Pocos zapatos y demasiadas manos en los metros de China

Por Zigor Aldama* (Publicado en la revista Pikara)

Las aglomeraciones son el caldo de cultivo perfecto para los agresores. Foto: Zigor Aldama

HAVANA TIMES — Los usuarios del metro de Pekín han tenido este verano una preocupación menos. Porque ya ninguno ha tenido que salir del suburbano de la capital china descalzo. Al parecer, en la melé que se produce en hora punta entre quienes quieren salir del convoy y quienes buscan un hueco se pierden muchos zapatos. Sobre todo sandalias. Y el problema es suficientemente preocupante como para que el operador del metro haya inaugurado un servicio de ‘reemplazo de calzado’.

En total, 200 pares de zapatillas de plástico azul, rosa, y amarillo han sido distribuidas por las estaciones más transitadas, y en las que sirven de enlace nunca han faltado al menos cinco pares. “Así los pasajeros no llegarán tarde o a la pata coja al trabajo”, aseguró uno de los responsables del metro, Sun Lijie, durante la inauguración del nuevo servicio que, tras el éxito cosechado en los meses de chicharrina, continuará operativo. Una de las ventajas es que los pasajeros no necesitan registrarse para conseguir las chancletas, como sucede con las bicicletas que ya pueden utilizar para trasladarse desde sus casas hasta la boca de metro más cercana. “Así que recuperarlas dependerá por completo de la moral del público”.

A juzgar por lo que sucede en los convoyes de Shanghái, la población masculina china no derrocha valores éticos. Porque el asunto de las zapatillas es la nota humorística de un problema que tiene una vertiente mucho más seria. Las agresiones sexuales se han disparado en los últimos años. Sobre todo en verano. Las aglomeraciones son el caldo de cultivo perfecto para los agresores, que proceden a realizar todo tipo de tocamientos, y no precisamente en pies descalzos. Según una encuesta realizada en septiembre por el diario China Youth Daily, un 13,6% de las mujeres aseguran haber sido agredidas sexualmente en metros de China, y un espectacular 81,9% de las personas encuestadas -de ambos sexos- reconocen la existencia de este problema.

Pero, a diferencia de la comprensión que han demostrado con quienes se dejan el calzado entre la muchedumbre, los responsables de la tupida red de metro de la capital económica de China no creen que este asunto merezca su atención. De hecho, culpabilizan a las mujeres del acoso que sufren. Y no están solos. El 59% de los preguntados por el diario chino también considera que son las mujeres, que visten excesivamente ‘sexy’, las que van pidiendo guerra.

No es broma. El operador del metro de Shanghái llegó a aconsejar lo siguiente en su cuenta oficial de Weibo -el Twitter chino-, a finales de junio: “Vestid con respeto hacia vosotras mismas”. El texto estaba acompañado por la fotografía de una joven ataviada con un vestido gaseoso que dejaba a la vista su ropa interior. “Así vestida será extraño que no la molesten. Hay pervertidos en el metro y es difícil quitárselos de encima”, sentenciaba.

Según las encuestas, la mayoría de la población reconoce el problema de las agresiones, pero responsabilizan a las mujeres por vestir demasiado ‘sexy’. Foto: Z.A. ©

El ciberespacio estalló. La respuesta fue inmediata, y muy diversa. Los comentarios del estilo de “¿cómo no la van a toquetear si va así?” fueron mayoría, y casi el 70% de los 48.000 participantes en una encuesta realizada por el portal de noticias sina.com consideraron que la advertencia era apropiada. El diario oficial China Daily fue más allá con un artículo de opinión, firmado por el periodista hongkonés Hong Liang, cuyo título no deja lugar a dudas: “El atuendo debería mostrar estilo, no demasiada piel”. El texto considera ‘inocuo’ el comentario en el Weibo del metro de Shanghái, y el periodista se muestra sorprendido por lo ‘casual’ que se viste en la megalópolis. También ellos. “No creo que la advertencia del metro sea sexista”, remata.

No es de extrañar que estos comentarios en la prensa china hayan incendiado los ánimos. De hecho, varias mujeres con el rostro cubierto se manifestaron en diferentes estaciones de Shanghái con pancartas en las que se leían lemas como ‘tengo derecho a ir sexy pero tú no puedes abusar de mí’. “Lo que tendría que hacer el metro es protegernos, no abroncarnos”, criticaba una de ellas en declaraciones a la cadena de televisión CNN. “Una buena solución sería poner vagones exclusivos para mujeres, como en Tokio”.

Tanto el acoso sexual en el metro como la respuesta de sus responsables están relacionadas con la mentalidad que promueve la pornografía asiática, cuyo ideal es una mujer joven, inexperta, estática y dominada por el hombre, reflexiona una feminista

“Hay tanta gente que es difícil distinguir quién te mete mano, pero los hay que van realmente lejos. Una amiga llegó a perder su ropa interior y un hombre le tocó el pubis. Aunque gritó, nadie hizo nada”, reconoce a Píkara una de las mujeres que han participado en esta iniciativa que busca parar los pies de “aquellos hombres que se creen con el derecho de abusar a las mujeres”. Es un problema que se da en todo el mundo, lo mismo que este debate, pero que “adquiere en las culturas asiáticas una magnitud desproporcionada”.

La industria pornográfica, por ejemplo, lo deja bien claro. “El ideal del hombre asiático es una mujer dócil, inexperta, y mucho más joven que él”, explica la feminista china que prefiere no revelar su nombre. “Por eso triunfan los vídeos de colegialas, e incluso de adultas que se hacen pasar por niñas, que son seducidas por hombres mayores. Es un sexo estático, en el que la dominación del hombre es total. Y hay un matiz muy violento en todo ello, de ahí que las escenas de sexo más extremas lleguen de Japón”, apostilla. “Todo esto crea problemas en las relaciones reales, y tanto el acoso sexual en el metro como la respuesta de sus responsables están relacionadas con esta mentalidad”.

Buena muestra de ello se dio a principios de septiembre cuando un hombre de nacionalidad japonesa fue sorprendido por una joven cuando este fotografiaba su ropa interior con el teléfono móvil por debajo de su falda. La mujer lo agarró y, con la ayuda de otros pasajeros -cuando el agresor es un extranjero los chinos sí que se muestran comprensivos con cualquier causa a la que no den importancia de otra forma- lo llevaron al puesto de Policía de la estación. Los comentarios vertidos en redes sociales cambiaron radicalmente. De repente, todos se olvidaron de la escueta minifalda de la agredida para centrarse en insultar al “pervertido” invasor japonés. “No es más que una muestra más de su machismo”, sentencia la activista contra el abuso en el metro. “Lo que les molesta es que un extranjero se sobrepase con sus mujeres. Para eso son suyas”.
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*Zigor Aldama es corresponsal en Extremo Oriente, con base en Shanghái, para diversos medios de comunicación. En Twitter: @zigoraldama