se desarrolla”, señaló Rasquin.

Para el cineasta, “Hermano” debe discurrir en medio de la cotidianidad del barrio, “porque ese ambiente es una extensión del mundo interior de los protagonistas y las condiciones en que viven es algo fundamental para la historia”.

Tras el asesinato de la madre, los hermanos quedan atrapados en la disyuntiva de seguir las normas propias de la violencia en el barrio y buscar venganza o pasar la página y concentrarse en las pruebas deportivas ante cazatalentos del club Caracas.

Ambas opciones, además, en una carrera contrarreloj con escenas que exploran las universales oposiciones entre amor, odio, ira, perdón, fuerza, deseo, razón, conveniencia y hermandad.

Más de 100.000 espectadores la convirtieron en una de las películas más taquilleras de la temporada, un éxito que cosechan escasas producciones locales, incluso de mayor costo a ésta que requirió el equivalente aproximado a un millón de dólares.

En zonas populares, comenzando por Petare, “Hermano” ha sido vista, y también ilegalmente copiada, con avidez.

Aular destacó que en La Dolorita aceptaron de buen grado la convivencia con el elenco y los realizadores, decenas de habitantes se convirtieron en extras, y nunca fue necesaria la presencia policial o de vigilancia privada para franquear los accesos.

De común acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), los realizadores correspondieron con un taller sobre uso de recursos audiovisuales para 36 niños, niñas y adolescentes en La Dolorita, así como sirvieron de puente para labores de extensión de las organizaciones del balompié profesional.

“A otros barrios iremos el año próximo con estos talleres, que no sólo procuran familiarizar a nuestros muchachos con el lenguaje cinematográfico, sino constituir espacios donde se refuercen sus habilidades para la vida”, agregó Aular.