Mujeres en la trinchera parlamentaria

Por Silvana Silveira

HAVANA TIMES, 2 julio (IPS) — Por encima de colores partidarios y pese a críticas de correligionarios, legisladoras uruguayas unieron fuerzas y lograron las mayorías necesarias para aprobar leyes en procura de la igualdad de género y otras que contemplan derechos negados por años.

Todo comenzó en 2000, cuando las pocas mujeres que habían logrado acceder a la Cámara de Diputados se convencieron de que juntas podrían tener alguna oportunidad de imponer la agenda de género sin importar el color partidario.  Así se formó la Bancada Femenina, que desde 2005 pasó a llamarse Bancada Bicameral Femenina (BBF), cuando algunas de ellas
llegaron al Senado.

De ese modo aparecieron, por impulso o apoyo de la BBF, normas para que las mujeres puedan elegir con quién asistir al parto, para que la muerte por violencia doméstica no sea más tipificada como «crimen pasional», sobre educación sexual en la enseñanza primaria, igualdad de derechos laborales de las empleadas domésticas y la penalización del acoso sexual en ámbitos laborales.

La abogada Diana González, especializada en temas de género, destacó que se debe a las parlamentarias la aprobación del proyecto de salud sexual y reproductiva, que finalmente fue vetada por el entonces presidente Tabaré Vázquez (2005-2010) por discrepar con el artículo que despenalizaba el aborto.

También la ley de flexibilización de acceso a la jubilación de mujeres al computar dos años más de aportes por cada hijo y toda la normativa que le da nuevas armas a la justicia para combatir la trata de personas y la explotación sexual.

«No existe duda de que fue la BBF la que impulsó estos proyectos.  Analizando los procesos de aprobación de cada una de estas leyes se ve que la inclusión de los elementos de equidad y género responden a legisladoras que se encontraron más allá de sus posiciones políticas para aportar criterios comunes», dijo González a IPS.

Pero todavía queda mucho por hacer ya que, «al ser leyes negociadas, no son de la máxima calidad deseada», advirtió la autora del libro «Producción legislativa en materia de equidad de género y generaciones durante el periodo febrero 2005-noviembre 2009», elaborado en el marco del proyecto G de la iniciativa «Unidos en la Acción» del gobierno uruguayo y agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), presentado el 24 de este mes en el parlamento.

El sano ejercicio de airear estructuras, incorporar miradas y democratizar el poder no fue bien visto por todos y, como dicen dos legisladoras pioneras en la iniciativa, algunas pagaron altísimos costos políticos por ello.

Beatriz Argimón, diputada por el opositor y derechista Partido Nacional de 2000 a 2010, fue dejada de lado a la hora de conformar la lista de candidaturas para las elecciones del año pasado por respaldar la llamada ley de cuotas. Su agrupación, afirma a IPS, «tiene serios problemas con el ingreso de las mujeres al poder».

En tanto que Glenda Rondán, representante del también opositor Partido Colorado de 2000 a 2005, sufrió parecidas consecuencias por apoyar la despenalización del aborto. «Cuando uno quiere cambiar cosas paga costos y si es mujer paga tres veces más», alegó ante IPS quien hoy está apartada de las estructuras del sector.

La senadora Mónica Xavier, de la gobernante coalición izquierdista Frente Amplio (FA), coincidió en que, «por más que la bancada implique un grado de institucionalidad, vivimos sufriendo los embates de los colegas que se niegan a que exista un espacio tan jerarquizado».

«Hay verdaderos misóginos entre los legisladores», aseguró Xavier a IPS.

Contra desigualdad de facto

La BBF es una forma, como explicaron a IPS las consultadas, de contrarrestar la poca representación femenina. Presencia que en la vida política uruguaya sigue a ritmo llamativamente bajo, indicó Niki Johnson, coordinadora del Área Política y Género del Departamento de Ciencia Política de la estatal Universidad de la República.

Entre las razones que impiden a las mujeres competir en igualdad de condiciones está el sistema electoral que fue «diseñado y es dominado por hombres, lo cual favorece los liderazgos masculinos existentes», indicó la experta a IPS.

Y esa lentitud continuará al menos hasta 2014, cuando entrará en vigor para las elecciones nacionales y municipales la ley de cuotas, que obliga a los partidos a que al menos un tercio de las listas de candidaturas al parlamento nacional y legislaturas departamentales deben estar integradas por personas de diferente sexo.

La norma fue aprobada en 2009 pero sólo pudo aplicarse hasta ahora para los comicios internos de los partidos.

La Clasificación Mundial de Mujeres en los Parlamentos ubica a Uruguay rezagado en América Latina, donde el promedio femenino llega a 23,3 por ciento, y en el mundo, que es de 18,9 por ciento.

En lugar de subir en el ranking de representación de mujeres, bajó en las últimas elecciones del año pasado, cuando triunfó la izquierda por segunda vez en la historia de este país de 3,3 millones de habitantes.

Su tasa parlamentaria es de 14,6 por ciento, apenas por encima de Chile, con 13,9 por ciento, y muy por debajo de Argentina, que llega a 37,8 por ciento, y de Costa Rica, con 36,8 por ciento, según la investigación presentada este mes y titulada «Una mirada feminista a las elecciones uruguayas 2009», de la cual Johnson es autora junto a su colega politóloga
Verónica Pérez.

Caminio al andar

La creación de la bancada femenina reconoce como antecedente directo a la Concertación Nacional Programática, el encuentro multipartidario conformado en 1984 en la transición a la democracia, recuperada en marzo de 1985 tras 12 años de dictadura.

Desde esa instancia viene el carácter de «actor político simbólico» de la BBF, importante para las mujeres organizadas y no organizadas a la hora de incidir en las políticas públicas, comentó a IPS Margarita Percovich, diputada del FA en la legislatura 2000-2005 y senadora hasta este año.

«La política tradicional con sus eternas peleas nos tenía a todos cansados. Los hombres marcaban la diferencia, nosotras hicimos exactamente al revés», narró Percovich, ahora alejada voluntariamente de los cargos políticos.

En coincidencia, Rondán dijo que aprendieron que, «pese a las diferencias, siempre tendremos puntos en común».

La BBF puso en jaque al «Club de Tobi», como le llaman a la tradicional supremacía de hombres en los partidos, abrió el debate político a los temas de género, promovió iniciativas legales para mejorar la calidad de vida de las mujeres, derogó normas que vulneraban sus derechos y dejó en claro que su defensa debe importar a todas y todos más allá de las diferencias partidarias, sostuvo Argimón.

Ahora la bancada realiza talleres en todo el país junto a la Red de Mujeres Políticas, con el apoyo del Fondo de Población de Naciones Unidas en el marco del proyecto «Apoyo a las políticas públicas para la reducción de las inequidades de género y generaciones» en convenio marco entre el parlamento, el gobierno y la ONU.

Xavier señaló a IPS que iniciaron las actividades este año con el seminario «Presupuesto con equidad», para incorporar esa perspectiva a la expresión financiera del plan quinquenal de gobierno. «Lograr eso sería como hacer un gol de media cancha», argumentó.